Partido inolvidable en la historia de rivalidad entre RC Celta y Deportivo. La mala situación que atraviesa el conjunto coruñés, preso de su pasado por méritos propios, le ha llevado en las dos últimas temporadas a tocar fondo. La desaparición del fútbol profesionales de los herculinos le ha llevado a que el filial de su eterno rival sea su adversario directo en la lucha por el ascenso a Segunda. Este domingo, en plena celebración de la Reconquista, Balaídos se engalanaba para acoger el duelo entre los "cachorros" celestes y el cuadro blanquiazul. El resultado será inolvidable. Fútbol en su máximo exponente. Para bien y para mal. Emoción, goles, cánticos de vacile al rival. El salseo protagonizó una jornada en la que el marcador también fue favorable a los de Onésimo, que se consolidan en los puestos de play-off para pelear por subir a la categoría de plata del fútbol español.
Todo cambió tras el pitido final. Los jugadores del Deportivo, que ya demostraron su escasa deportividad no devolviendo un balón a los célticos en el segundo acto, protagonizaron una tangana con algunos futbolistas del Celta B. La peor parte del fútbol, esa que tanto aflora en encuentros de estas características, emergía. Pero, desgraciadamente, solo era el principio. La locura se desataba. Una parte de la afición abandonaba la grada e invadía el campo ante la ineficiencia del personal de Seguridad de Balaídos. El camino, la esquina de Río Alto donde estaban los hinchas del Dépor. El episodio provocó la entrada al césped de Balaídos de los efectivos de la Policía Nacional, que dispersaron a los aficionados en una actuación que se saldó sin detenidos, tal y como han informado a Metropolitano.gal fuentes policiales.
La celebración de los jugadores del Celta B con la grada se entremezclaron con esa invasión de campo que, veremos, si recibe la sanción de la RFEF. En pleno parón liguero, Balaídos volvió a vivir una jornada futbolera en un enfrentamiento inolvidable, imborrable, que supone la segunda victoria de la historia del filia celeste ante un Deportivo que, prácticamente, ha dicho adiós en Vigo a sus opciones de ascenso directo.