Aspas y celtismo, el cóctel que consigue cosas imposibles

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Es difícil que una gala instituciones deje mensajes claros. El pasado miércoles, en la distinción de los Vigueses Distinguidos, Consuelo Domínguez, directora de GKN Driveline, afirmaba que "Sin Carolos no hay Cachamuiñas". Se refería, lógicamente, al triunfo de las vecinas y vecinos de Vigo sobre las tropas napoleónicas en 1809. 210 años después, sucedió algo similar en el mismo lugar. El escenario era el estadio de Balaídos. Sin la fe del celtismo, no se pueden conseguir cosas inverosímiles. Se le puede poner muchos nombres. Lo cierto es que el cuadro celeste acaba de firmar un partido no sé si histórico, pero sí inolvidable. Posiblemente sea un punto de inflexión, el primer paso para afianzar la permanencia en Primera División.

La afición marcó el primer gol con un recibimiento espectacular. Cientos y cientos de celtistas alumbraron los últimos metros de los hombres de Fran Escribá hacia la catedral del celtismo donde se iban a firmar 90 minutos vibrantes. Épicos. Dignos del mejor guionista. El inicio fue duro. Casi trágico. El Villarreal daba dos zarpazos en el primer cuarto de hora. Ekambi y Pedraza descosían a la endeble zaga celeste. La grada enmudecía. El Celta seguía en coma. El alma seguía ausente. El intermedio fue el mejor bálsamo. Había tiempo para obrar el milagro. Precisamente, Balaídos es ese obradoiro de lo imposible y con Iago Aspas todo es más fácil. El moañés alimentaba la proeza transformando un lanzamiento de falta a los cinco minutos de la reanudación.

La grada despertaba. La Afouteza que maravilló a Europa hace dos años se trasladaba desde la afición hasta el verde con el delantero moañés como principal exponente. El Celta ganaba en confianza. No había miedo ni desesperación. Era una cuestión de insistir, de ser persistentes. Y el premio llegó pronto. En el ecuador del segundo acto, el debutante Lucas Olaza dibujó un envío espectacular a la cabeza de Maxi Gómez, que cabeceó como él sabe para neutralizar el duro mazazo del submarino amarillo en la recta inicial del encuentro.

El miedo cambiaba de bando. En esta ocasión vestía de amarillo. El Celta ya había sobrevivido. Había impedido la huida de un rival directo en la tabla. Ahora quedaba asestar el noqueo definitivo. La recta final fue épica. Lucas Olaza tiró de oficial para superar el cansancio. Tocaba seguir remando. La salvación estaba a solo unos metros. Iago Aspas y Maxi Gómez "pescaron" en una mala salida de balón del rival. El moañés asistía al espacio buscando la llegada de Brais Méndez, que era derribado en el área por Víctor Ruiz. Penalti claro. Sin embargo, el VAR entraba en juego para poner suspense al último episodio de un partido vibrante y para subir, todavía más, las pulsaciones del celtismo.

Al contrario que en el choque ante el Betis, el videoarbitraje confirmó la situación legal de Iago Aspas. Gil Manzano señalaba el punto fatídico. Era el momento de Iago Aspas. El moañés no perdonaba. Engañó a Sergio Asenjo y asestaba el zarpazo definitivo a un Celta que, esta vez sí, pone rumbo hacia la salvación. El conjunto vigués ha arrancado su Reconquista. Ha ganado la primera batalla. Ahora quedan nueve más para ganar esta "guerra" por seguir en la élite del fútbol español. La próxima, este miércoles en el feudo de la SD Huesca, otro rival directo en la lucha por la salvación.

Ficha técnica del Celta - Villarreal

RC Celta: Rubén Blanco; Hugo Mallo, Costas, Hoedt, Lucas Olaza (Kevin, 88'); Okay, Lobotka, Brais Méndez, Boufal (Pione Sisto, 72'); Iago Aspas (Cabral, 89') y Maxi Gómez.

Villarreal: Asenjo; Quintillá (Raba, 88'), Gaspar, Álvaro, Víctor Ruiz, Pedraza; Morlanes, Cazorla, Iborra, Samuel (Fornals, 70'); y Ekambi (Bacca, 82').

Goles: 0-1: Ekambi (11'); 0-2: Pedraza (15'); 1-2: Iago Aspas (50'); 2-2: Maxi Gómez (71'); 3-2: Iago Aspas (penalti) (86').

Árbitro: Gil Manzano (comité extremeño).

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