Entender el concepto del ying y el yang es muy sencillo para el aficionado del Celta. Esas dos fuerzas opuestas pero complementarias se escenifican como rutina en cada partido. El equipo vigués no muestra imágenes diferenciadas. Esa dualidad forma parte de su rutina. La situación del balón es quién determina ante qué Celta estamos. El cuadro celeste ha acentuado este extremo en las dos últimas temporadas. Tenemos un conjunto letal en el marco contrario, pero endeble en campo propio. Antonio Mohamed quiere paliar ese problema. El técnico argentino parecía que había dado con el tratamiento correcto, aunque los dos últimos encuentros confirman que todavía queda mucho trabajo por hacer (seis tantos en los dos últimos partidos) (3-3).
El preparador celeste llegaba la cita ante el Valladolid obligado a reformar la retaguardia. Mohamed también optaba por hacer rotaciones. Tocaba dar minutos a los menos habituales. Es vital que adquieran ritmo de competición y se sientan importantes. David Costas relevaba a Cabral mientras Facundo Roncaglia se reubicaba en el costado derecho del lesionado Hugo Mallo mientras Juncá y Okay estrenaban titularidad en detrimento de Junior Alonso y Fran Beltrán. El comienzo del choque fue espectacular. Iago Aspas y Maxi Gómez dejaban pronto huella en el duelo. En diez minutos, la dupla celeste ya había perforado el marco rival.
Todo parecía de cara. El Celta controlaba el choque. Incluso Boufal tuvo una opción clara para dejar prácticamente sentenciado el partido, pero su chut lo detuvo en dos tiempos Masip. El equipo vigués se fue acomodando. Defendía en campo propio, agazapado, para matar el duelo a la contra. Sin embargo, el cuadro celeste echaba en falta la producción futbolística de Fran Beltrán y ni Brais Méndez ni Boufal lograban abortar las subidas de los laterales blanquivioletas.
El Valladolid creía en la remontada. El tiempo era su aliado. La grada veía cómo el partido cambiaba de color. Los pucelanos dominaban a un Celta errático en la salida de balón y con problemas para frenar al conjunto visitante en la zona de tres cuartos. Rubén Alcaraz coqueteó con el esférico, pero su remate, repelido por Roncaglia, se fue al palo. El gol visitante acabaría llegando. Óscar Plano cabeceó un buen centro de Nacho. Las alarmas se encendían. Iago Aspas y Maxi Gómez estaban completamente desconectados. La sala de máquinas del Celta no producía mientras la zaga se desangraba.
En el segundo acto, el conjunto de Mohamed no mejoró su versión. Iago Aspas volvió a mostrar el camino. A evidenciar ese ying y yang que marca el destino de este Celta. El moañés cazó el esférico tras una buena cabalgada de Boufal. Pisó el balón, armó la zurda y firmó un golazo. El "príncipe de las bateas" disipaba los fantasmas. Parecía hecho. No obstante, el cuadro blanquivioleta no iba a vender cara su piel. Desembarcaba en Balaídos con el problema de la sequía goleadora, pero siempre había competido. Enes Ünal, que apenas llevaba unos minutos sobre el verde, le ganaba la espalda a Okay y sorprendía a Sergio Álvarez. El delantero turco volvía a sacar provecho de otro buen centro de Nacho.
Mohamed retiraba a Boufal y daba entrada a Pione Sisto. Antes del segundo tanto blanquivioleta retiraba a un Juncá que coqueteaba con la segunda amarilla. No obstante, los dos relevos no cambiaban el curso del partido. El Celta seguía sin hacerse con el control del partido. Cedía a un peligroso partido de ida y vuelta, una ruleta rusa en la que la definición no caía sobre las botas de Maxi o Aspas, sino de Brais Méndez y Pione Sisto. Ni el danés ni el mosense estuvieron acertados a la hora de culminar dos contras que pudieron ser determinantes en el resultado final.
El técnico del Celta decidió agotar los cambios. Era el momento de Fran Beltrán. Tocaba hacerse fuertes en la sala de máquinas. El ex del Rayo Vallecano sí acertó en la siguiente transición defensa ataque. Buena asistencia al hueco para Iago Aspas, pero el remate del moañés lo envió a córner Óscar Plano. Ya era el descuento. Cinco minutos de añadido. Y el Valladolid acabó dando el gol. Jugada casi calcada a la del segundo gol. Centro de Óscar Plano y remate de Leo Suárez, que tocaba su primer balón tras entrar por Javi Moyano segundos antes.
Ya no había tiempo para la reacción. El Celta perdía dos puntos claves. La victoria se había esfumado. No se puede hablar de injusticia. El equipo sesteó, se dejó dominar y no supo sentenciar un partido en el que ya rozaba el triunfo a los quince minutos de juego. Antonio Mohamed tiene mucho trabajo. Su defensa volvió a desangrarse de nuevo en los centros laterales. Y la estadística deja un dato para el estudio, con la defensa de cuatro el equipo vigués ha encajado seis tantos.
Ficha técnica del Celta - Valladolid
RC Celta: Sergio Álvarez; Roncaglia, Costas, Araujo, Juncá (Junior Alonso, 59'); Okay, Lobotka, Brais Méndez (Fran Beltrán, 82'); Boufal (Pione Sisto, 69'), Iago Aspas y Maxi Gómez.
Real Valladolid: Masip; Javi Moyano (Leo Suárez, 92'), Kiko Olivas, Fernando Calero, Nacho; Borja Fernández (Enes Ünal, 56'); Keko (Toni Villa, 53'), Michel Herrero, Rubén Alcaraz, Óscar Plano; y Duje Cop.
Goles: 1-0: Iago Aspas (5'): 2-0: Maxi Gómez (9'); 2-1: Óscar Plano (39'); 3-2: Enes Ünal (65'); 3-3: Leo Suárez (94').
Árbitro: Prieto Iglesias (comité navarro).