El formador de maquinistas Manuel González Sánchez, al que también llegó el correo con el que José Ramón Iglesias Mazaira alertaba de una señalización deficiente en la curva de Angrois (Santiago), en la que se produjo un accidente con 80 víctimas mortales en julio de 2013, ha afirmado que aceptaron "curva como animal de compañía" y tuvieron que "convivir con ella" hasta el día del siniestro. A propuesta de la defensa del maquinista Francisco Garzón, quien está acusado junto al ex director de seguridad de Adif, este jefe de maquinistas ha comparecido en la décimo segunda jornada del juicio por la tragedia, ocurrida hace ya más de nueve años.
A preguntas de uno de los letrados de Garzón, ha señalado que no persistió en el aviso de Iglesias Mazaira ya que este recibió una respuesta "tajante" sobre que "eso --la línea en la que había que pasar de 200 a 80 kilómetros por hora tomando como referencia una señal que no está ideada para ello-- era legal".
De hecho, ha explicado que los maquinistas interpretaron la señal de vía libre como momento para inicio del frenado, "lo cual es una contradicción", y ha añadido que el riesgo detectado por Mazaira afectaba para "cualquier maquinista", incluido él.
González Sánchez ha contradicho a uno de los testigos que declaró este miércoles, el cargo de seguridad de Renfe Ángel Lluch, quien aseveró que "nunca" había recibido el correo de Iglesias Mazaira con la advertencia sobre la peligrosidad de la curva de A Grandeira. "Le dije: ¡coño, cómo no lo vas a recibir si lo tenemos todos!", ha asegurado. Otros dos cargos del operador ferroviario convocados para este jueves, Rafael Sardón y Nicolás Izquierdo, finalmente no comparecerán, puesto que los abogados que los proponían renunciaron a ellos.
En otro punto, este formador de maquinistas se ha referido a la "improvisación" con que actuaban en esa línea, por ejemplo con la generación de normas "nemotécnicas", y ha reprobado que no era completa sino "un cacho", puesto que contaba con el sistema de seguridad más avanzado solo entre dos puntos del trayecto.
"Yo me he inventado hasta el 0, 0, 0", ha apuntado. "Significa para el que conduce un Avant que cuando para tiene que poner tres cuestiones en cero", ha expuesto. "Es una regla mía", ha ahondado.
En otro momento, este testigo ha subrayado que "para nada" el cuadro de velocidades máximas indica el punto en que hay que comenzar a frenar, y ha resaltado que los maquinistas no tenían "contacto ninguno" con Adif.
El teléfono
Ha sido preguntado por el uso del teléfono móvil corporativo, al respecto del cual ha afirmado que estaban obligados a llevarlo operativo, puesto que es una herramienta de trabajo. Acerca de si existía algún protocolo que regulase su utilización, ha comentado que había una guía de buenas prácticas pero que eso "no es algo que tenga que saber obligatoriamente --el maquinista-- y aplicar", ya que "son recomendaciones". "¿Coger el teléfono en ese punto suponía algún riesgo?", le ha interrogado el representante de Garzón. "No, entiendo que no. Si tengo barreras que mitigan el riesgo, entiendo que no", le ha contestado este formador de maquinistas.