El Paredes de Coura se despidió este pasado 18 de agosto, un año más, dejando un sabor de boca más que espectacular en todos los presentes. El día grande del festival (junto al del 16 de agosto, siendo las dos jornadas que lograron acabar con todas las entradas) presentaba a Arcade Fire como gran reclamo, y los canadienses no defraudaron.
Sin embargo, y como se suele decir, no empecemos a construir la casa por el tejado. De forma previa al concierto de los cabezas de cartel se pasaron por los dos escenarios del festival un montón de grupos que hicieron las delicias de todos los espectadores, quedando una jornada repleta de buena música y de gran variedad que no decepcionó a nadie, con todas las bandas mostrando un nivel altísimo, destacando el buen sonido que presentaron los espacios en los que se desarrollaron los conciertos en todo momento.
Alternando los recitales entre el escenario Vodafone y el Vodafone FM (a excepción de los espectáculos ofrecidos por Dead Combo y Arcade Fire, que actuaron de forma consecutiva bajo los focos principales del festival), haciendo que la música sonase en la Praia Fluvial do Taboão de manera casi ininterrumpida, la tarde empezaba ya bien temprano, a las 18:00 horas, con el primer concierto de la jornada, ofrecido por Keep Razors Sharp, en el Vodafone FM. El grupo portugués se plantaba sobre las tablas con una potencia envidiable, y una presencia escénica muy a destacar, gafas de sol y continuos cigarrillos en las bocas de los intérpretes incluidos, encargándose de poner patas arriba el recinto ya desde primera hora, destacando por un juego de batería de importante pegada y un bajo, más incluso por personalidad que por capacidades musicales, de los que impone.
Sin tiempo para descansar, nos trasladábamos al escenario principal, en el que Myles Sanko se situaba ya a las 18:30, para brindarnos uno de los conciertos más elegantes de todo el festival. El intérprete dio una auténtica muestra de lo que la palabra “ritmo” significa, con unos músicos más que espectaculares, y una gran comunicación con el público, al que llegó a pedir, en un determinado momento, que se pusiese de pie y le acompañase, ya en los compases finales del concierto, animando a todos a bailar, algo que consiguió.
A las 19:00 era el turno de Dear Telephone, que ofreció uno de los conciertos más intimistas de la jornada, presentando como principal reclamo la muy buena voz de una Graciela Coelho a la que, por desgracia, no se terminó de ver cómoda sobre el escenario, manteniendo con demasiada frecuencia conversaciones, mediante gestos, con los responsables de sonido, haciéndoles continuas indicaciones con respecto a subir o bajar el volumen de los diversos instrumentos, sin terminar de estar contenta del todo en ningún momento. El concierto, sin duda alguna, y según los diversos problemas se iban solucionando, fue de menos a más, terminando con mucha más potencia de la inicial, y haciendo las delicias de todos los que se acercaron hasta el escenario pequeño del festival para disfrutar con ellos.
Según iba avanzando la tarde y sucediéndose los grupos, el lapso de tiempo entre los conciertos iba aumentando, al igual que la cantidad de minutos de la que cada banda disfrutaba sobre las tablas, siendo el primer ejemplo de esto el recital de un Curtis Harding que, a las 19:40 horas, dejó más que patente que es un auténtico maestro de la guitarra. El músico, un genio de las seis cuerdas, acompañó lo tocado con el instrumento con una voz de lo más evocadora, presentando el concierto un ritmo en todo momento muy fluido, que hizo moverse a todos los presentes, recordatorio a la recientemente fallecida Aretha Franklin incluido.
A las 20:30 llegaba, en el escenario Vodafone FM, uno de los conciertos más particulares de la jornada, protagonizado por el brasileño Silva, que salía dispuesto a hacer bailar a todos los presentes, algo que, sin duda alguna, consiguió, con su combinación de géneros, destacando la electrónica, con muy marcadas influencias de la música de su país de origen. Nominado en 2017 en los Grammy Latinos a mejor canción en lengua portuguesa y a disco del año, el artista no dejó indiferente a nadie, y no hay duda alguna de que habrá que prestarle mucha atención a lo que haga en el futuro.
A las 21:20 llegaba el turno de Big Thief, uno de los conciertos más esperados de la jornada, encabezados por una Adrianne Lenker que se mostró en todo momento emocionada con la presencia de su banda en el festival, destacando que era, posiblemente, el concierto con más público que habían ofrecido hasta el momento. El grupo, que se presentaba por primera vez en Portugal, aprovechó la ocasión para presentar a la audiencia nuevas canciones. Con una influencia de The Cranberries muy marcada, la banda tuvo una acogida tremenda por parte del público, estableciéndose una conexión inmediata con una audiencia a la que Adrianne llegó a saludar bajando al foso, dándole su púa a un niño que en primera fila, con un cartel, así se lo pedía. Sin duda alguna, tanto a nivel musical como en lo que a comunicación con el público se refiere, uno de los puntazos del festival.
Para comenzar con la cuenta atrás de cara a Arcade Fire llegaba al Vodafone FM Yasmine Hamdan, precedida por una gran expectación. La artista comenzó su carrera en el dúo Soapkills, primer grupo de indie electrónico en Oriente Medio, nacido en la ciudad de Beirut. Con una música de tremenda influencia árabe, combinada con el pop y el folk más tradicionales, la artista se presentó en el escenario con una estética de lo más misteriosa, casi a oscuras, destacando la iluminación por casi inexistente, haciendo sólo acto de presencia en rachas esporádicas no aptas para epilépticos, haciendo que ver el concierto fuera casi como estar en un sueño, en una experiencia en directo que es más que recomendable vivir.
La hora de la verdad, tras Yasmine, se acercaba; pero Dead Combo estaban más que dispuestos a dejar claro que no eran unos simples teloneros de la actuación que Arcade Fire ofrecería a continuación en ese mismo escenario. Encabezados por Predo Gonçalves y Tó Trips, encarnando los personajes de enterrador y gángster, los portugueses atronaron el escenario principal del festival, acompañados de unos músicos de primerísimo nivel, con un concierto, casi en su totalidad, instrumental, hasta que se produjo lo inesperado… La aparición sorpresa del histórico Mark Lanegan, que enloqueció a todos los presentes, dándole un tono distinto al concierto durante los minutos que estuvo sobre el escenario. La banda se despidió con una de las mayores ovaciones de la jornada, reverencias incluidas al respetable, y se apoderaba en ese momento del público la ansiedad ante lo que estaba por ocurrir.
La espera, tras Dead Combo, se había hecho interminable, pero el momento había llegado. Los relojes marcaban la 01:00 horas, hora programada para empezar el concierto de Arcade Fire, y la histeria se apoderaba de la audiencia. Los minutos pasaban y los nervios estaban a flor de piel. A eso de la 01:05, el recinto estallaba. La música empezaba y allí estaban los canadienses. La locura hecha música. Empezando el recital con Everything Now, y dejando más que claro que no estaban dispuestos a hacer concesiones, los músicos fueron interpretando una sucesión de grandes clásicos (No Cars Go, Neighborhood #3 o Rebellion (Lies)), intercalados con canciones del último lanzamiento de la banda, Everything Now (Electric Blue, Put Your Money On Me o la ya mencionada de mismo título que el disco con la que se abrió el concierto). Uno de los grandes momentos llegaría con The Suburbs, siempre imprescindible en sus conciertos, y que supuso uno de los momentos más bonitos de la jornada, si es que no el más, con toda la audiencia cantando a capela, en unos minutos capaces de ponerle los pelos de punta a cualquiera. El grupo salió más que eléctrico desde el primer minuto, con una energía que se contagió a toda la audiencia, que vibró de principio a fin. La banda se despedía con Wake Up, quedando cerrada la actuación, como viene siendo habitual en ellos, con la reproducción de la canción Walk on the Wild Side, de Lou Reed. En continuo contacto y comunión con el público, con los miembros del grupo bajando del escenario y metiéndose entre la multitud en diversos momentos del recital, a los canadienses se les veía incluso emocionados al término del concierto, y la sonrisa, al igual que en la cara de todos los presentes, se reflejaba en sus rostros. El final ideal para cualquier festival, sin duda alguna.
La música terminaba y, tras unos minutos de calma, en las pantallas comenzaba a proyectarse un vídeo resumen de la presente edición del festival. El confeti aparecía y un mensaje hacía acto de presencia: “Obrigado. Até 2019”, respondido con una atronadora ovación por parte del público. Se terminaba el que considero, a título personal, el mejor festival de la Península Ibérica. Hasta el año que viene, Paredes de Coura.