Día especial para Vigo. Aunque solo a medias. El Cine Fraga ha reabierto este viernes sus puertas para políticos y periodistas para acoger la firma del convenio que supone la venta del histórico edificio, una operación en la que Xunta y Diputación de Pontevedra pagan 9,3 millones de euros a Abanca para reactivar un espacio cultural que marcó a varias generaciones de viguesas y vigueses. Las administraciones autonómica y provincial deben ahora culminar la reforma de este recinto que llegó a ser uno de los mejores de Europa y que fue completamente abandonado por la entidad que preside Juan Carlos Escotet.
Acceder a su interior emociona. Afloran sentimientos encontrados. La felicidad surge de los momentos vividos y de las experiencias de todos esos vigueses y viguesas que en estas paredes del Fraga disfrutaron de grandes momentos, algunos de ellos inolvidables. Eso supone el Cine Fraga en la memoria colectiva viguesa, un espacio donde disfrutar de una película o, si ibas a Nova Olimpia -la discoteca que se encontraba en el edificio- para bailar o vibrar con el concierto de grandes artistas de la época como Tom Jones, Miguel Bosé o Raphael. El objetivo ahora es que este edificio histórico y emblemático resurja, vuelva a formar parte del ocio de los vigueses y, por extensión, de los gallegos.
Pero ver el Fraga por dentro a día de hoy también indigna. Evidencia el trato que Abanca ha tenido con Vigo y su único interés especulativo. El polvo en las escaleras o en ese suelo por el que miles de vigueses pasearon para disfrutar de películas como "Grease" o "Parque Jurásico" muestra el abandono total de la entidad bancaria. Solo la memoria puede recrear lo que fue el recinto hace varias décadas, totalmente olvidado desde su cierre en 2001. Las taquillas, la cafetería, el lugar donde se colgaban los carteles de la película. Todo eso figura ahora solo en nuestra mente. En la realidad, es un edifico inmerso en una obra que no se culminó y que Abanca mantuvo paralizada hasta que logró su venta por 9,3 millones de euros.
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Un periódico de finales de 2011, usado en los trabajos de recuperación del Fraga, evidencia esa indiferencia hacia un Cine Fraga que era uno de los epicentros culturales y de ocio de Vigo hasta que se convirtió en un edificio fantasma desde 2001. El Fraga era mucho más que un lugar de proyección de películas. Muchos vigueses recuerdan hoy sus historias personales, el significado que tenía en sus vidas. Un lector relata a este diario que en este edificio emblemático se pudo vivir a lo grande la Eurocopa de 1984, una cita en la España perdió en la final del torneo contra la Francia de Platini por el error mítico de Arconada.
El Cine Fraga inicia ahora una nueva etapa. Esta mañana se ha dado un pequeño paso para el resurgir. Lo hace con polémica, con un pleno extraordinario en el que el Gobierno de Abel Caballero ha solicitado a Abanca la cesión gratuita del edificio. La petición del Ejecutivo municipal llega tarde. Surgió tras conocer el proyecto que Xunta y Diputación tenían para el recinto cultural, un complejo cultural que, ahora sí y tras abonar más de nueve millones de euros, anhela ser un referente cultural más de dos décadas después.
Los más mayores del lugar, llenos de esa sabiduría que otorgan los años vividos, dicen que los tiempos de ahora son distintos. Entre esos lamentos está la pérdida de valores. Inmersos en ese debate plagado de sensaciones, donde posiblemente se idealiza el pasado, emerge la historia de Isaac Fraga, el hombre cuyo apellido da nombre a este edificio emblemático y que apostó por construir este inmueble como un "cariño a Vigo". Así lo recogía el periódico "El Pueblo Gallego" en 1948. El objetivo era dejar huella en la ciudad, impulsar ese carácter monumental. Lo primordial no era solo el retorno económico, era mucho más, era impactar de forma positiva en la vida social de las viguesas y vigueses, una vida que fue mucho mejor desde su inauguración un 27 de marzo con la proyección de la película "Botón de Ancla". Ahora, Abanca, lejos de aquella actitud de Isaac Fraga, decidió dejar en el olvido el Fraga durante dos décadas, convertido en los últimos años como un edificio abandonado en pleno centro de Vigo donde el único uso era como aparcamiento de motos.
"¿Ahí era Nova Olimpia no?", debatían hace unos meses dos mujeres de unos 70 años que se encontraban en Vigo durante la celebración de la Navidad. Ambos espacios convivían en el edificio diseñado por el arquitecto Gutiérrez Soto. Muchos vigueses y viguesas también recordarán dentro de unos días, cuando Víctor Manuel llegue a Castrelos, haber presenciado el recital que el asturiano ofreció en la ya desaparecida sala de fiestas, un espectáculo por el que pagaron 400 pesetas (2,40 euros).
@metropolitanovigo La @Xunta de Galicia y la Diputación de Pontevedra firmaron oficialmente la compra del #Fraga en #Vigo ♬ sonido original - Metropolitano