20:00 horas. Es la hora de la inyección del ánimo. De mostrar a ese enemigo común que es el coronavirus nuestra unidad inquebrantable. Esa reunión diaria que se establece desde el pasado 14 de marzo guarda muchas historias detrás. Cada ciudad, cada barrio realizan su particular homenaje al personal sanitario y a todas esas personas que están en primera línea luchando contra el COVID19. Ese reconocimiento sirve, además, como paréntesis. Es una vía de escape. El germen para fiestas de comunidades de vecinos o incluso para celebrar cumpleaños.
El entorno de Povisa registró este domingo 5 de abril un emotivo tributo a los sanitarios. El homenaje se convierte justo en un momento esperanzador, en una fase en la que parece que España ha logrado ralentizar tanto el ritmo de contagios como el de fallecimientos. Justo cuando el reloj marcaba las 20:00 horas llegaba el momento del homenaje mutuo. El personal sanitario salía a la calle para recibir el calor de la Policía Nacional y de los vigueses que ovacionaban desde sus balcones.
El sonoro aplauso se entremezclaba con el sonido de las sirenas de las ambulancias y los vehículos policiales. Ese sonido que simboliza la urgencia se convierte durante unos minutos en una forma de motivación. Las imágenes son similares a las que vividas hace dos semanas en el Hospital Álvaro Cunqueiro. Son una inyección de energía para mantener la intensidad y la disciplina para volver, poco a poco, a la normalidad.
España supera las tres semanas de confinamiento. Toca afrontar días decisivos, claves para determinar si finalmente se ha superado ese pico de contagios y muertes por el COVID19. Consolidar esa ralentización supondrá iniciar una desescalada por la curva que permitirá reactivar lo antes posible la economía. El Gobierno afronta una etapa decisiva en la que tendrá que evitar rebrotes de una pandemia que ha provocado decenas de miles de muertes en todo el mundo.