El Castillo de Rande sobrevive al “crimen”: así aflora bajo los pilares del puente

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El Castillo de Rande es el gran desconocido de la historia de la ría de Vigo, a pesar de jugar un papel fundamental en nuestra historia. Olvidado durante años y maltratado bajo la excusa del progreso, la fortaleza emerge ahora tras diferentes catas llevadas a cabo durante la ampliación del puente de la AP-9 y el posterior compromiso de Fomento por poner en valor los restos arqueológicos.

El mayor crimen con este testigo clave de la Batalla de Rande no fue la parcial destrucción producto de los cañonazos de la flota anglo-holandesa sino que lo protagonizó el propio Estado con la construcción del Puente de Rande cuando en 1973 incrustó uno de los pilares en plena fortaleza.

En 2010, con la ampliación de la autopista como objetivo, los trabajos arqueológicos autorizados por la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural constataron que “las obras de construcción del puente supusieron una fuerte alteración del castillo y su entorno”. En ese momento la maleza ocultaba todo el conjunto. La fortaleza se había convertido casi en una leyenda. Con todo, y tras la obligación a Audasa de respetar los restos, hoy podemos comprobar el estado actual de la vieja fortaleza con unos muros muy dañados, pero que todavía superan los cinco metros de altura.

Si algo positivo han devuelto las obras de ampliación, que han terminado por rodear la estructura de pilares de hormigón, es que al menos nos permite vislumbrar la fortaleza y -con mucha imaginación- poder imaginar la mítica batalla de aquel 23 de octubre de 1702. No, no es una leyenda, ahí había una fortaleza que intentó parar la incursión de la flota inglesa en la ría de Vigo en busca de los increíbles tesoros del Nuevo Mundo que los galeones españoles portaban en sus bodegas.

Recreación de Xabier Lemos la Batalla de Rande

La historia es de sobra conocida. Unos 350 soldados -la mayoría marineros y hombres humildes- se atrincheraban en una pequeña fortaleza con el objetivo de parar a más de 150 navíos atacantes. El ingenio gallego hizo que se levantara una barrera con una cadena que unía la fortaleza de Rande con la de Corbeiro, en Domaio, hoy ya desaparecida. Sin embargo, la ingeniosa defensa fue rápidamente eliminada por el enemigo y los 19 galeones españoles acabaron arrasados en el fondo del mar.

Grabado del Castillo de Rande elaborado por el vigués Serafín Avendaño (1838-1916)

Cuando comenzó la construcción del Puente de Rande la ley ya protegía a lo que quedaba de la fortaleza. Los vecinos recuerdan que a comienzos de los años 70 todavía sobrevivía una de las torres y las murallas se adentraban en el mar. Pero la autopista recreció el terreno alejando el agua y levantó los pilares del nuevo puente sobre unos restos ya protegidos por entonces por el decreto del 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos que establece que “todos los castillos de España, cualquiera que sea su estado de ruina, quedan bajo la protección del Estado, que impedirá toda intervención que altere su carácter o pueda provocar su derrumbamiento”. Papel mojado.

Sin embargo, en 2014 Fomento se comprometió a recuperar el baluarte. El informe de la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural estableció la obligación de restaurar y consolidar los restos existentes, crear senderos peatonales que faciliten el acceso de los visitantes e instalar señalización y cartelería interpretativa. Además, se requiere difundir la riqueza arqueológica del enclave histórico. Hoy, la vieja fortaleza todavía espera a que se finalice su puesta en valor que nos muestra los crímenes cometidos contra nuestro patrimonio para evitar que algo así vuelva a suceder.

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