La lluvia suele ser ese ingrediente idóneo para aportar épica a toda historia. Algo así sucedió con el concierto de David Bisbal. Fue posiblemente el recital más largo de este verano en Castrelos. No por la duración del espectáculo, sino por la incertidumbre por saber si el almeriense acabaría subiéndose al escenario del Auditorio de Castrelos. Ni la previsión meteorológica ni las intensas precipitaciones que cayeron sobre Vigo horas antes del show impidieron que miles de personas procedentes de diferentes puntos de Galicia y España desafiaran los elementos para ver en directo a uno de los máximos exponentes de la música latina.
El encuentro de David Bisbal era el último concierto en Castrelos del verano. La lluvia tampoco podía aguar el cierre de un ciclo de recitales que han sido multitudinarios. El cantante andaluz también estaba por la labor de triunfar en plena tempestad. "Hoy cantaré sí o sí en Vigo", tuiteaba horas antes del recital mientras compartía la playlist confeccionada por Metropolitano.gal. Su legión de fans le tomaba la palabra. Se tranquilizaba al leer al almeriense. Muchos de ellos ya estaban en Castrelos haciendo cola para poder ver de cerca a su ídolo. Gente de Asturias, Cantabria o País Vasco ya estaban desde las 08:00 horas ataviados con paraguas y chubasqueros para resistir el diluvio que cayó en diferentes momentos del día en la ciudad olívica.
La sombra de la cancelación se fue disipando. Al igual que la lluvia. Las precipitaciones cesarían a partir de la medianoche. El concierto se mantenía. Ya era imparable. Abel Caballero brindó su último "teloneo" del verano en el parque vigués. El regidor vigués acompañó sus ya habituales menciones al alcalde de Nueva York con alguna intimidad del almeriense -que probó el marisco gallego- y anunciando que el próximo año habrá doce "grandes conciertos" en el Auditorio de Castrelos. Todo estaba preparado para vibrar y disfrutar con el último episodio musical del Vigo en Festas 2019. Bisbal apareció pronto ante un público que ya coreaba su nombre. 23:05 horas. Sonaban los primeros acordes de "Quién me iba a decir", un tema que da protagonismo a dos palabras tan empleadas como "lluvia" y "tempestad". Continuó con "Antes que no", esa canción que lanza el mensaje de "sí se puede", una máxima que el andaluz llevó a su máximo exponente durante las casi dos horas que quedaban por degustar.
David Bisbal establecía pronto contacto con su gente. Incluso bajaba al foso para sentir el cariño de esas personas que se mojaron para poder estar cerca de él. Vigo demostraba las ganas que tenía de cantar y disfrutar con las clásicas piruetas del andaluz. En un concierto con un sonido bastante mejorable, las copas de los árboles del Auditorio de Castrelos también acompañaban los bailes al andaluz a causa del viento. La meteorología no era la idónea. Tampoco el barro de la platea ayudaban. Sin embargo, la intensidad y las ganas de Bisbal fue contagiosa. Había ganas de verle de nuevo tras sus actuaciones en 2004 y 2010. El público no dudó en saltar y acompañar al de Almería en cada uno de los éxitos que interpretó.
Hubo tiempo para todo. Hubo mucho baile, pero también momentos románticos. Uno de los más especiales fue "Mi princesa", tema en el que le acompañó Daniel Celso, pianista gallego que, además, tenía a sus padres entre el público. El almeriense también aprovechó la cita para interpretar sus hits más recientes, canciones como "Perdón" o "Bésame" que encendieron a unos asistentes que ya estaban totalmente entregados a la energía de un David Bisbal que dejó para el "bis" dos de los temas con los que comenzó a construir su exitosa carrera musical. "Bulería" y "Ave María", dos canciones que volvieron a sonar en el Auditorio de Castrelos casi una década después.
David Bisbal se despedía agradeciendo el cariño y la fidelidad de sus fans. Sus seguidores fueron los primeros que tiraron de fe para poder disfrutar de su música en una jornada en la que el concierto parecía una quimera. El almeriense destacaba que había venido "de una punta a otra" de España -el martes había actuado en Marbella- y lanzaba el guiño de que se iba a trasladar de Almería para Vigo. El andaluz era el encargado de rubricar el último concierto del verano en ese escenario tan mágico y singular como es el Auditorio de Castrelos. Fue una velada diferente, una noche en la que la música triunfó ante la adversidad.