El proyecto LitterDrone arrancaba a comienzos de 2017. El objetivo era desarrollar herramientas innovadoras para el control y gestión remota de la basura marina a través de drones. A falta de tres semanas para que finalice el estudio, el equipo de investigadores de la Universidade de Vigo, de la empresa Grafinta y de la Asociación Española de Basuras Marinas están ya en disposición de presentar los resultados de su trabajo.
Fernando Martín, investigador del Grupo de Procesado de Imagen y Realidad Virtual (GPI-RV) de la Universidade de Vigo, explica que la parte principal del proyecto era desarrollar un software que procese las imágenes de dron para encontrar y clasificar residuos marinos. Esta parte fue todo un éxito, y "contamos con un programa que aprovecha las tecnologías de los vehículos aéreos no tripulados para obtener imágenes y procesarlas para detectar posibles residuos presentes en las playas o en otras zonas costeras". Esto permite "saber donde hay basura y de qué tipo para ayudar al personal encargado de la limpieza".
La idea de este proyecto nace del plan de seguimiento del Ministerio para monitorizar una serie de playas de todas las provincias costeras, dos de ellas en Pontevedra: Rodas y A Lanzada. Esta campaña de control se realizaba de forma tradicional, inspeccionando las playas y, con la propuesta de LitterDrone se pretende acercar las nuevas tecnologías para la localización e identificación de la basura.
El proyecto se desarrolló durante dos años con un presupuesto total de 392.657 euros, de los que la Unión Europeo puso 312.998 euros. Aebam, entidad impulsora, se ocupó del asesoramiento para la clasificación de los residuos. Grafinta, por su parte, facilitó los drones y también los pilotos (mientras los investigadores de la UVigo no consiguieron el título necesario para manejar los vehículos no tripulados), así como de la realización de la primera parte del procesado de imagen.
Como explica Fernando Martín, "a partir de las fotos que capturan los drones obtienen una sola imagen empleando un programa de de fotogrametría comercial, que genera una especie de mapa completo de la playa". Es en este punto cuando entra en juego la tecnología diseñada por el Grupo de Proceso de Imagen y Realidad Virtual de la UVigo, que se encarga del segundo procesado de las imágenes. Para esto, destaca Martín que "elaboramos un software que ayuda al usuario a hacer un informe sobre los residuos que hay en la playa". Lo primero es localizar objetos sospechosos de ser basura, para después identificar y clasificar los más comunes, diferenciando, por ejemplo, entre botellas de vidrio, de plástico, latas, tapones, bastones de oídos e incluso colillas, si llegan a verse con claridad en la imagen". Otro tipo de desperdicios que el programa no logra clasificar, apunta el investigador, los identifica como algo extraño, pero tiene que ser una persona la que se encargue de revisar e identificar estos objetos.
Cuatro campañas de muestra en Cíes
Para probar la tecnología, los investigadores realizaron cuatro pruebas en dos arenales de Cíes, una en Rodas, que forma parte del plan de seguimiento del Ministerio, y otra en la playa de Nosa Señora. Las pruebas se hicieron en mayo y septiembre de 2017 y en abril y septiembre de 2018, con entre cinco y diez vuelos en cada campaña empleando diferentes drones y diferentes cámaras y tanto con basura colocada a propósito como aprovechando la ya existente en los arenales.
Según los investigadores, este nuevo sistema presenta una serie de ventajas en la lucha contra los residuos marinos, entre ellos, que el uso de drones reduce el tiempo de visualización con respecto al realizado a pie. Además, destacan, es posible monitorizar varias playas próximas en la misma campaña y tomar imágenes e información de lugares de difícil acceso que, de otra forma, no se podrían explorar. Por otro lado, gracias a estas herramientas se puede crear un registro digital con imágenes e informes y hacerlo realizando el trabajo de campo en la oficina, ya que las imágenes de las playas se pueden recibir y procesar en cualquier lugar.
El siguiente paso, llegar al mercado
Con el software ya finalizado, el equipo se enfrenta a un nuevo reto: llevarlo al mercado. La convocatoria BlueLabs contempla como parte del proyecto que el producto o servicio desarrollado se comercialice, y para el grupo I-Mark hizo un estudio de viabilidad económica y un plan de marketing y ahora queda por finalizar el plan de empresa. La finalidad es llevar los resultados del proyecto al mercado como servicio comercial, por ejemplo, creando una spin-off. Para esto están buscando financiación, con la vista puesta en la convocatoria SME para la creación de pequeñas empresas.