El programa de “Vigo cidade de cor” que está cambiando radicalmente la imagen de la ciudad convirtiendo lo que antes eran antiestéticas medianeras en lienzos al aire libre que, sumados, se traducen en un auténtico museo al aire libre, sigue creciendo. Esta semana los artistas de la última edición están ya creando sus obras en diferentes fachadas a lo largo y ancho de la ciudad. Vigo suma también una creación especial, tanto por su valor simbólico como por el artista responsable de la obra. Un francés se ha instalado en Coia, pero en lugar de mensajes de guerra, llega para recordarnos aquello que no debe volver a suceder.
En la avenida de Castelao 29, el artista Diego AS se encargó en los últimos días de dar vida a un mural que busca servir como homenaje a la fiesta histórica de la ciudad, la Reconquista, pero además también muestra un carácter antibelicista que, en tiempos como los actuales, está de plena actualidad. Frente a las armas, flores. Porque nada justifica la guerra, el autor ha decidido representar a un soldado francés que en lugar de una bala tiene una rama de olivo en su fusil sirviendo como una llamada urgente a la paz. Una rama que además de conectar directamente con un mensaje pacifista también lo hace con el espíritu de la propia Vigo, al ser el olivo su emblema. "Busca simbolizar que no tiene sentido realizar reconquistas como la que intentaron los franceses, y más en tiempos como los actuales", explica a Metropolitano.gal el artista en clara referencia al conflicto de Ucrania.
El gallego Diego AS es, además, uno de los artistas españoles más reconocidos a nivel internacional y creador del que fue elegido mejor mural del mundo en el año 2021 por la web especializada en arte urbano Street Art Cities. Se trata de un icónico Julio César de 20 metros de alto pintado en tonalidades grises frente a la muralla romana de Lugo. Ahora la ciudad olívica tiene el honor de acoger una de sus obras.
El de Vigo es un mural especial en la trayectoria del artista ya que es el de mayor altura que ha pintado al superar ampliamente los 30 metros. Diego Anido Seijas, conocido como Diego AS, buscaba plasmar en la fachada un hecho histórico en la ciudad, simbolizando además la paz. "Quería que el concepto de una invasión quedara plasmado señalando que es algo que no puede estar pasando en pleno siglo XXI como sucedió hace no tanto en Vigo", explica para apuntar que la elección de un francés genera cierta "controversia" porque ha elegido precisamente al invasor.
Con solo 33 años ya se encuentra entre los creadores más valorados del panorama nacional del arte urbano. Natural de Lugo, ha pintado sus grafitis en ciudades como Oviedo, Málaga, Madrid, Barcelona, Oporto, además de su propia ciudad, convertida en un auténtico estudio al aire libre. Ahora, Vigo tiene el orgullo de poder sumar una obra de este gallego que ha dado la vuelta al mundo con su arte. "Llevaba años queriendo pintar aquí", explica a este diario. Ahora, en unos días, tomará camino a Asturias para seguir llevando su arte a los diferentes rincones de España, pero el lucense ya planea regresar a la urbe gallega. "Ahora tengo que pintar en la fachada de enfrente, me toca hacer un vigués frente al invasor", señala.
Los murales de Vigo, reconocidos internacionalmente
La numerosa colección de arte urbana que se extiende por la ciudad olívica se traduce también en premios internacionales. Es el caso de la obra de Lula Goce en el entorno del Mercado das Travesas. Su mural, definido por la propia autora como una "master piece" fue elegido por Street Art Cities, como uno de los mejores del mundo.
La publicación, que elabora un ranking con las mejores obras artísticas del mes, situó al mural como el séptimo más destacado de todo el planeta. Se trata del mural más alto que la artista de Baiona ha elaborado en su dilatada carrera que le ha llevado a diseñar obras de arte en medio mundo, desde Nueva York a Madrid, pasando por México o Hannover.
El mural situado en la Avenida de Florida muestra a dos mujeres bajo el mar rodeadas de peces mitológicos, plantas marinas y anémonas. Una de ellas susurra algo a la otra, pero como un buen secreto, no podemos más que imaginar cuál será el mensaje. La artista buscaba con esta pieza rendir homenaje a trabajadoras y clientes del Mercado, que está frente a la obra.