El profesorado y el alumnado del IES de Chapela no puede más. Y tras agotar todos los cauces posibles, ha decidido pedir auxilio a la Organización Mundial de la Salud ante el elevado nivel de ruido que sufren provocado por la negativa de Audasa a instalar pantallas acústicas que aíslen a la autopista del núcleo urbano más próximo en Chapela.
Desde el centro educativo le explican a la OMS que aunque Audasa, concesionaria de la AP-9, reconoció en 2012 que la zona próxima al instituto es el área “más expuesta” de toda la autopista a los ruidos, sigue sin instalar los elementos protectores. Más de 3.300 vehículos circulan a por hora durante las mañanas, con la contaminación acústica y la polución que esto supone.
En el escrito, firmado por el director del centro, Miguel Pérez Lorenzo, se recuerda al organismo internacional que en 2016 se amplió la autopista acercándola más al centro educativo, provocando “un mayor volumen de automóviles y velocidades más altas”. Ese año Audasa se comprometió a instalar las pantallas acústicas. Cinco años más tarde nadie las ha visto.
Por regla general, la denominada banda de “molestias acústicas” se establece entre 55 y 65 decibelios (dB). El Real Decreto 1367/2007 establece la intensidad acústica máxima en 55 dB para los sectores sanitario, educativo y cultural, 60 dB para uso residencial y 65 dB como límite máximo de tolerancia al ruido ambiental. El Centro de Salud y el IES de Chapela soportan valores mayores a 65 dB.
“La AP-9 tiene 40 años y apenas ha sufrido inversiones de mejora desde su inauguración. Esta falta de inversión por parte de Audasa contrasta con la intensa densidad de tráfico de la AP-9 cuyos peajes se encuentran, sorprendentemente, entre los más caros de España”, reflexionan en el escrito.
La situación ha empeorado este año, debido a la necesidad de mantener las ventanas abiertas para favorecer la circulación del aire debido a la pandemia del Covid-19. Ante todos los problemas y la falta de respuesta, el centro pide “humildemente” la intervención de la OMS para poner fin a esta crisis, que está causando “estrés, fatiga, irritabilidad, hipoacusia” entre profesorado y alumnado debido al “ruido constante día a día”.