Una de las joyas del Casco Vello de Vigo, y cuya rehabilitación se erige en fundamental tanto por su envergadura como por su historia, está a punto de finalizar para abrir sus puertas, en un proyecto que se prolonga ya durante más de un lustro. Situado en la calle que le da nombre, el Pazo da Oliva -oficialmente bautizado como Palacio de la Oliva- encara la fase final de una larga rehabilitación global que ha permitido recuperar un edificio situado en el borde del Casco Vello y que promete convertirse en una de las referencias en el ocio y la gastronomía de la ciudad.
La rehabilitación es fruto de la apuesta del grupo vigués Interatlantic, a través de su brazo Getting Back Stones (GBS), para recuperar edificios históricos de la ciudad. Suma otras dos promociones en Joaquín Yáñez -en un edificio de viviendas cuya rehabilitación está también finalizando- y en Abeleira Menéndez con vistas a la nueva Porta do Sol. Sin embargo, por su carácter icónico y su rehabilitación en altísimas calidades, la del pazo que otrora perteneció a los Valladares se ha convertido en una referencia. La reforma, firmada por el estudio Villacé y Cominges, se planteó con espacios “lo más libres y abiertos posible, de modo que puedan ser adaptados con el tiempo a distintas actividades sin que el edificio en su conjunto ni la identidad global del Palacio del Marqués de Valladares se vean comprometidos”. El resultado es asombroso. Materiales de altísimas calidades, grandes salones con lo último en tecnología y un diseño de lujo muy poco habitual en la ciudad.
En total, se ha actuado en una superficie construida de 4.700 metros cuadrados que cuenta con un aforo cercano a las 1.000 personas. El edificio se distribuye en cuatro sótanos -donde se encuentran un garaje con unas 40 plazas- y cinco plantas, una de ellas una entreplanta, además de un gran jardín concebido como un balcón a la Ría de Vigo. Este espacio se abrirá al público y al fin vigueses y viguesas podrán disfrutar de un entorno que siempre ha estado restringido para la mayoría de los ciudadanos. Su uso era exclusivo de la alta sociedad del momento. Destacan sus tres grande salones, donde se podrán realizar eventos, desde bodas a encuentros sociales, culturales o financieros. El pazo cuenta también con una icónica escalera curva de 30 toneladas y una sala con enormes pantallas concebida como espacio de conciertos o teatro.
La apuesta del grupo pasa ahora por dotar de vida al edificio, y para ello se ha apostado por uno de los chefs más reconocidos de Galicia. El estrella Michelin Pepe Solla se encargará de dotar de contenido al pazo a través del apartado gastronómico sobre el que gira todo el concepto del edificio con productos de primera calidad y una oferta innovadora y multidisciplinar. La propuesta se dividirá en tres opciones. Habrá un restaurante de alta cocina con un máximo de 45 o 50 plazas que abrirá diariamente, otra opción de restaurante informal y una zona de coctelería. "Este edificio es un emblema y queremos ser emblema con un gran producto tratado desde la honestidad y humildad donde comer bien en el centro de Vigo", expresa el chef estrella Michelin Pepe Solla para explicar que el objetivo es "convertirse en punto de encuentro de todo Vigo". Durante sus mejores años, el Pazo fue el epicentro de reuniones de la alta burguesía local y ahora busca volver a recuperar su posición central en los encuentros sociales de la urbe viguesa.
Aunque el proyecto salió a la luz en 2016 y se planteó su apertura para el verano de 2018, las obras se han prolongado en el tiempo y se han visto ralentizadas por la aparición de restos históricos y el estallido de la pandemia. Con todo, las dificultades son ya algo del pasado y finalmente esta joya arquitectónica del casco vello vigués vuelve a brillar de nuevo. Según explica Luis Cabaleiro, director general de Interatlantic Fish, el plan fija el 15 de noviembre como fecha para la apertura, aunque intentarán "hacer una fiesta a principios de octubre coincidiendo con Conxemar".
Valor histórico y patrimonial
El edificio de “enormes dimensiones” para la realidad de un conjunto histórico, según se recoge en la ficha del PEPRI del Casco Vello, ocupa una gran parcela en el entorno de la calle Oliva, junto a la Concatedral y cuenta con una estructura típica de los pazos urbanos decimonónicos, aunque con múltiples añadidos posteriores como galerías de madera y diferentes balcones. Con la rehabilitación, la ciudad gana un edificio de enorme valor que durante más tiempo de lo deseado permaneció abandonado y en decadencia.
El solar, que ocupa toda una parcela entre las calles Oliva, Xoanelo, Baixada á Fonte y Laxe, también puede presumir de una interesante historia, no en vano ha estado ocupado desde la época romana y en él se ha producido el hallazgo de una necrópolis. Con respecto al actual edificio, la asociación Amigos de los Pazos sitúa su existencia, al menos, desde el año 1700, vinculado a la casa del Marqués de Valladares.
Lo que no se podrá recuperar es un pasadizo que unía el edificio al actualmente conocido como Edificio Cambón, actual sede del Parque Nacional das Illas Atlánticas. Ambos inmuebles, situados uno frente al otro, estuvieron unidos por un pasadizo que formaba un arco, similar al que une la Praza da Princesa con Joaquín Yáñez. Desgraciadamente este “Pasadizo da Marquesa” fue derribado en 1897 para ampliar la calle.
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