¿Sería posible tener una gran avenida urbana, céntrica y peatonal, totalmente cubierta para ‘salvarse’ de la lluvia en invierno? La premisa fue, durante un tiempo, un deseo de una asociación de comerciantes de Vigo, que incluso convocó un concurso de ideas y estuvo a punto de lograrlo. La historia, llena de bandazos y cambios, forma parte del pasado de Vigo y es uno de esos proyectos que pudieron cambiar el Vigo que hoy conocemos. Para muchos, es una historia completamente desconocida.
Mientras en Japón disponen de las shōtengai, un concepto que podría asemejarse, con matices, a una calle techada, en Galicia el modelo es casi inexistente. Existe el espacio de Área Central, por ejemplo, en Santiago de Compostela, aunque está concebido más como centro comercial que como calle de la malla urbana de la ciudad. En Vigo, lo más parecido es la Rúa da Pescadería, más conocida como la Rúa das Ostras, un pequeño tramo del Casco Vello con una cubierta de cristal que busca proteger a las ostreiras y turistas.
Sin embargo, la que es hoy la calle más comercial de toda la urbe gallega, Príncipe, podría estar completamente cubierta. A comienzos de los años 2000, concretamente en 2005, la asociación de comerciantes de la calle organizó un concurso arquitectónico para cubrirla. Pero finalmente todo quedó en una idea.
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La llamada de los comerciantes se tradujo en 13 propuestas, que apostaban por diferentes ideas con distintos grados de innovación y coste. Pero ninguna convenció al completo a la asociación y se acabó por declarar desierto, para enfado de muchos de los estudios que concurrieron.
La prensa de la época recogía el disgusto y quejas de algunos de los estudios de arquitectura, que no entendían una decisión que consideraban arbitraria y poco argumentada.
¿Cubrir la calle Príncipe al completo?
Las ideas presentadas fueron muy heterogéneas. Para salvar los muebles, el jurado decidió entregar cuatro accésits. Uno de ellos fue el de Alfredo Sirvent, que presentaba una curiosa alternativa ideada como una “suerte de paraguas con resonancias vegetales”. Eran unas cubiertas zigzagueantes que pretendían amparar parcialmente la lluvia y tenían forma de hoja, buscando “un parentesco” con las propias hojas del Olivo del Paseo de Alfonso XII.
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Otra de las ideas, de las más ambiciosas, fue la del prestigioso estudio CDB Arquitectura. Tenía un presupuesto de seis millones de euros y presentaba un espacio abovedado adaptado a las características de Príncipe.
El diseño tuvo que enfrentarse a la irregularidad de los edificios de la calle, con tamaños, formas y alturas distintas. La cubierta se concibió en cualquier caso como un continuo que perseguía “una vinculación urbana entre los extremos de la calle, el encuentro de las calles Colón y Urzaiz, y la Puerta del Sol”, explicaba el estudio.
La dirección de los pórticos fue el resultado de unir las distintas medianeras de ambos lados de la calle, lo que permite ir adaptando la altura de cubrición a las distintas edificaciones, señalaban. Se optaba por una cubierta textil a base de láminas de ETFE (copolímero modificado de etileno y tetrafluoruro de etileno) en una geometría que permitía absorber el viento. Además, se buscaba un filtrado de la luz solar con diferentes intensidades. En total, ocuparía más de 5.000 metros cuadrados.
En el lado contrario, una de las ideas más sencillas y económicas fue la presentada por las arquitectas Andrea Rodríguez y Verónica Zúñiga, que presentaron algo así como una “cubierta individual”. Es decir, se instalarían dispensadores de paraguas, ponchos o sombreros gratuitos y que habría que devolver al final de la calle. Era una propuesta ingeniosa y económica, por lo que consideraron como “excusa” el argumento de declarar desierto el concurso por el alto coste de las propuestas.
Co todo, y a pesar del concurso desierto y la polémica, los comerciantes insistieron y menos de un año más tarde anunciaron que encargaban una propuesta conjunta de los cuatro ganadores del accésit para diseñar una cubierta parcial en la calle. Tampoco salió nada en claro de ahí y en 2007, volvieron de nuevo a llevar el debate a los medios e incluso presentaron al alcalde su plan dentro de un proyecto global de “Vigo, ciudad de compras” para apostar por una propuesta abovedada anclada en lo alto de los edificios. Pero, de nuevo, se quedó en solo una idea.
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