El Puerto convoca un concurso público para convertir el faro de Cabo Silleiro en hotel

Atardecer en Cabo Silleiro // iStock/JulioConde

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El "interés suscitado en los últimos meses entre varias empresas" para reconvertir en hotel el faro de Cabo Silleiro, en Baiona, ha animado a la Autoridad Portuaria de Vigo a convocar un concurso público al que se podrán presentar todas aquellas firmas que estén interesadas en este nuevo uso.

La institución que preside Jesús Vázquez Almuiña tiene claro que "valorará positivamente el proyecto que presente una actuación que englobe a los dos faros situados en la villa, tanto al nuevo como al viejo". Hasta el momento, la empresa Landscope y un empresario han sido las primeras firmas interesadas en hacerse con la concesión administrativa para la explotación de las instalaciones con destino a actividad hostelera y de restauración. Sin embargo, con la convocatoria de un concurso público, abierto a otras ofertas, la Autoridad Portuaria de Vigo espera que más empresas presenten nuevos proyectos que engloben a ambos faros.

Esta actuación se enmarca en las acciones previstas por la Autoridad Portuaria de Vigo para la puesta en valor del conjunto histórico de los faros de Cabo Silleiro y está enmarcada en la estrategia de Crecimiento Azul del Puerto de Vigo, concretamente en su apuesta por la conservación y puesta en valor del patrimonio cultural y natural ligado al ámbito portuario.

El faro más nuevo de Cabo Silleiro está situado a una altura de 30 metros sobre el terreno y a 85 sobre el nivel del mar. Da una luz blanca en grupos de 2+1 destellos cada 15 segundos y tiene un alcance de 35 millas. Fue construido en 1924 sustituyendo al antiguo faro, que funcionó por primera vez el 31 de marzo de 1862 y daba una luz fija blanca con un alcance de 17 millas. Del antiguo faro aún se conserva la fachada de granito en primera línea de costa a unos 800 metros al NNO del faro actual sobre las restingas que despide el cabo.

El faro actual se construyó para dar respuesta a la necesidad de lograr un mayor alcance de la luz. Para ello, fue necesario elevar considerablemente la altura del plano focal y colocar un aparato luminoso de mayor potencia, premisas que en la torre antigua era imposible conseguir. El faro fue inaugurado el 8 de agosto de 1924 y durante un mes funcionó simultáneamente con el faro viejo, por entonces atendido por el torrero Juan Prego.

El autor del primer proyecto fue el ingeniero Ramón Martínez Campos, reformado después por Mauro Serret, que dirigiría finalmente las obras auxiliado por el torrero Juan Gutiérrez. Los trabajos se adjudicaron en 158.254 pesetas. Sin embargo, cuando el faro llevaba apenas cinco meses funcionando, en la noche del 21 al 22 de diciembre se declaró un incendio en la cámara de servicio al caerse un quinqué sobre algodones empapados en petróleo que eran utilizados para limpiar los derrames que se producían al cargar los depósitos. En aquel momento, se encontraban en la cámara los torreros Ildefonso Ruíz Mayorga y Antonio Bruno, además de una hija de éste. Intentaron sofocar el incendio sin éxito: el primero pudo escapar por la escalera, mientras que los dos últimos buscaron refugio en el balconcillo exterior, sufriendo los tres quemaduras de importancia.

A pesar de ello, una vez extinguido el incendio, trataron de ponerlo de nuevo en funcionamiento con la lámpara de socorro en medio del duro temporal que azotaba aquella noche, pero las averías producidas eran tales – la linterna perdió 18 cristales- que no fue posible. Por ello, hubo que volver a rehabilitar apresuradamente el faro antiguo en lo que se reparaba el moderno y así funcionó, hasta que, por fin, la noche del 13 de julio de 1925, comenzó a funcionar el actual faro de forma definitiva.

El 15 de septiembre de 1932 la electricidad sustituyó al petróleo como fuente luminosa. Inicialmente, el faro funcionaba con una lámpara de 1500w que, posteriormente, fue sustituida por una de 3000. En 1955 se convirtió en aerofaro acoplándole unas lentes que producen un haz aéreo de 70º sobre la horizontal y que puede ser identificado por los aviones hasta una distancia de 20 km.

En él se instaló uno de los primeros radiofaros ya en 1926, cambiándose en 1952 por otro más moderno modelo LB-100 de Standart que funcionaba en cadena con los radiofaros de Cabo Villano y Cabo Fisterra. Posteriormente, ese equipo fue sustituido por otro Marconi que se ha mantenido en funcionamiento hasta fechas recientes.

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