El Sinsal lleva la cultura al corazón del Vigo industrial

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Fue como una "bonus track". El Sinsal regaló su último evento del año. Lo hizo en Vigo. Como una extensión de lo vivido y disfrutado en San Simón a finales de julio, el evento proponía dos jornadas de música y cultura ligadas a la ría de Vigo pero con el Museo do Mar como protagonista. El factor diferencial llegaba en su desenlace. Dos conciertos, simultáneos, en dos Freire y Cardama, dos de los astilleros que simbolizan el marcado carácter industrial de la principal ciudad de Galicia.

El Sinsal hace magia. Ha creado una marca que ha traspasado todas las fronteras de Galicia e incluso España. Su éxito y su trascendencia va más allá del cartel enigmático del festival de San Simón. En esta ocasión, conocíamos la programación musical. La principal novedad era esa simbiosis entre el Vigo industrial y el cultural. El evento lograba convertir un astillero en el escenario de un festival de música. Freire albergaba la actuación de la pianista María del Mar Blanco mientras que los sonidos del brasileño Castello Branco ponían banda sonora a las enormes estructuras de Cardama.

La experiencia volvió a ser única. Sinsal se convirtió de nuevo en un festival didáctico. Casi pedagógico. Su extensión otoñal ha sido una lección. Primero que el otoño también es tiempo de festivales. Pequeños y mayores disfrutaron de las actividades del sábado. Ocho conciertos, dos obradoiros y una visita guiada para descubrir los encantos del Museo do Mar. Sin embargo, todavía quedaba lo mejor. El evento acercaba los astilleros a la cultura y al público general. El acierto fue total. También la apuesta de Freire y Cardama por abrir sus puertas a la gente, una forma de despertar la curiosidad y disfrutar de la música en directo en dos escenarios históricos en la urbe gallega.


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El festival mantuvo en esta extensión celebrada este fin de semana su unión con el mar y el patrimonio. Su propuesta no se entiende sin la ría de Vigo. Tampoco sin ese componente histórico. Sinsal logró recuperar San Simón, una isla clave para entender nuestra historia, para conocernos incluso a nosotros mismos. Ahora nos acerca a los astilleros, lugares claves para entender la lucha obrera y uno de los máximos exponentes de un Vigo industrial que ha demostrado este fin de semana que también es una ciudad cultural.

El poso de esta experiencia del Sinsal en Vigo es apasionante. El público ha respondido agotando todas las localidades para los dos conciertos. La propuesta lo merece, una oferta que tiene cabida en la ciudad y que, esperemos, se repita dentro de unos meses. La botadura del festival ha sido un éxito. Industria y cultura pueden navegar juntos. Que sea por mucho tiempo.

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