Las “Pantallas” de Xinzo de Limia. Los “Cigarróns” de Verín. Los “Peliqueiros” de Laza. Juntos conforman el “triángulo mágico” del Entroido de Ourense y han sido exportados internacionalmente por su gran valor cultural y etnográfico. Sin embargo, un pequeño municipio del área de Vigo cuenta también con un ancestral “Entruido” que ha sobrevivido contra viento y marea durante más de 138 años.
“En 36 km2 sumamos todas as tradicións do Entroido de Galicia”. Con esta contundente frase el alcalde de Salceda de Caselas, Marcos Besada, defiende la importancia de sus fiestas más paganas. Como gran parte de los municipios de Galicia, Salceda se convierte cada carnaval en un pequeño Brasil con sus carrozas y desfiles al más puro estilo de Rio de Janeiro. Sin embargo, una tradición única enraíza desde al menos 1881 en el corazón de dos barrios.
Son vecinos de la misma parroquia y se cruzan cada día, pero cada carnaval el pequeño río que los separa, el Regato da Ameixoa, se convierte en una auténtica frontera infranqueable. Desde que arranca el año y hasta que llega el Martes de Entroido, el secretismo, la rivalidad y hasta el espionaje se convierten en una tónica habitual de sus quehaceres cotidianos.
Los vecinos de A Feira y Castro Barreiro, que no suman más de un par de centenares de personas, trabajan duro para que su barrio luzca por encima de su rival. Para ello es esencial no desvelar nada hasta el último momento. Un particular secretismo que deriva en una incompresible falta de promoción de las verbenas de cada noche hasta unos días antes de su celebración. Nadie puede saber nada sobre ningún aspecto de la celebración.
El Entroido, o Entruido como se denominaba en esta zona, corre por las venas de sus habitantes. Desde el año pasado los vecinos de A Feira han recuperado los Cabaleiros, Damas y Mamarrachos, figuras históricas que recuerdan a las del triángulo mágico ourensano. Desde ese momento, tratan de convencer a sus “rivales” de Castro Barreiro para que hagan lo propio y recuperen también a sus danzantes porque, como reconoce Martín Acuña de la Asociación Cultural de A Feira, “un barrio sin el otro no tendría sentido”.
Por ahora, la recuperación del aspecto más tradicional camina lentamente y este año habrá una mayor presencia de caballeros y mamarachos, que se encargan de “castigar” a quienes olvidaran su disfraz. Sin embargo, este enfrentamiento desemboca en su momento “cumbre”, un desfile que, sin embargo, también se ha “brasileñizado”.
Todo se remonta al menos a 1881, fecha que figura en una carta conservada hasta hoy en la que una vecina de A Feira le pedía a sus hermanos inmigrados en Brasil que le dieran ideas y enviaran unos paños para llevar en el Rancho de Entroido. Con el paso del tiempo el “enfrentamiento” fue adquiriendo un tono más similar al brasileño con un desfile en el que uno y otro luchan por lucir la mejor comparsa mientras desde los altavoces se menosprecia al rival. Una rivalidad que finalizará bien entrada la madrugada de las noches del lunes y martes, cuando la carretera que une la verbena de cada barrio se convierte en un ir y venir de vecinos que comprueban dónde suena mejor la música. Eso sí, según avanzan las horas la rivalidad muda hacia un fraternal encuentro del que, quizá, también brotarán parejas entre vecinos de uno y otro lado del río.