Fangoria convierte el Auditorio de Castrelos en una "macro discoteca"

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Fangoria demostró anoche en Castrelos que no hace falta agotar las entradas en horas para convertirte en el concierto más multitudinario hasta la fecha. El aspecto de las gradas, la zona gratuita, era semejante al de las citas anteriores, pero el foso estaba abarrotado. Se recuerdan pocos espectáculos en el auditorio al aire libre del parque vigués con tanta gente en la platea. La nostalgia también triunfa. Y en este sentido, Alaska y Nacho Canut son expertos. Esa especialidad es el ingrediente principal de su último disco "Extrapolaciones y dos preguntas 1989-2000", un álbum en el que versionan temas que marcaron las décadas de los 80 y los 90.

El resultado fue un nuevo viaje en el tiempo, un trayecto al siglo pasado. Al igual que sucedió con Tom Jones, Fangoria nos llevó también al siglo XX, aunque los hits se centraron en esas dos décadas en las que España empezó a digerir la democracia y a luchar por los derechos. Es ahí donde reside otra de las fortalezas de Fangoria y, sobre todo, de su líder Alaska, que convirtió por aquel entonces sus temas en himnos para el colectivo LGTBIQ+. La artista originaria de México ha traspasado la frontera de lo musical. Por eso, en la recta final del concierto, cuando sonó "A quién le importa" el Auditorio de Castrelos gritó como nunca para que nadie se atreva a frenar o a quitar los derechos que tanto ha costado conseguir.

Antes de ese "bis" pletórico, hubo cerca de dos horas de espectáculo. Fangoria fue puntual. Un telón se abría a las 23:00 horas. Sonaban los primeros ritmos de la que iba a ser una noche para el recuerdo, una velada en la que el Auditorio de Castrelos presentaba sus mejores galas. Alaska y Nacho Canut no sorprendían. Abrían con "Espectacular" ante un público totalmente entregado, conquistado por los ritmos y las coreografías de temas que, al final, forman parte de la banda sonora de su vida.

Fangoria también fomentó esa conexión con el público incluso desde antes de salir al escenario. Alaska, que cambió de vestuario varias ocasiones durante el recital, y Nacho Canut colgaron en su perfil de Instagram una imagen desde el camerino de Castrelos. "Gracias Vigo", eran las primeras palabras de la artista, que agradecía la presentación del alcalde Abel Caballero, que mantiene su práctica de telonear a todo aquel que actúe en el auditorio al aire libre del parque vigués.

El repertorio ofreció más de 20 temas, un "setlist" que permitió bailar durante cerca de dos horas en los prolegómenos del Día de Galicia. Como en la mayoría de conciertos, la locura se dejó para el final. El desenlace siempre debe ser por todo lo alto. Fangoria reservó dos de los himnos de Alaska, "Ni tú ni nadie" y "A quién le importa", posiblemente el mejor epílogo para cerrar una noche en la que miles de personas volvieron a finales del siglo XX para bailarle a la libertad y a la diversidad.

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