Abandonado y olvidado, el Pazo da Raposeira ‘renacerá’ en los próximos meses. Hace unas semanas el Concello de Vigo anunciaba la adjudicación de las obras que, a través de fondos europeos, permitirán recuperar una de las casas señoriales más emblemáticas de la ciudad, que lleva décadas pudriéndose. Sin embargo, muchos desconocen su historia.
También conocido como Casa d’A Raposeira, este pazo es un misterio para la mayoría, en parte debido a que por decisiones más que cuestionables acabó quedando cercado entre una gran superficie comercial y naves industriales. Ubicado en Sárdoma, junto a la Avenida de Madrid, su titularidad es pública gracias a un acuerdo de 1986 que permitió construir el hipermercado Alcampo.
Aunque en origen la propiedad contaba con un enorme terreno, ahora se reduce a unos 4.800 metros cuadrados, donde se incluye el pazo y sus jardines, dos de ellos de estilo francés. El primero está situado en el patio de armas y el otro en uno de los accesos. También destaca su hórreo, de casi 12 metros de longitud apoyado en 12 pies de granito, lo que nos destaca la importancia de la propiedad. También se conserva todavía un cruceiro y una fuente.
El informe histórico encargado a la empresa “Data Gestión Cultural” descubre además curiosidades sobre el inmueble, así como interesantes imágenes. Por ejemplo, no se conservan licencias de obras en libros municipales, ya que se encuentra ubicado en el antiguo Concello de Lavadores y buena parte de la documentación se ha perdido. ¿Pero a quién perteneció? El estudio hace referencia al historiador Rafael Rodríguez Fernández-Broullón para explicar que, a lo largo de su historia, pasó por las manos de las familias Araúxo, Arce, Montenegro y Saavedra. Así, el primer documento que se encuentra, un testamento de 1616, establece como propietario a Antonio López Araúxo, que se dedicaba al comercio y llegó a ser alcalde de Vigo, según el estudio histórico de la memoria constructiva. El escudo de los Araúxo se encuentra en una de las fachadas. Sin embargo, “su mayor esplendor” se daría con la familia Arce. Aunque fue cedido dentro del convenio par construir el hipermercado en 1986, su última propietaria, Rosario Montenegro López Saavedra, disponía de derecho de usufructo hasta su fallecimiento. En 2013 pasó a manos municipales.
La reforma que ahora se emprenderá creará diferentes espacios para uso social, vecinal y cultural. Se mejorará la envolvente térmica y las carpinterías exteriores, además de la retirada de elementos para dejar el edificio en su arquitectura original. En la finca se recuperarán los jardines de trazado francés, el jardín del huerto y la “recuperación” de los árboles. En concreto, se prevé mantener olmos, nogales, higueras, camelios, palmeras y varios árboles frutales.