La complicada situación en Vigo de los tripulantes del Karar que salen este miércoles de prisión

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Los 14 tripulantes del MV Karar, interceptado en abril de 2020 cuando navegaba hacia Vigo con 3,8 toneladas de cocaína, y que estos días están siendo juzgados junto a otras 14 personas por ese alijo (entre ellas, Juan Carlos Santórum), saldrán este miércoles de la prisión de A Lama, al expirar el plazo máximo de cuatro años de prisión preventiva.

Estos acusados, nueve de Nepal y cinco de Bangladesh, fueron detenidos a bordo del Karar el 25 abril de 2020, cuando el barco fue abordado por efectivos de Policía Nacional, Vigilancia Aduanera y la Armada. A bordo viajaba también un gallego, José Manuel B.G., que está en libertad provisional, y que viajaba a bordo del Karar con la finalidad de llevar el recuento de los fardos de droga, según él mismo ha reconocido.

Tras llegar a tierra ingresaron en prisión provisional, situación que se prorrogó hasta este miércoles. Precisamente estos días se está celebrando en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, el juicio por este transporte de droga y estos tripulantes han sido los primeros en declarar.

Todos ellos han reconocido los hechos y han admitido que, cuando el Karar salió de Panamá, a finales de marzo de 2020, ya sabían que iban a recoger un cargamento de cocaína (como así sucedió, a principios de abril frente a las costas de Colombia) y que su destino final era Vigo, tras alijar la droga.

Este miércoles salen de la cárcel esos 14 tripulantes, aunque la Audiencia ha determinado que deberán comparecer quincenalmente en sede judicial y se les ha retirado el pasaporte; además, el próximo 14 de mayo deberán presentarse en la Ciudad de la Justicia, para la continuación del juicio.

Los servicios sociales han intentando buscar alojamiento para estas personas que no tienen contactos familiares en Galicia ni ninguna red de apoyo más allá de esos servicios sociales de prisión. Sus propios letrados tratan de buscar una solución ya que, por motivos religiosos, han rechazado las opciones de alojamiento que podían ofrecerles instituciones gestionadas por órdenes religiosas católicas. A esto se añade la barrera del idioma ya que, salvo uno de ellos, que tiene algunos conocimientos de español, el resto solo se comunican en sus lenguas o en inglés.

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