Hace dos años y medio que arrancaron oficialmente las obras de ampliación de uno de los iconos de la ría de Vigo: el Puente de Rande. Después de numerosos estudios, cambios de proyectos, peticiones de un nuevo puente sobre la ría, etc., la ministra Ana Pastor anunció que Rande contaría con dos nuevos carriles, adosados lateralmente, en ambas direcciones.
Desde entonces, las obras de ampliación han avanzado, no sin problemas, con acusaciones de “explotación laboral” por parte de los trabajadores debido a las condiciones impuestas por la constructora, La UTE del Grupo Puentes y Dragados. No en vano, un trabajador murió este verano.
Sin embargo, dejando atrás la polémica y el coste, superior a los 130 millones de euros, en plena Semana Europea de la Movilidad cabe preguntarse si en esta ampliación se ha pensado en la sociedad del futuro, la eco-movilidad y la sostenibilidad.
Antes de las obras, el puente, que forma parte de la arteria atlántica que supone la autopista AP-9, estaba totalmente vetado a peatones y bicicletas. Por ello, hace hoy dos años, Pepe Fernández, inició una campaña en Chance que pedía incluir en el proyecto soluciones alternativas al tráfico rodado.
“¿Por qué no acercar aún más ambas orillas de la ría y comunicar por vía peatonal ambos márgenes, posibilitando un trayecto a pie y en bicicleta y dotando a la ría de Vigo de un mirador privilegiado?”, se aseguraba en el texto de la campaña.
Hoy, el proyecto avanza en su fase final en una contradicción palpable. Habrá más carriles para soportar los atascos del verano hacia y desde O Morrazo, pero continuará aislando a peatones y ciclistas. Para poder realizar una ruta en bicicleta entre Vigo y Moaña, por ejemplo, seguirá siendo necesario “cruzar” por el interior hacia Redondela. Una ruta, en la práctica, solo apta para el deporte profesional.
No es imposible: otros puentes “ciclables” en el mundo
La solución sostenible para Rande no sería única en el mundo. Existen numerosos puentes que combinan tráfico de vehículos con ciclistas y peatones, diseñando carriles para cada uno de ellos.
Golden Gate Bridge, San Francisco, Estados Unidos
Uno de los iconos mundiales de EE.UU., el Golden Gate, construido en los años 30 en la bahía de San Francisco, cuenta con carriles específicos para ciclistas y peatones, protegidos y separados del resto de tráfico rodado.
Puente de Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos
El majestuoso puente de Brooklyn, en Nueva York, soporta cada día más de 145.000 vehículos que se dirigen desde o hacia Manhattan. Sin embargo, esto no le impide combinar también tráfico de ferrocarriles, de ciclistas y de peatones en el que quizá sea una de las sendas aptas para peatones más transitadas del mundo.
Tower Bridge, Londres, Reino Unido
El icono por excelencia de Londres combina también tráfico rodado y vehículos. Y todo además teniendo en cuenta sus especiales características al tratarse de un puente basculante.
Sydney Harbour Bridge, Sydney, Australia
Con sus 85 años de historia el puente de la bahía de Sydney es otro ejemplo de convivencia perfecta entre vehículos y peatones. En concreto, sobre la estructura se combina carriles para la autopista de Bradfield, una línea de tren, una senda para peatones y otra para ciclistas.
Puente de Dom Luis, O Porto, Portugal
No es necesario cruzar medio mundo, para encontrarse con ejemplos de infraestructuras pensadas para todos. En O Porto el puente de Dom Luis cuenta con tráfico rodado, pero también tranvías y peatones, que pueden disfrutar de las increíbles vistas de la ciudad desde el medio del cauce del río Duero.
Vella Ponte Internacional, Tui
Aunque de menor tamaño y más humilde que los ejemplos anteriores, en plena Área Metropolitana de Vigo contamos con uno de los mejores ejemplos. De carácter transfronterizo, el antiguo puente tudense permite el tránsito de trenes y vehículos, pero también cuenta con dos pasarelas laterales de uso exclusivo para peatones.