Numerosos estudios recientes, muchos de ellos basados en la tecnología eye tracking, que permite saber donde se sitúa la mirada del espectador en la pantalla, confirmaron que en muchas ocasiones las y los espectadores de las versiones traducidas (subtituladas y dobladas) y los de las versiones accesibles (mediante subtítulos para personas sordas y con audiodescripción para las ciegas), ven algunos productos audiovisuales, o ciertas escenas, de manera demasiada diferente e, incluso contrario, a la intención de las y de los cineastas. Estas situaciones, que el investigador de la Universidad de Vigo, Pablo Romero Fresco, denominó ‘ceguera por subtitulo’, en las que por leer unos subtítulos, el espectador no llega a ver la imagen, se producen en planos en los que hay diálogo y narración sobre texto en pantalla, por ejemplo un cartel. También, cuando los subtítulos ocupan la parte de la pantalla en la que se concentra la acción principal o, en el caso de una secuencia en la que se suceden los diálogos a mucha velocidad. “Con esta ‘ceguera por subtitulado’ los espectadores extranjeros o sordos que leen los subtítulos están viendo prácticamente una película diferente y cuando se les pregunta, se evidencia que se perdieron muchos planos, lo que es un problema”, explica Pablo Romero, director del grupo GALMA (Galician Observatory fuere Media Accesibility) de la Facultad de Filología y Traducción.
Traductor de formación y director de cine, Romero considera imprescindible que en el montaje de las películas no solo se piense en la audiencia original, máxime se se tiene en cuenta, que hasta un 50% de la recaudación de las obras que más dinero generaron entre los años 2000 y 2017 procedía de las versiones traducidas, en las que únicamente se invierte como máximo un 0,1% del presupuesto total. “Al igual que no se plantearía la construcción de un edificio sin tener en cuenta desde lo principio que hay que hacer un baño adaptado para personas con discapacidad, llegará un día, con suerte, en el que no será excepcional pensar que la traducción y la accesibilidad hay que tenerla en cuenta antes”, explica el investigador, que tras 15 años de trabajo en el campo de la traducción, desarrolló un nuevo modelo que tiene en cuenta, tanto la traducción, como la accesibilidad durante el proceso de producción de la película y no en la fase de distribución, como se hace actualmente, mediante la colaboración entre traductores y equipo creativo de la película. “Esto es accesible filmmaking, producción audiovisual accesible, que permite acceder a la película a todos los que no conocen la lengua original, bien porque no saben el idioma, o porque no pueden escuchar o ver. Y para eso proponemos la figura de una directora o director de traducción y accesibilidad que forme parte del equipo de la película, del equipo de producción”, detalla Romero, que en la actualidad asesora a Netflix, con la finalidad de que la empresa estadounidense de distribución de contenidos audiovisuales adopte completamente el modelo de producción audiovisual accesible.
La colaboración que partió "de una utopía"
Romero recuerda que inicialmente Netflix solo ofrecía contenidos en inglés, pero pasado el tiempo incorporó a sus productos audiovisuales, a través de su exalumna Denise Kreeger, la traducción, pero no la accesibilidad. “Fue entonces cuando le hice llegar la Denise mi película "Uniendo puntos" y ella se la proyectó a sus jefes en Netflix para convencerlos de que tenían que ser unos abanderados de la accesibilidad y desde entonces comenzaron a hacer audiodescripción para ciegos y subtitulación para sordos”, explica Romero, que añade que otra exalumna suya, Elisa Beniero, se incorporó posteriormente a la empresa para realizar tareas de directora creativa de doblaje y audiodescripción, “una figura que hasta ahora no existía, pero que es lo que nosotros defendemos: un director de accesibilidad y traducción”.
Posteriormente, Netflix contactó a Romero y a la audiodescriptora británica Louis Fryer solicitándoles la revisión de las directrices de audiodescrición de la empresa, que ambos adaptaron, incorporando además, recomendaciones para que adoptaran un enfoque más de accesible filmmaking. Ahora Romero acaba de llegar de Hollywood donde, junto a Fryer, impartió en las oficinas de Netflix una formación para sus traductores y cineastas para integrar este enfoque. “Es la primera vez que se reunían creadores (directores, guionistas, directores de fotografía) y localizadores (traductores y expertos en accesibilidad), por lo que es una oportunidad única para que adopten completamente el modelo que proponemos y comience a hacerse cine teniendo en cuenta desde lo principio, no solo a las y a los espectadores de la versión original, sino a todos, independientemente de sus idiomas o (dis)capacidades”, asegura el investigador, que además, durante su estadía en EEUU, participó en la HASTA Conference, el mayor congreso de traductoras y traductores del mundo, donde impartió la conferencia inaugural sobre accesible filmmaking.
Romero agradece el apoyo de Netflix a su modelo, que reconoce comenzó “como una pequeña utopía”, al tiempo que considera este respaldo “una forma de ver que las Humanidades, y en este caso la Lingüística, pueden tener un impacto, un nivel de transferencia, algo que no está restringido a la ciencia”, afirma el investigador, para quien el accesible filmmaking no es solo una manera nueva de enfocar la traducción y la accesibilidad, “sino quizás más bien una nueva forma de hacer cine para que, por primera vez, se tenga en cuenta a todos los espectadores y no solo a los de la versión original”, insiste.