Solo el 3% propietarios de viviendas en alquiler en Galicia aceptan a familias con animales

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Sólo un 3% de los propietarios de viviendas en alquiler en Galicia aceptan expresamente a familias con animales de compañía, según datos de Fundación Affinity y el portal inmobiliario Fotocasa.

Según el estudio de ambas marcas, "para los gallegos, alquilar una vivienda junto a su perro o gato no es fácil", siendo Ourense la provincia donde hay más dificultades puesto que solamente el 2% de los pisos en alquiler permiten expresamente el acceso a familias con animales. En el caso de Pontevedra, la cifra es algo superior, registrando un 5% de aceptación.

Los datos gallegos están acompasados con los del a media de España. En nuestro país, solamente el 4% de los pisos en alquiler permiten expresamente el acceso a familias con animales, porcentaje que ha bajado respecto al 2021, donde la cifra se encontraba en un 5%. "Esta cifra podría ser mayor si ambas partes, el propietario de la vivienda y la familia que convive con un perro o gato, llegan a un acuerdo", señalan. En España, la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), reguladora del mercado del alquiler, otorga a los arrendadores la potestad para aceptar o no animales en su propiedad.

En muchos contratos se incluye la cláusula de ‘no se aceptan animales’ por defecto y queremos mover a la reflexión sobre este tema. Convivir con un animal de compañía no es sinónimo de problemas, simplemente hay que cumplir unas normas básicas y creemos que hoy en día tenemos suficiente información y responsabilidad como para asegurar una buena convivencia”, asegura Isabel Buil, directora de la Fundación Affinity.

Sin embargo, los datos contrastan con los de Fundación Affinity, desde donde aseguran que en casi la mitad de los hogares en España -en concreto en un 44%- se convive con animales.

¿Por qué los propietarios de viviendas no quieren animales de compañía?

Lo que parece preocupar más a los que quieren arrendar sus propiedades, según señalan desde Affinity, son los inconvenientes en la convivencia, como son los posibles ruidos u olores. En muchos casos, se alude a estos supuestos para negar el acceso a la vivienda a familias con perros y gatos.

"Como es normal, las personas no quieren problemas y ponen los mecanismos necesarios para evitarlos", señala Buil para incidir en que "debemos desterrar la idea de que los animales son sinónimo de ruidos y suciedad porque eso no tiene ninguna base y es una creencia que merma la igualdad de oportunidades de muchas familias a la hora de acceder a una vivienda”.

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