Tres generaciones de un ultramarino de Vigo, en vilo por perder su "modo de vida"

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Mientras continúa el proceso iniciado por el Concello para renovar la imagen de Praza da Igrexa, en la Colegiata, los grandes afectados por las expropiaciones que permitirán construir el nuevo edificio municipal siguen sin noticias del Gobierno local. Alimentaciones Rivera, el ultramarino del número 10 que cada día abre sus puertas para vender a vecinos y turistas, continúa en ascuas. 

Un negocio familiar que aglutina y dio trabajo a tres generaciones de la familia Rivera y cuyo modo de vida se tambalea desde hace meses, cuando el Concello decidió incluir, sin previo aviso, los portales 10 y 11 de Praza da Igrexa en la ficha de expropiaciones, dejando a la familia no solo sin negocio, sino también sin su vivienda. Desde entonces esperan poder llegar a un acuerdo con la institución, que hasta el momento no ha dado señales muy alentadoras.

José Rivera, encargado del establecimiento hasta este mismo año, en el que todavía trabajan su hijo Óscar (tercera generación) y su mujer Julia, asegura no haber recibido noticias del Gobierno local desde hace meses: "El asunto está en manos de mis abogados y cuando les llamo dicen que no tienen ningún tipo de notificación". Todo esto ocurre al tiempo que el proyecto sigue adelante, ya adjudicado y pendiente de comenzar unas obras que aspiran a terminarse en menos de dos años.

La familia Rivera tuvo que enterarse a través de la prensa de la expropiación de sus propiedades, desde ese momento "solo fuimos una vez al Concello", asegura José. "Nos reunimos con la persona encargada de Urbanismo y con un abogado del Concello, y con muy buenas palabras nos dijeron que no podíamos seguir allí. Yo no sé hasta que punto la ley puede permitirlo", concluye.

Tras meses de espera y un anuncio a medios de comunicación por parte del alcalde, Abel Caballero, en el que aseguraba reubicarlos, han recibido una única oferta. 20.000 euros por la vivienda y 38.000 por el primer piso de un edificio de 4 plantas y bajo, tasado en su totalidad en 164.000 euros. "A mi el dinero no me vale, me valen los puestos de trabajo y mi propiedad".

Ana Rivera, hija de José, declaraba para este medio que, a fin de cuentas, ellos son el "hueso duro de roer" en la zona, por ser el único negocio en funcionamiento. Sobre la reubicación, la familia asegura no haber recibido una oferta en firme de ningún local, pero de todos modos defienden que "nuestro local está donde tiene que estar. Un local en el Casco Vello es un lujo, un lujo tenemos desde hace 65 años porque se compró con mucho esfuerzo y trabajo".

Tras más de 60 años en el establecimiento, la familia Rivera asegura ahora sentirse perdida, con mucha inquietud y estrés ante un plan de rehabilitación que les arrebatará su "modo de vida". Ellos se presentan dialogantes, abiertos a nuevas posibilidades que quieran aportar desde Urbanismo. "¿No te gusta la fachada? Vale, no pasa nada, cambiamos la fachada, damos todas las posibilidades. ¿Tenemos que salir mientras hacen las obras? Vale, pero no me puedes dejar sin mi casa y mi trabajo. Intentaremos hablar, sentarnos, con entendimiento por ambas partes", expone José Rivera mientras el tiempo continúa corriendo.

Ante la pregunta por alternativas de futuro en caso de seguir adelante los planes iniciales del Concello, asegura que ni se las plantean, pues tras una vida dedicada a su negocio, tanto él como su hijo y su esposa, eso es lo que saben hacer. Sorprendidos ante la falta de transparencia y diálogo del ente local, en un momento en que el plan parece seguir adelante, este padre de familia declara: "Supongo que empezarán las obras por otra parte, intentarán acorralarme allí, pero como dice la canción: resistiré". 

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