La viguesa Laura Rey tiene 18 años y se ha quedado sin poder hacer esta tarde los exámenes de la selectividad (ABAU) a falta de unas horas para finalizar su cuarentena obligatoria. La máxima autoridad gallega que regula estas pruebas de acceso a la universidad (CIUG) no contempla ninguna alternativa para aquellos estudiantes que se encuentren aislados por Covid-19, tanto los que se hayan contagiado como los que sean contacto cercano de algún positivo, y que tengan que realizar sus exámenes. Su solución es esperar un año.
Laura se presentaba este martes a las pruebas para subir nota, ya que había logrado un 10,4 en los exámenes de junio y teme que no pueda acceder a los estudios de ADE y Publicidad con los que sueña. Sin embargo, su plan se truncó cuando día 4 de julio comenzó a tener síntomas propios de covid-19. La prueba del día siguiente lo confirmó y se le decretaron diez días de aislamiento. El día 14 estará ya liberada, pero su cita con los exámenes estaba marcada para el 13. Martes 13.
Esta estudiante es consciente de que hay comportamientos que “no se deben hacer” y que se traducen en contagios, pero también pide a los adultos que comprendan la situación de la pandemia para los jóvenes. “Sé que hay que tener mucha precaución y aún estamos en pandemia”, reconoce, pero también añade que “no nos podemos quedar en casa encerrados, sabemos que no tenemos la vacuna, pero debería haber un protocolo porque nadie tiene la culpa de que haya una pandemia mundial”. Laura, que opina que en el comportamiento de los adolescentes “hay de todo un poco”, recuerda que contagiarse no es siempre “culpa de uno mismo” mientras añade que es imposible pedirles la misma responsabilidad que a los adultos: “Tenemos 18 años”.
Sea como fuera, no hay cifras oficiales de a cuántos jóvenes les ha pasado una situación similar. El vicepresidente del a CIUG, Pedro Armas, explicó en un correo a la afectada que “los exámenes de julio no pueden ser atrasados ni realizados de forma que no se garantice las mismas condiciones de presencialidad, uniformidad, simultaneidad y anonimato para todo el alumnado”. “No hay margen para atrasar exámenes y atender a cada caso particular”, explica Armas a Europa Press.
La respuesta no convence a Laura, que cree que la CIUG no ha hecho nada para adaptarse a la pandemia y tener un protocolo para una situación muy extraordinaria. Por el contrario, la estudiante viguesa cree que se anima a los jóvenes a “delinquir”. “Yo cumplo las normas, he dado positivo y me he quedado en casa y notificado a mis contactos, pero muchos no están dispuestos a perder un año y van a las pruebas sin decir que tienen covid”, alerta para apuntar que esta política de la CIUG podría llevar a más positivos, ante el temor de los jóvenes de perder sus exámenes al no existir un plan B que les exima de perder un año de su vida académica por estar aislado.
Ella sí podrá acceder a la Universidad, ya ha sido admitida en la Uvigo y cuenta los días para conocer si le dará la nota para su doble grado en la Rey Juan Carlos de Madrid, pero otros muchos que se presentaban por primera vez en julio no tendrán otra opción que esperar a las pruebas del próximo año. “¿La solución de la CIUG? Devolvernos las tasas y adiós”, finaliza con frustración Laura Rey.