El Auditorio Mar de Vigo se convirtió en una especie de cápsula temporal. El hall del espacio cultural albergaba el Vibra Mahou Fest, un evento que se podría definir como el festival musical del otoño. Su cartel imponía. Era una programación propio de una cita veraniega. Zahara, Xoel López o Novedades Carminha se convertían en los principales reclamos de una propuesta que se celebraría de forma intensiva durante un día, un maratón para el que las entradas volaron en apenas unos días.
El buen ambiente invadía el auditorio bien pronto. El Vibra Mahou Fest, con sesión mediodía y sesión nocturna, arrancaba fuerte. Villanueva era el encargado de abrir un festival que se prolongaría hasta la madrugada. El festival mostraba su alianza con el reloj. Puntualidad británica en el inicio de cada recital. Guión prácticamente perfecto. La sesión mediodía permitía degustar la música más enxebre. Era una demostración para ejemplificar el potencial del arte que se crea en Galicia. El vigués Villanueva inició ese camino que siguieron posteriormente Escuchando Elefantes -ese dúo que en su día nos amenizó tantas tardes en Príncipe- y Eladio y los Seres Queridos. La banda local sufrió los horarios de la programación matutina. Un buen grupo del público se fue a la zona gastro, situada en la plaza del auditorio, para comer antes del concierto de Xoel López.
El ferrolano demostró que no hay dos sin tres. Tras su recital hace un año en el Mar de Vigo o el del pasado verano en Castrelos, el gallego se fusionó con los cientos de personas que abarrotaban el hall del auditorio interpretando éxitos como "Tierra", "Hombre de ninguna parte" o "Turnedo".
El Vibra Mahou Fest se tomaba un descanso. Dos horas para reponer fuerzas para un segundo acto que prometía emociones fuertes. Y así fue. Allova abrió fuego en esa sesión nocturna minutos antes de la 19:20 horas. La gallega actuó ante un público reducido. Muchos festivaleros optaban por dosificarse para darlo con todo con Zahara, Carlos Sadness y Novedades Carminha, tres nombres que ocupan puestos destacados en muchos festivales del verano.
El sol caía sobre la ría de Vigo. El Vibra Mahou Fest ofrecía un contexto más veraniego que otoñal. El evento seguía con su habitual puntualidad perfecta. Casi robótica. Zahara ponía los primeros acordes a la noche viguesa. La artista nos llevó de viaje espacial con su trabajo "Astronauta". Supo reponerse a los fallos de sonido con un concierto intenso, que hizo bailar (y sudar) a un público entregado.
El maratón musical seguía con Carlos Sadness. El "barman" que nos ofrece un cóctel de indie, rap y folk prosiguió la locura de las primeras filas con éxitos como "Te quiero un poco" o "Que electricidad". El también ilustrador y publicista supo sobreponerse también a los problemas de sonido. De hecho, el concierto tuvo que interrumpirse durante un par de minutos para solventar los problemas y no ofrecer solo un recital en formato acústico. Al final regresó la normalidad. Las ganas de fiesta del público se saciaron y al filo de la medianoche todo estaba a punto para que Novedades Carminha protagonizara el penúltimo episodio del festival.
Una programación con guiño a Galicia tenía que contar con el grupo de Santiago. Sus ritmos punk y su garage rock ejercieron de criba para separar entre los cansados y los supervivientes. No hubo descanso en un conciertazo que fue el recital perfecto para invertir esa hora extra que nos entregaba la noche. Bailes, vasos volando como si fueran riders de O Marisquiño acabaron dejando exhaustos a un público que entregó la toalla tras Novedades Carminha.
Eran casi las 02:00 de la mañana. Sidonie DJ Set "pinchaba" los temas de la banda catalana, otra de las propuestas con grandes letras de muchos festivales del verano. Vigo no necesita época estival para bailar al ritmo de grandes músicos nacionales. Muchos ya están aquí, en Galicia; y otros siempre tienen la opción de venir y ofrecer su música en un lugar como el hall del Auditorio Mar de Vigo, ante cientos de personas y con la ría de Vigo como lienzo.
La programación triunfó. La puesta en escena, también. Un photocall en el que los asistentes podían simular ser una banda o un taller de creación de camisetas o customización de bolsas dieron un pequeño toque participativo a un Vibra Mahou Fest que destaca por su formato. Dos turnos, dos sesiones en la que a los pragmáticos le cuesta situar a un cabeza de cartel. Todos importan. La clave está en esa escaleta que ha llevado a cientos de personas a disfrutar de más de doce horas de música en directo. La zona gastro, con cuatro "food trucks", sí es una de las cosas que debe mejorar esta propuesta que todo indica que contará con segunda edición.