Las 12:33 horas del lunes 28 de abril han quedado grabadas en la historia de España. En cuestión de cinco segundos, la red eléctrica de toda la Península se derrumbó dejando a ambos países -exceptuando los territorios insulares- desconectados del mundo entero. Esa sería precisamente la primera línea de este diario, un relato colectivo sobre cómo Vigo vivió lo que ya se conoce como "el gran apagón". Mi historia, tu historia, la historia de toda una comunidad.
Metropolitano.gal ha abierto en las últimas horas todos sus canales para escuchar a la ciudadanía con el propósito de poner en común una experiencia tan colectiva como individual. Ahora que la luz ha vuelto, que volvemos a leernos, escucharnos y vernos con normalidad. Y Vigo ha respondido con los textos, las fotos y mensajes de voz que conforman lo que será historia de España.
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Rubén, cronología de un apagón
La desconexión llegó sin previo aviso. Es curioso imaginar cómo interrumpió la vida de todo el país, cómo paralizó casi todo lo que fuera que cada uno estuviera haciendo. Tal vez no en los hospitales -que contaban con generadores propios-, en el rural donde no tienen tanta dependencia o en mitad del mar. Pero la inmensa mayoría de vigueses y viguesas frenaron de golpe. A Rubén le pilló justo al salir de un ascensor, se libró por los pelos de ser uno de aquellos atrapados: "Había bajado justo unos minutos antes de que se fuera la luz".
Este vecino decidió iniciar un registro por escrito de todo lo que iba viviendo o pensando. "Estoy un poco aburrido y esto es algo histórico digno de redactar", tecleó a las 16:54 horas sin saber muy bien qué haría con todo esto. Entre sus apuntes, describe una ciudad calmada pero extraña: "He salido y es raro ver muchos negocios abiertos pero a oscuras".
Hora de comer
Es cierto, una imagen poco común en la que se cruzan muchas historias. Jeanette se despertó pensando que fallaba el wifi, pero pronto le llegaron algunos Whatsapps (los últimos que entrarían con normalidad) avisando de la situación. Decidió ir a comprar algunos suministros que le faltaban, pero en su zona, Sanjurjo Badía, casi todo estaba cerrado: "Encontré la tienda Verín abierta y pude comprar alguna cosa no perecedera por si acaso, pero sin arrasar con todo (y menos con el papel higiénico)".
Tino estaba al otro lado, entre quienes surtían a la población. Cuenta que pasó el mediodía en el restaurante en el que trabaja, "dando ensaladas, bocatas y sándwiches fríos". Es lo que quedaba.
Trabajar o no trabajar, esa es la cuestión
La electricidad, casi sin que nos diéramos cuenta, se había convertido en una parte esencial de nuestra vida. Y sin ella, una de las cosas que no podíamos hacer era trabajar. De modo que a muchos no les quedaba mucho más que no hacer nada, o buscar qué hacer en su defecto.
@riquinhaexitosa (usuario de Instagram) nos cuenta que fue de las personas "afortunadas" que siguieron trabajando, igual que @maiksamo_. En cambio @misscupcakeblog pasó el día "custodiando donde trabajo para que no robaran porque la verja no bajaba. @lauufojo, por su parte, no lo dudó y destinó las horas libres a disfrutar en la "playa+birras con los colegas", cuenta.
Hay a quienes la desconexión les pilló en situaciones más complejas, como en un ascensor o pendientes de un vuelo. @tatarrmert se dirigía a Estambul pasando por Madrid, aunque no especifica si finalmente pudo llegar a tiempo.
Aprender a aburrirse
Las terrazas de Vigo se llenaron. Si el fin del mundo llega que nos pille disfrutando. Pero tarde o temprano todo el mundo terminó volviendo a casa, aunque fuera por la obligación del anochecer. Y ahí es cuando sin televisión, redes sociales o consolas tuvimos que aprender a divertirnos, o a aburrirnos.
"La noche daba un poco de miedo, sólo había luces de cruce de algún coche y ya", cuenta Jeanette. Por su parte, Rubén seguía escribiendo mientras la batería duraba, dejando testimonio del avance del día. "Ha sonado Dime de Beth en la radio", tecleó a las 20:23 horas.
Rosa relata a la perfección la situación que se reproducía en miles de cabezas en Vigo: "Aprovecho el tiempo para pintar con rotuladores, para dormir, para escuchar música, para hablar con mi pareja. Pero con el run run continuo en la cabeza de ¿cómo acabará todo esto?".
Y se hizo la luz...
Horas y horas sin conexión, y la normalidad nos pilló dormidos. A casi todos, al menos. Rubén termina su diario a las 02:10 horas, tan sencillo como claro: "Parece que todo ha vuelto a la normalidad, así que me voy a dormir". Pasada esa hora, Vigo volvió a conectar con el mundo, y atrás solo quedaba un día para la historia, una locura de día.
Para algunos fue un domingo extra, una experiencia a repetir. Para otros fue un calvario. Diana relata una historia muy alejada de terrazas, playa o trabajo. Ella pasó el día tratando de sacar adelante a su familia, a sus dos peques, una pequeña diagnosticada con TEA y un chico que sufre ansiedad. En esta odisea, tuvo que coordinarse con su marido para recoger a la niña mientras ella estaba en el hospital con el hijo; tuvo que subir cinco pisos por escaleras hasta su hogar y tuvo que pasar la noche calmando a unos pequeños que no podían ni dormir del sueño: "Fue todo un reto". Cuidar es uno de los grandes logros que han conseguido las familias de Vigo, y así lo atestiguan también @lupavi88 ("en casa con mis hijos asustados") o @_paau5_ ("agobiada por no poder comunicarme con la guardería y mis padres").
Rosa reflexiona pensando en el hoy y el mañana: "Quizás lo que más me ha molestado de esta situación no fue todo el lío en sí, que hasta da vidilla a nuestras rutinas, sino el hecho de vivir tantas emociones en un día y al día siguiente actuar como si no hubiera pasado nada". Hago propias (de todos nosotros y nosotras) unas últimas palabras del mensaje que envío a la redacción de Metropolitano.gal, tan solo unas horas después de que volviera la luz: "Quizás nos hemos acostumbrado demasiado a que la normalidad es la no normalidad".