El surfista James Taylor pasaba una tranquila jornada con su esposa en la costa de Melkbosstrand, a 35 quilómetros de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, practicando surf. Sin embargo, su actividad fue interrumpida cuando de pronto un calamar gigante emergió de las profundidades. El cefalópodo pronto se interesó por la tabla de surf y comenzó a rodearla con sus tentáculos hasta hacer caer a Taylor al agua.
Sin embargo, según relata el propio Taylor, el calamar gigante estaba extremadamente herido y apenas se mantenía con vida cuando lo encontraron, así que decidieron guiarlo hasta la playa donde terminó por morir. Una vez allí, se pusieron en contacto con el acuario local para que analizara los restos del animal. El propio surfista apunta que a menudo estos calamares son víctimas de los cachalotes, su principal predador.
Así todo, los calamares gigantes son, todavía a día de hoy, una especie de cefalópodo muy desconocida. Las hembras suelen llegar a los 13 metros de longitud, mientras los machos se sitúan en los 10 metros. Sin embargo, existen estimaciones de ejemplares que podrían llegar hasta los 20 metros. Están presentes en todos los océanos, especialmente en el Atlántico y el Pacífico, mientras que son menos habituales en zonas tropicales y en los polos.