Buen trabajo, buena familia, diversión full time… hasta en las comedias televisivas más crudas los protagonistas gozan de una vida envidiable que hace sentir la propia vacía. La ficción americana es, a menudo, una mezcla de clichés e idealismo, y pocas veces se molesta en reflejar la vida tal y como es, incluso cuando pretende hacerlo.
Esta irreal representación de la realidad sucede en todo tipo de géneros, pero se da especialmente en aquellos relacionados con las relaciones personales y, claro, el amor. Protagonistas atractivos y atractivas, atléticos y atléticas, con buen trabajo y que finalmente acaban por encontrar a su media naranja. Triunfadores, vamos. Sin embargo, una minoritaria serie americana ha roto el molde. Ya finalizada, tras tres temporadas, Man Seeking Woman es un reflejo de todo lo que es la vida y, por ende, de lo que no es la televisión.
Josh Greenberg (Jay Baruchel) es su protagonista y es un fracasado. Así, sin metáforas ni tabúes. Trabaja en una empresa en la que no saben ni que existe, es todavía un becario con 27 años, tiene enormes problemas para entablar relaciones con las mujeres y vive en un apartamento más bien cutre. Pero quizá te suene, quizá no sean una minoría quienes no han logrado sus sueños. Quizá la minoría sea mayoría.
(A partir de aquí podría haber spoilers) En 30 episodios inigualables, el director de esta oda al fracaso, Simon Rich, refleja lo que todos hemos vivido alguna vez y lo hace a través de la exageración más absoluta (y absurda), pero no carente de verdad, con la que consigue la excelencia. ¿Qué pasa cuando el condón que lleva años en tu cartera se emociona cuando lo vas a usar? ¿Y si vas al sex shop con tu novia y acaba por comprarse un hombre-consolador que te desplaza del dormitorio? ¿Y si eres todo inseguridades?
Con un 93% de valoraciones positivas en Rotten Tomatoes y una nota de 66 en Metascore -lo que significa que cuenta mayoritariamente con opiniones favorables-, Man Seeking Woman es (o fue) de esos productos televisivos minoritarios pero que son una joya en bruto. Que marcan a uno cuando ha tenido la suerte de encontrarlo.
Su principal herramienta se traduce en el humor absurdo. Esta es su carta de presentación. Crea situaciones totalmente irreales que consiguen, sin embargo, reflejar la realidad. Una vez que hemos superado el primer capítulo, con el que nos coge por sorpresa y nos abofetea con la irreverencia, entendemos que la serie simplemente refleja las situaciones que todos hemos vivido. Es ahí, quizá, cuando la pantalla en negro te devuelve el reflejo y comprendes cómo podemos llegar a sobreactuar y exagerar nuestros propios sentimientos.
Solo tres temporadas que saben a poco y que son realmente difíciles de encontrar (legalmente) porque ninguna distribuidora parece interesada. Pero son solo tres temporadas que quedan como un poso en nuestras conciencias. Porque Josh Greenberg somos todos.