La leyenda de Ícaro nos cuenta la historia del joven hijo de Dédalo. Padre e hijo estaban retenidos en la isla de Creta por el rey de la misma, Minos. Dédalo, arquitecto, con el objetivo de escapar, fabrica unas alas, semejantes a la de los pájaros, para su hijo y para él, pues el rey controlaba mar y tierra. Hechas con cera y plumas de pájaros, el invento funciona, pero teniendo dos precauciones: Ni acercarse demasiado al mar, pues las plumas se mojarían, imposibilitando el vuelo, ni acercarse demasiado al Sol, pues la cera se derretiría y caerían. Ícaro, sin embargo, incumple esta segunda, acercándose demasiado a la estrella, muriendo.
Aquí estamos ante una historia parecida; la de un conjunto de atletas que quisieron volar demasiado cerca del sol, aprovechando la ventaja de diversas sustancias ilegales para mejorar sus resultados en las diversas competiciones deportivas, y que se terminaron quemando.
El documental empieza como algo muy sencillo: Bryan Fogel, director de este proyecto, participa como ciclista en la considerada prueba amateur más dura de dicho deporte (la Haute Route, travesía alpina que recorre los Alpes, desde Francia a Suiza. 750 kilómetros en 7 días), estando completamente limpio, consiguiendo alcanzar la decimocuarta posición, habiendo más de cuatrocientos participantes.
Es tras ese momento cuando una idea empieza a rondar su mente: “Si esto es lo que he conseguido sin haber tomado nada, ¿a qué puesto podría llegar en caso de doparme?”.
https://www.youtube.com/watch?v=m49FmOqw1pk
(ESTA CRÍTICA PODRÍA CONTENER SPOILERS)
Surge entonces un doble proyecto: Apoyándose bastante en la figura de Lance Armstrong y tomando como “ejemplo” cómo el ciclista logró salir indemne durante muchísimos años de tantos controles de dopaje, el director decide comenzar un proyecto de doping y, al mismo tiempo, registrarlo todo con su cámara. ¿El objetivo? Ver cómo su cuerpo va cambiando, al igual que sus capacidades físicas, a lo largo de todo un año, hasta la llegada de la siguiente edición de la prueba comentada anteriormente, y el puesto que es capaz de lograr, un año después, y tras haber consumido dichas sustancias, en la misma. Para ello contará con la colaboración de Don Caltlin, quien, sin embargo, se termina echando atrás, tras ponerle en contacto, para que continúe en su lugar, con la figura que, a la postre, terminaría siendo clave en este documental: Grigory Rodchenkov.
Fogel logra participar en la carrera sin haber fallado ningún control, pero todo acaba saliendo mal y, a causa de problemas con su bicicleta, termina quedando en un puesto incluso peor que el logrado el año pasado, a pesar de mostrar una capacidad física muy superior a la previa. Es aquí cuando, a pesar de ser también este primer tramo del documental muy bueno, entramos realmente en materia.
Tenemos un giro total con respecto a lo planteado inicialmente. Si bien el documental continúa durante un buen rato por los mismos derroteros, todo se complica cuando durante la grabación del Ícaro, la cadena alemana ARD publica un documental destapando el escándalo de dopaje en Rusia, y la WADA (Agencia Mundial Antidopaje) anuncia la investigación de dicho asunto.
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La bola de nieve sigue avanzando. Nombres de mayor y mayor importancia en el ámbito ruso van siendo destapados como conocedores y partícipes de una trama que durante muchísimos años habría estado proporcionándole sustancias ilegales a los deportistas rusos de toda clase de disciplina, con el objetivo de lograr el máximo número de medallas posibles en los distintos Juegos Olímpicos y seguir confirmando la supremacía rusa. El escándalo estalla a nivel internacional, hasta el punto de que se llega a proponer el vetar a Rusia de los siguientes Juegos, con Grigori como principal cabeza reconocible de la trama, lo que hace que pase a estar bajo búsqueda y captura del gobierno ruso, momento en el que Rodchenkov decide contarle toda su historia a The New York Times, teniendo tal repercusión sus declaraciones que la WADA pone en marcha el Informe McLaren, a través del cual se termina de saber, con un 100% de certeza, que las muestras de orina habían sido forzadas para alterar los resultados en los Juegos de invierno de 2014.
Mientras que los altos cargos rusos niegan tales acusaciones, tales programas y acusan a Grigori de ser un trastornado que tiene como único objetivo el desprestigiar al país, considerándole un desertor, personas relacionadas con la trama comienzan a morir en muy sospechosas circunstancias. Rodchenkov escapa de Rusia y encuentra asilo en la casa del propio Bryan (para ese entonces entre ellos ya se ha establecido una fuerte amistad), que pasa a ser su protector, consiguiéndole abogados y llegando a representarle en una reunión con miembros de la WADA. Rodchenkov aporta 1666 documentos a la investigación, muchos de ellos culpabilizándole, cuando estaba al mando del Centro Anti - Dopaje ruso, de haber estado implicado en esta red de dopaje, y, poco después, con su familia acosada en Rusia, retirada de pasaportes para que no puedan abandonar el país incluida, y al considerar que su vida corre peligro, pasa a ser protegido por los Estados Unidos, entrando entonces en el programa de protección de testigos.
A modo de detalle, si bien la labor de Estados Unidos al proteger a Rodchenkov me parece notable, sí me gustaría destacar lo hipócritas que resultan cuando comparamos la actuación que han tenido en este caso con la llevada a cabo con Snowden, pero eso ya sería harina de otro costal.
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El informe McLaren específica, sin duda alguna, que se produjo una “conspiración institucional”, y el propio Grigori llegará a decir que “los controles antidoping son como creer en la Biblia”. Toda una declaración de intereses y un golpe en toda la cara. Tras estar la participación de Rusia en los Juegos Olímpicos de Río en entredicho, finalmente el país puede competir, pero sólo pudiendo acudir a la cita deportistas que no hayan sido sancionados nunca por dopaje a lo largo de sus vidas.
A lo largo del documental vamos conociendo más detalles de la personalidad y de la historia de Grigori, uno de los científicos de mayor importancia en el dopaje deportivo, director del Centro Anti-Dopaje de Moscú.
Grigori fue deportista en su juventud, siendo dopado por su propia madre, decidiendo más tarde convertirse en químico, atraído por el efecto que estas sustancias producen y convencido de que sus habilidades deportivas, drogas incluidas, no eran las suficientes para llegar a lo más alto.
Tras años siendo uno de los referentes científicos de su país, Grigori comete un intento de suicidio en 2011, tras un tiempo estando bajo una tremenda presión al ser investigado por venta ilegal de fármacos, siendo encerrado en un centro psiquiátrico, diagnosticado como esquizofrénico. Tras un tiempo encerrado y con una medicación que le dejaba incapaz de hacer cualquier cosa, fuera de este mundo, su trabajo es solicitado a nivel internacional en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi en 2014, siendo considerado como el único apto para desarrollar ese trabajo proveniente de Rusia, buscando a alguien de fuera del país en caso de que él no fuera el que llevase a cabo esta tarea. Es entonces, cuando según Rodchenkov, es liberado por orden expresa de Putin, con el objetivo de que Rusia arrase en dichos juegos olímpicos, algo que ocurrirá, con el país dominando la edición con 33 medallas, lo que le servirá para que el propio Putin le otorgue la prestigiosa Orden de la Amistad. Este excelente resultado en los juegos será algo decisivo, incluso, para el futuro de todo un país, pues, en palabras del propio Rodchenkov, “me sentí responsable de la invasión a Ucrania. Si Rusia hubiese ganado menos medallas, Putin no hubiese sido tan agresivo”. Y es que los índices de popularidad del presidente ruso llevaban meses cayendo en picado, consiguiendo los éxitos deportivos una remontada espectacular en los mismos.
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Impresionante como algo tan elemental como el desempeño de un país en unos Juegos Olímpicos puede mejorar la opinión que los ciudadanos de un país tienen con respecto a su presidente, siendo, por tanto, mucho más fácil para él el llevar a cabo una guerra que, de haber aparecido meses antes, con las encuestas que mostraban que había perdido el apoyo del pueblo, le habría costado infinitas veces más sacar adelante.
Esto es la guerra. Y la misma se juega en todos los escenarios posibles. Incluido el deporte.
Grigori resulta muy cercano en todo momento al espectador, con un sentido del humor un tanto peculiar, una forma de ser muy característica y un comportamiento muy cercano a todos los que le rodean. El saber los problemas mentales por los que ha pasado año atrás no harán más que incrementar el cariño que sintamos por su persona, pese a todo el mal del que es responsable en el mundo del deporte.
Todo en este documental me ha parecido perfecto, siendo uno de los mejores que he visto en mucho tiempo. Desde la música (espectacular la misma y el uso que se va haciendo de ella a lo largo del metraje) a cómo se va desarrollando toda la trama, de principio a fin. Las imágenes reales de telediarios, escenas deportivas y demás están insertadas con un gusto exquisito, al igual que todas las declaraciones ante la prensa de los distintos implicados en el asunto. Destacar la intensa escena en la que Bryan se sienta con Grigori y comienza a hacerle preguntas a las que, en un primer momento, le pide que sólo responda con sí y no.
Sus dos horas de duración se pasan en un suspiro, con un ritmo en todo momento muy trepidante que te atrapa, y una realización impecable, ya desde los primeros minutos, centrados en las figuras de Bryan y de Grigori y su “pequeño” intento de engaño hasta los tramos finales, ya con figuras de las más altas esferas involucradas.
Encontramos numerosas referencias, muy acertadas, a la obra 1984 de George Orwell, empezando cada uno de los tres fragmentos en los que está dividido el documental con un texto de dicho libro, y vemos el arte del doblemensamiento orwelliano en su máximo esplendor, siendo Grigori el encargado de dopar y, al mismo tiempo, de detectar el dopaje en el deporte ruso.
Lo que empieza como un documental que intenta comprender cómo podría alguien saltarse los controles antidopaje en un intento de reforzar las medidas llevadas a cabo por los distintos organismos se termina convirtiendo, muy probablemente, en el mayor escándalo en la historia del deporte, llegando hasta el propio presidente de Rusia.
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En palabras del propio Bryan: “La película, la historia de mi viaje, tomó un rumbo espectacular. Comencé explorando un asunto y terminé en una historia un millón de veces mayor de lo que hubiera podido imaginar, una historia que literalmente cambia la historia de todos los deportes, que cambia toda la historia olímpica”.
Se dice, de forma bastante directa, que todos los organismos son conscientes de las trampas que se están cometiendo, pero es algo que dejan pasar “en beneficio” del deporte. Lo que se esconde es una auténtica mafia detrás, KGB (ahora llamado FSB) incluido, que se remonta a 1968.
Es evidente que lo que aquí se nos muestra no se limita sólo a Rusia. Esto, sin duda alguna, es algo que pasa en todos los países y, por supuesto, en todos los deportes, independientemente de que hablemos de algo tan grande como una conspiración a nivel estatal, siendo más obvio que algo como el dopaje está presente sí o sí en el deporte de más alto nivel, visto lo visto. Que en este caso haya sido la situación rusa la que se haya destapado no quita lo anterior. Ejemplos los tenemos a tutiplén, siendo una buena muestra los escándalos de dopaje en el fútbol italiano o la trama para dopar a unos 10.000 atletas en la antigua República Democrática Alemana entre 1970 y 1989. Parece imposible volver a ver cualquier competición deportiva de primer nivel sin que la duda de si las personas que tenemos delante habrán consumido sustancias ilegales o no tras haber presenciado este documental y conocer casos como los anteriormente mencionados. No estaría de más señalar, además, que el Mundial de fútbol del presente año se celebra, precisamente, en Rusia.
Como proyecto cinematográfico es, sin duda, la mejor de las nominadas. Como documental en el sentido de “proyecto de investigación”, me atrevería a decir que también. Sin duda alguna, nuestra favorita, de lejos, para llevarse el Oscar en la categoría de Mejor documental largo. Metraje IMPRESCINDIBLE para todo el mundo, más todavía si eres fan de algún (cualquier) deporte.
Ficha técnica de Ícaro
Título original: Icarus
Estreno: Disponible en Netflix desde el 4 de agosto
Año: 2017
Duración: 120 minutos
País: Estados Unidos
Director: Bryan Fogel
Guion: Bryan Fogel, Mark Monroe y Timothy Rode
Música: Adam Peters
Fotografía: Timothy Rode y Jake Swantko
Género: Documental
Sinopsis: “Una investigación sobre dopaje deportivo conduce al juego del gato y el ratón cuando un ciclista estadounidense y un experto ruso destapan un escándalo internacional.”