Estamos ante el debut como director de Aaron Sorkin, excelente guionista que, en los últimos años, ha trabajado en grandes producciones como La red social, Steve Jobs (con la que ganó el Globo de Oro a Mejor guion) o Moneyball, imprimiéndoles a todas ellas siempre un sello muy personal.
Sorkin saltaría a la fama gracias a la serie El ala oeste de la Casa Blanca, para la que trabajaría escribiendo entre 1999 y 2003. Antes de eso ya había estado envuelto en otros grandes proyectos, como Algunos hombres buenos, de 1992.
Con la red social gana el Globo de Oro y el Oscar a mejor guion adaptado, galardón, este último, al que vuelve a estar nominado con esta película el presente año. Lo estaría también en 2012 con Moneyball.
Una larga carrera, plagada de premios, sobre todo logrados a raíz de su trabajo en El ala oeste, y en la que ha dejado muchas otras pinceladas de calidad, como en el caso de la serie The Newsroom, que es ahora coronada, momentáneamente, con la dirección de su primera película.
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(ESTA CRÍTICA PODRÍA CONTENER SPOILERS)
Molly Bloom iba para deportista de éxito, con una carrera espectacular en el mundo del esquí. Todo se torcerá cuando en la prueba clasificatoria para los Juegos Olímpicos una simple rama se cruza en su camino, responsable de que la protagonista sufra un aparatoso accidente que haga añicos sus sueños.
Es entonces cuando decide tomarse un tiempo libre, antes de ingresar en la facultad de Derecho, comenzando así la historia que inspiraría esta película. Molly se muda a Los Ángeles, donde empezará a trabajar como camarera, consiguiendo posteriormente un puesto como secretaria de un empresario que organiza, semanalmente, partidas clandestinas de póquer con importantes personalidades y mucho dinero en juego. Tras un tiempo desempeñando este puesto, discrepancias de por medios con su jefe, es despedida, momento en el que decide comenzar a organizar sus propias partidas, montando un negocio, a velocidad de vértigo, que no podría ser más rentable (las reuniones organizadas por Molly llegan a gozar de un auténtico prestigio entre las personalidades estadounidenses, lo que le permitió el relacionarse con estrellas de cine, músicos, empresarios, millonarios… durante años).
A sus partidas, sin embargo, terminarán llegando varios mafiosos rusos, con conexiones entre ellos, lo que hará que Molly llame la atención de las autoridades, ante la sospecha de que ella pueda estar implicada en su organización, formando parte de esta trama mafiosa, viendo una posible conexión de nuestra protagonista con el crimen.
Molly termina con todos sus bienes confiscados en 2011, tras una redada a manos de agentes del FBI, armados, que se produce en su casa, en plena madrugada. Dos años más tarde será arrestada en Nueva York e imputada por haberse enriquecido organizando partidas de póquer ilegales. Empieza aquí su batalla judicial, con la colaboración de un abogado criminalista, interpretado por Idris Elba. La historia estará contada de forma retrospectiva, comenzando en este punto para volver hacia atrás.
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El meteórico ascenso de Molly, como no podría ser de otra forma, termina en aparatosa caída, drogas y paliza a cargo de la mafia, junto a todo lo relatado anteriormente, incluidas.
Será en ese punto cuando conozcamos a nuestra protagonista, tras haber sido detenida y cuando se dispone a contarle su historia al personaje de Idris Elba.
Descubriremos que la propia Molly había hablado en el pasado con un abogado para asegurarse de que sus partidas eran legales, diciéndole éste que lo serían siempre y cuando se lucrase sólo a base de propinas, no recibiendo parte de las ganancias, condición que mantuvo durante mucho tiempo, pero que acabó rompiendo cuando la situación lo hizo prácticamente obligatorio. Sabremos más acerca de su familia, con todos sus miembros llegando a lo más alto, lo que supuso siempre una enorme presión para Molly. Seremos conscientes de los estrictos entrenamientos a los que su padre le sometía, siempre en busca de la perfección.
La película comienza con un prólogo maravilloso, mostrándonos los resultados de una encuesta en la que se preguntaba “¿qué es lo peor que puede pasarte en el mundo del deporte?”. Esto servirá de introducción a los primeros datos que tendremos de la carrera deportiva de Molly, previos a sus aventuras en el mundo del póquer. Veremos ya desde el principio que la historia está narrada por una voz en off, la de la propia Molly, que en todo momento resulta muy efectiva. Será ella la que nos cuente su propia historia, como no podría ser de otra forma.
El personaje está interpretado por una Jessica Chastain espectacular a lo largo de todo el metraje, resultando sorprendente que no esté nominada en los Oscar dentro de la categoría de mejor actriz. Se desenvuelve en todo momento con una naturalidad pasmosa, haciendo suyo el personaje. Le acompaña un más que solvente Idris Elba, con una buena interpretación, siendo la conexión entre ellos más que patente a lo largo de todo el metraje.
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Kevin Costner, en el papel de padre de Molly, pasa sin llamar mucho la atención. Siempre resulta una alegría tenerle en pantalla, aunque aquí cumple con su papel sin más.
Sin excesivo peso en pantalla, aunque sí en la trama, poniendo la atención de los investigadores sobre Molly, tras presentarle a los miembros de la mafia rusa y llevarles con él a la mesa, tenemos al maravilloso Chris O’Down, que saltó a la fama con la excelente The It Crowd, y a quien en cualquier proyecto es un placer ver.
Todo el peso de la trama recae, como no podría ser de otra forma, en Molly, personaje muy bien construido y que hereda su nombre completo (Molly Bloom) del Ulises de Joyce. Ella nos enseñará, siempre con un gran sentido del humor, los trapos sucios tras algunos de los negocios más rentables en la sociedad actual, y lo que ocultan auténticas personalidades, de primera línea, en lo que a vida pública y profesional se refiere.
El hundimiento por el que una persona puede llegar a pasar en cuestión de momentos, con ese personaje interpretado por Bill Camp que, tras años llevándose un dinero extra, siempre bien recibido, gracias a un juego sobresaliente en el mundo del póquer, lo echa todo a perder en una sucesión de errores cometidos a base de impulsividad pura y dura sin sentido, simplemente por haber fallado en una mano que, por mucho dinero que involucrase, no era motivo suficiente para perder el juicio de esa manera.
El ejemplo de la persona supuestamente millonaria, que en realidad no era tal, siendo todo fachada y casi no teniendo dónde caerse muerto, con apenas cuatrocientos dólares en su cuenta.
Vemos que no es precisamente siempre lujo lo que rodea a la riqueza, estando muchas veces la miseria más absoluta presente, por paradójico que pueda resultar. Se centra mucho en la honestidad del personaje, sacrificando muchas veces un mayor beneficio propio por el ajeno, no aceptando una ganancia superior, de forma que su negocio no se pudiera considerar ilegal de forma definitiva (aunque como ya comentamos, veremos que esto deja de ser así a partir de cierto momento), o no dando nombres de algunos de los jugadores de sus partidas para protegerles, cuando eso podría haberle ayudado a la hora de sacar adelante su caso.
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Sí que es cierto que todo está mostrado desde un punto de vista favorable a la protagonista, de cuyo lado “más oscuro” apenas nada llegamos a conocer, quitando el tema de las drogas, resultando difícil de creer que, con el torbellino en el que estaba envuelta, nunca se saliera algo más del camino, cayendo en cierto aparente “buenismo”. Es evidente que es posible que todo fuera así realmente, pero siempre nos quedará la duda de si han sido sinceros del todo con nosotros o no.
Es muy posible que el personaje de Molly no resulte cercano al espectador, pues difícil será el conocer a alguien que haya tenido una historia personal que se acerque lo más mínimo a la suya, pero cae bien desde el primer momento y lo único que deseas es que termine saliendo adelante en las mejores condiciones posibles.
El montaje es siempre dinámico y muy activo, fiel heredero de los guiones del propio Sorkin, llegando a recordar, en ciertas ocasiones, al cine más clásico de Scorsese, con una dirección eléctrica. El ritmo de la película recae en todo momento en la palabra, como no podría ser de otra forma con Aaron tras la cámara, con diálogos, por momentos espectaculares, a velocidad de vértigo, siendo el guion de diez, marca de la casa Sorkin, siendo muy escasos los momentos de silencio por parte de los protagonistas. Es evidente que se ha hecho un muy buen trabajo, tanto con respecto a los actores, como con respecto a la construcción de sus personajes. La película decide centrarse más en ellos que en el propio juego, y eso constituye todo un acierto.
Puede que los minutos finales, centrados en el reencuentro con su padre, den la sensación a más de uno de que hay un bajón en el ritmo mostrado hasta entonces, pero, personalmente, no tengo ningún problema con ellos y me parece que mantienen también muy bien el tipo, siendo necesarios para terminar de ver la evolución presente en el personaje.
Las partidas de póquer, los términos relacionados con el mismo y lo que ocurre en la mesa está en todo momento muy bien explicado, de forma que sea fácilmente comprensible en todo momento también para aquellas personas que no estén interesadas en este juego. El no saber de cartas no hará que desconectes de la película. Como detalle curioso, añadir que el propio director ha asegurado que comenzó con este proyecto sin tener ni idea de póquer.
El no dar ningún nombre en la película es un punto a favor de la misma, pues no busca caer en ese morbo, defendiéndose el metraje gracias a sus propias virtudes, sin necesidad de recurrir a esa clase de recursos, aunque sí es cierto que se le hace algún que otro guiño al espectador, con apariencias cercanas a las de algún famoso muy conocido por todos. Y todo esto a pesar de que el libro sí menciona los nombres de algunas estrellas de cine.
En palabras de su director, Aaron Sorkin, “Molly’s Game podría ser una película incómoda para Hollywood, pero no me gusta el chismorreo.”
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Un punto muy positivo es que no toma al espectador por tonto, dando por hecho que está preparado para entender una trama que podría llegar a ser compleja, sin caer en la sobreexplicación fácil tan habitual en el cine de los últimos años.
Preguntado acerca de sus trabajos pasados con otros directores, este debut tras la cámara y si ha sido liberador o intimidante el ponerse a dirigir, dice que “un poco de ambas cosas. Me encanta trabajar con grandes realizadores y, de hecho, me gustaría seguir haciéndolo en un futuro. Pero me lo he pasado genial dirigiendo esta película y estoy muy orgulloso del resultado. Así que quiero seguir dirigiendo.”
En ningún momento parece que en Molly’s Game estemos ante el primer proyecto de alguien tras la cámara. La historia te engancha desde el primer instante y ya no te suelta hasta el final de la película, en un estreno como director más que portentoso. La mejor muestra de que incluso lo más mínimo, llegando al extremo de una pequeña rama en tu camino, puede cambiar tu vida para siempre, se ha convertido en una película más que recomendable.
Poco más de tres años han tenido que pasar desde la publicación del autobiográfico libro de Molly Bloom, llamada la reina del póquer, para que podamos ver su adaptación cinematográfica, una muestra más que clara del enorme interés que su “aventura” despertó en la opinión pública desde el instante en el que llegó a los medios, una historia que deja claro, una vez más, que la realidad, en ocasiones, supera a la ficción.
Ficha técnica de Molly's Game
Título original: Molly’s Game
Estreno en España: 5 de enero
Año: 2018 (25 de diciembre de 2017 en Estados Unidos)
Duración: 141 minutos
País: Estados Unidos
Director: Aaron Sorkin
Guion: Aaron Sorkin (Historia original: Memorias de Molly Bloom)
Música: Daniel Pemberton
Fotografía: Charlotte Bruus Christensen
Reparto: Jessica Chastain, Idris Elba, Kevin Costner, Michael Cera, Samantha Isler, Chris O’Dowd, Graham Greene, Jeremy Strong, Bill Camp, Brian d’Arcy James, Claire Rankin y J.C. MacKenzie
Género: Drama. Biográfico. Basado en hechos reales
Sinopsis: “Se centra en la vida de Molly Bloom, una esquiadora de talla mundial que llegó a ser millonaria antes de los 21 años. Tras perderse los Juegos Olímpicos, Molly se trasladó a vivir a Los Ángeles, donde incluso trabajó de camarera. Gracias a su inteligencia y sus dotes empresariales, la joven acabó ganando millones de dólares en el mundo del póker antes de que el FBI la investigara.”