El Festival de Cine Internacional de Ourense prosigue con su amplio programa. En la tercera jornada del OUFF tocó elegir. Aposté por Fernando Pessoa. Una charla en el Café & Pop Torgal y el estreno de un documental sobre la figura del que posiblemente sea (permítanme la etiqueta) el mejor escritor portugués del siglo XX. La elección no podía venir en mejor momento, justo el día previo al Día Mundial de la Biblioteca, uno tendría la ocasión de saber más sobre una de las figuras más apasionantes de la cultura de nuestro hermanos lusos.
Conversa arredor de Fernando Pessoa e presentación do libro El rinoceronte y el poeta, de Miguel Barrero
Café & Pop Torgal. 17:30. Asisten Miguel Barrero (autor del libro) y José Manuel Mouriño (director de Pessoa/Lisboa)
Charla entre ambos creadores, de cerca de una hora de duración, acerca de la figura de Pessoa y de cómo llevaron a cabo ambos sus respectivos proyectos.
El encuentro, a pesar de su brevedad, resultó de gran interés, como era de esperar al versar sobre una personalidad tan característica como la del escritor.
Muy curioso resultó el hecho destacado por ambos de que, a pesar de no conocerse hasta muy recientemente, la realización de ambas obras se produjo de forma casi simultánea, sin saber el uno de la existencia del otro.
El encuentro sirvió para resaltar la importancia del que muchos consideran como el principal escritor portugués de, como mínimo el siglo XX, además de para tocar temas relacionados, como la figura de Saramago o la poesía de Sylvia Plath.
Gran actividad que sirvió de complemento excepcional para la película del propio Mouriño que, esa misma tarde, sería emitida.
Pessoa / Lisboa
Cineclube Padre Feijóo. 19:30
País: España
Año: 2016
Duración: 90 minutos
Directores: Alberto Ruiz de Samaniego y José Manuel Mouriño
Guion: Juan Barja, Alberto Ruiz de Samaniego y José Manuel Mouriño
Música: Miguel Copón
Reparto: Pablo Guerrero y Ana Zugasti (ambos como narradores)
Género: Documental
Sinopsis: “Este documental explora los principales lugares de Fernando Pessoa en la ciudad de Lisboa. La deriva confronta distintas citas extraídas de su obra con 22 emplazamientos de la capital portuguesa. Además de este diálogo entre espacios y fragmentos de sus textos, el proyecto se sirve de un amplio fondo de imágenes de archivo del poeta y de la ciudad en los años en que allí vivió”.
Nos encontramos aquí ante un proyecto titánico: el de tratar de retratar la figura de un autor que siempre buscó el desdibujar su auténtico yo entre un descomunal mar de heterónimos. El equipo de Samaniego y Mouriño se desplaza a la ciudad de Lisboa, en la que Pessoa pasó la mayor parte de su vida, y la recorren haciendo parada en los distintos edificios de importancia en la vida del portugués y en aquellos en los que el escritor y poeta vivió, convirtiendo, al mismo tiempo, a la capital portuguesa en la co-protagonista de la película, muy al estilo de Woody Allen con Manhattan, con el añadido de que no hay aquí ningún personaje que le robe cámara a la ciudad.
Combinado lo anteriormente dicho con numerosas imágenes de archivo de la época en la que Pessoa recorrió Lisboa, cedidas por la Cinemateca Portuguesa, el peso de la narración recae en dos voces en off, aportadas por Pablo Guerrero y Ana Zugasti, quienes recitarán numerosos extractos de la obra del autor (principalmente poesía) y nos irán contando algunos detalles muy concretos y escasos de la vida del portugués, sin que el proyecto llegue a convertirse en ningún momento en una biografía al uso, centrada en la obra de Pessoa y en el recorrido que hacen de la ciudad de Lisboa a través de la figura del escritor.
El resultado, indudablemente, es una película no apta para todos los públicos, siendo realmente complicado el formar parte de ella si no te gusta la poesía (lo recitado por los narradores en la mayor parte del metraje) o no sientes un especial interés por la figura de Pessoa, a pesar de la gran destreza mostrada en todo momento a la hora de retratar la bella capital portuguesa.
Una película, en conclusión, que puede llegar a resultar difícil, pero elegante en todo momento, sin tratar de buscar el morbo o la polémica en la figura del escritor, que se despide del público y del autor con las mismas palabras con las que el propio Pessoa terminó en su día despidiéndose del mundo:
Es quizá el último día de mi vida
He saludado al sol, levantando la mano derecha,
pero no lo he saludado para decirle adiós.
He hecho una señal de que me gustaba verlo todavía, nada más.
(dictado por el escritor el día de su muerte).