Gorrión rojo, otra forma de hacer películas de espionaje

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El personaje interpretado por Jennifer Lawrence (Dominika) es una bailarina de gran talento que promete muchísimo a largo plazo, pero una grave e ¿inintencionada? lesión causada por uno de sus compañeros en el escenario hará que su carrera sobre las tablas termine.

Será entonces cuando entre en juego su tío. Dominika y su madre, con importantes problemas de salud, cuentan con pocos recursos, viviendo en una casa mantenida por el Estado a causa de la antigua profesión de nuestra protagonista como bailarina, con una cuidadora también pagada por éste. Ivan, que trabaja en Inteligencia para el Gobierno, le dice a su sobrina que poco más durará la entrada de dinero por parte de las autoridades, tras haber tenido que dejar su profesión por la lesión, ofreciéndole en ese momento que trabaje para él, demostrándole que el contratiempo que sufrió sobre el escenario no fue una casualidad, dándole a entender que cada uno es dueño en todo momento de su destino.

Tras aceptar al encontrar, poco después, a su madre tirada en el suelo del cuarto de baño, pues la cuidadora ya había dejado de acudir a la casa al dejar de ser pagada por el Gobierno, Dominika lleva a cabo, para su desagrado, su primera misión, que se salda con lo que las autoridades rusas consideran un éxito, a pesar del trauma que ha supuesto para nuestra protagonista. Será en este momento, cuando los mandatarios vean que pueden confiar en ella, cuando la destinan a entrenar para que se convierta en lo que ellos llaman “gorriones rojos”: Agentes especializados en manipular a otras personas para conseguir de ellas lo que quieren, hurgando en sus debilidades y puntos flacos. Ella sabe, además, que tras haber presenciado el asesinato con el que se saldó ese primer “trabajo”, su destino es también la muerte, de no aceptar la proposición de su tío.

(ESTA CRÍTICA PODRÍA CONTENER SPOILERS)

Dominika pasa por momentos realmente aterradores en la “academia”, pero logra salir de ella con vida y con el “título” de gorrión rojo. Ya con este “distintivo”, recibirá su primera misión: Ganarse la confianza de un agente estadounidense que tiene un confidente entre las altas esferas del Gobierno ruso con el objetivo de que baje la guardia y termine diciéndole el nombre del topo.

Será entonces cuando ambos agentes entren en contacto, sucediéndose la tensión y un progresivo acercamiento entre ellos, con verdades contadas a medias y muchas otras mentiras. Empieza finalmente para los protagonistas lo que podríamos denominar una relación, más intuida que mostrada de forma explícita, sin caer en recursos facilones a la hora de desarrollar la misma, que complica las cosas muchísimo más. Dominika decide entonces, con la ayuda de Nash, escapar de una “profesión” que le repugna de forma absoluta, huyendo a Estados Unidos y empezando allí una nueva vida, pero las cosas no son tan fáciles como en un primer momento pueda parecer.

Cuarta colaboración entre Jennifer Lawrence y el director del metraje, Francis Lawrence (Los juegos del hambre: en llamas, Sinsajo parte 1 y Sinsajo parte 2. Aclarar también que no, no son familia).

El rodaje ha transcurrido en sitios tan variados como Bratislava, Budapest o Viena, tratando de ajustar lo que se dice con respecto a localizaciones y lo que se ve en pantalla.

A modo de curiosidades, decir que el personaje de Dominika baila en el teatro Bolshoi, que existe de verdad. Que cuando se lesiona, lo interpretado es El pájaro de fuego, de Stravinski. Y que el responsable en pantalla del “accidente” es Sergei Polunin, auténtico bailarín ucraniano, considerado uno de los mejores en su campo.


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Estamos ante una película de espías más seria que centrada en la acción, algo que se agradece, pues en este metraje no es para nada necesaria. Se lleva a nuestros días una guerra fría que, como uno de los personajes llega a decir en pantalla, “en realidad nunca ha terminado”.

Con respecto a esto, hay muchos elementos cliché, al más puro estilo Hollywood, por supuesto, siendo el mejor ejemplo de esto los propios personajes, a excepción del interpretado por Jennifer Lawrence, pues caen todos en el estereotipo de agentes rusos como asesinos fríos, implacables y traidores con programas de adiestramiento basados en torturar a sus conciudadanos cuando consideran que estos pueden tener las capacidades necesarias para cumplir los objetivos del Estado, y agentes americanos bonachones de férreos principios que buscan siempre hacer el bien y tienen sus motivos y justificaciones para cualquier cosa que hagan.

La película, además de tirar mucho de esto ya en el plano argumental, va a ello también a saco en el aspecto visual, con unas oficinas americanas siempre amplias, coloridas, con agentes de buen humor que hasta se permiten el lujo de soltar alguna broma puntual. Las instalaciones rusas, sin embargo, son oscuras, claustrofóbicas, transmiten peligro, dan la sensación de muerte o tortura inminente y las personas que las habitan son siempre frías y duras como el acero. Supongo que esto entre el público estadounidense es algo que sigue gustando mucho, pero por estas tierras chirría ya un poco bastante.

Aparece también tratado el tema de la deshumanización, con estos gorriones rojos siendo tratados como simples objetos al servicio del estado, y no como personas, diciendo a la clara los dirigentes que no tienen ningún tipo de problema en cambiar a uno de ellos por otro.


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Veremos también tratados temas como el de la manipulación, la existencia de los agentes dobles, el no poder confiar en nadie y el estar continuamente sospechando hasta de tu propia sombra, dudando de las intenciones reales de todo el mundo.

La película se centra mucho en el desarrollo de sus personajes, principalmente en el de nuestra protagonista. Vemos cómo Dominika comienza siendo frágil, casi dejándose llevar por su destino, podríamos decir; comienza a hacerse con el poder durante el entrenamiento; y termina con un magistral movimiento final que demuestra que tiene ya, de forma definitiva, el control absoluto de la situación. A pesar de esto, no pierde nunca su personalidad, sus sentimientos o su mentalidad.

Aunque el reparto de la película es bastante estelar (Jeremy Irons, Joel Edgerton…) y todos los que participan en ella cumplen muy bien con su trabajo, Jennifer Lawrence pasa por encima de todos de forma sobrada, siendo su personaje, con mucha diferencia, el único con el que te quedas una vez sales de la sala de cine, y con mucha razón.

Vemos a la actriz haciendo una actuación espectacular, que logra dotar a su personaje de la frialdad necesaria para sacarlo adelante de forma sobresaliente. Lawrence consigue transmitir todo lo que está sintiendo con su cara y con su mirada de manera constante, en una película que difícilmente podría haber sido más dura de rodar para ella. La evolución de su personaje es maravillosa, contando el largometraje con un guion muy bien trabajado en ese sentido.


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La actriz anunció hace poco que dejará el mundo de la interpretación durante un tiempo, y viendo esta película y el esfuerzo que tuvo que suponer para ella el grabarla, no es de extrañar que quiera tomarse un descanso. Jennifer Lawrence, tras Madre!, y con este proyecto, parece querer dar un salto en su carrera, hacia papeles más sacrificados y exigentes, con los que habrá que ver si continúa tras su parón, algo que sería de agradecer, pues estamos ante una muy buena actriz a la que papeles más maduros le quedan como un guante.

Joel está bien en su papel, aunque hay momentos en los que parece sentirse algo incómodo con el personaje al que está interpretando. Comenzamos viendo de forma paralela lo que va ocurriendo en la vida de Dominika y de Nash (mientras ella sufre su lesión, pasa por su primera misión y comienza su “preparación” en la “academia” de los gorriones rojos, Nash confunde a policías con agentes del servicio secreto y huye a la embajada americana. Tras una buena reprimenda y quedar apartado del caso en el que tanto tiempo lleva trabajando en Rusia, convence a sus superiores de que le dejen ir a Budapest, tras no confiar su infiltrado en ningún otro agente, con la intención de que el topo se ponga en contacto con él y le indique al mismo de quién se puede fiar, no pudiendo volver a cruzar la frontera rusa para hacer esto por razones más que obvias), siendo conscientes ya desde el principio que ambos arcos argumentales confluirán en algún punto, pero sin saber todavía cómo ni cuándo. A pesar de esta más que evidente relación que se termina dando, el actor no parece adaptarse de todo al trabajo de Jennifer, mostrándose de vez en cuando desubicado y sin demasiada química con ella.

Matthias Schoenaerts cumple con nota en el papel de escalofriante villano, logrando que su presencia en pantalla resulte siempre desagradable para el espectador, muestra clara del buen hacer del actor en la película y del buen desarrollo de su personaje en el guion.

La dirección destaca a lo largo del metraje, alcanzando cotas de mucha calidad en numerosos momentos, siendo un buen ejemplo de ello las escenas iniciales en el ballet, rodadas con un gusto exquisito.


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Algunas imágenes son un tanto impactantes visualmente, lo que hizo que en la sala se escuchasen sonidos de desagrado en más de una ocasión. El director no duda ni lo más mínimo a la hora de trasladar la crudeza de lo que está ocurriendo a la pantalla, algo que hace que ciertas escenas puedan llegar a ser incluso un tanto perturbadoras. Que sea una película para mayores de 18 es por algo, y la catalogación, en este caso, no podría ser más adecuada. Un buen ejemplo de esto sería el durísimo entrenamiento al que los gorriones rojos son sometidos, que poco será, sin embargo, en comparación con lo que tendrán que hacer posteriormente en sus respectivas misiones o con lo que sufrirán en caso de negarse a continuar con él.

Jason Matthews (autor de la novela en la que esta película está basada) es un ex – oficial de la CIA. Si todo lo que vemos en pantalla está hecho con un realismo que asusta, más aterrador todavía es pensar que resulta posible que parte de lo que sucede en el metraje provenga de la propia experiencia de Matthews.

Gorrión rojo destaca en el realismo de lo visto en pantalla y en la incomodidad que esto provoca en el espectador. De ser lo que se nos cuenta en pantalla real, tenemos la certeza de que es precisamente así. Vemos la violencia física y psicológica en todo momento de forma muy cruda y descarnada.

Con un encargado de fotografía (Williems) con el que el director ya había trabajado en las tres partes de Los juegos del hambre que dirigió, caracterizando su trabajo en esta película por los ambientes oscuros y opresivos, principalmente en lo que a las estancias rusas se refiere, y unos bellos paisajes exteriores, principalmente en las escenas en las que la nieve hace acto de presencia, el resultado final es una atmósfera fría que destaca para bien.


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El guion está muy bien trabajado, sobre todo en lo que se refiere a la hora de tratar la psicología de los personajes, ámbito en el que la película se marca uno de sus mejores tantos, acertando con respecto a esto más que de sobra, de forma principal, como es más que evidente, en el caso de Lawrence.

Aunque podemos ver ciertos elementos modernos que nos indican que la acción transcurre en una época cercana a la presente, como algún que otro móvil suelto, o algún coche actual, la película no se ubica en un tiempo concreto, lo que resulta todo un acierto, dejándole claro al espectador que se nos están contando una historia que podría ocurrir en cualquier momento, sin importar cuándo la veas.

Resulta llamativo y poco creíble que la información con la que la trabajadora del gobierno estadounidense trafica vaya en disquetes, pero bueno, este anacronismo es algo que se le puede perdonar.

El trabajo en lo que a la banda sonora se refiere es muy bueno, logrando mantener al espectador en tensión en todo momento, usando en diversos momentos piezas de música clásica que le sientan como un guante a la película, llegando a alcanzar por momentos la brillantez.


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La ambientación es también muy buena y el vestuario cumple en esta película a las mil maravillas su función con respecto a lo primero.

Con un inicio trepidante, de lo poco que se le podría criticar al metraje es que su ritmo decae un tanto en su segunda mitad, dando la sensación en determinados momentos de que a la película le sobran algunos minutos, pero sin que el espectador llegue a desconectar en ningún momento de lo que tiene en pantalla, a pesar de que algún tramo de la película se le pueda hacer algo más pesado.

Resulta también particular el sinsentido de tener a personajes rusos interpretados por actores americanos tratando de imitar un acento que termina resultando más gracioso que efectivo y realista, aunque resulte recomendable verla en versión original por conservar ese juego auditivo.

El montaje es muy bueno, sin sacrificar calidad por velocidad excesiva, aunque esto haga que en ese tramo final pueda hacerse un tanto cuesta arriba a causa de su duración y ritmo, como ya dijimos previamente. Esto, sin embargo, ayuda a mantener una tensión constante perfecta para la película.


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Puede que el giro final busque de forma algo directa el gustar, estando hecho ya precisamente para ello, pero tampoco llega al punto de ser algo para echarle en cara a la película. Es en parte esperado, pero sin llegar a ser evidente, resultando, por tanto, acertado.

Este proyecto supone una vuelta de tuerca a las clásicas películas de espionaje, y puntúa con nota, tanto dentro de este género como en el ámbito cinematográfico más general. La película juega con las expectativas de los espectadores, tanto en lo que a los giros de guion se refiere como en la crudeza de algunas de las imágenes mostradas, muchas veces nada esperadas, y pone patas arriba la idea de que el trabajo de un espía es algo divertido, elegante, que alguien disfruta haciendo.

Presenta un tono maduro, destacando por lo oscura que puede llegar a ser, sin buscar el aprovecharse de tener a toda una estrella como Jennifer Lawrence entre el reparto para vendernos una historia mucho más “fácil” que pudiese recaudar infinitamente más gracias a su tirón. En ciertos momentos, la película parece que podría incluso llegar a la categoría de proyecto sobresaliente, pero finalmente no consigue alzar el vuelo hasta alcanzar ese punto.

La interpretación de Lawrence hace ya por sí misma que esta película merezca la pena ser vista. A esto hay que añadirle que, pese a que Gorrión rojo no es una obra maestra, sí es una buena película con la que merece la pena ponerse y que resulta muy recomendable, aunque pueda no ser para todos los públicos, a raíz de lo comentado ya anteriormente de las escenas algo más impactantes y duras que se pueden llegar a ver en pantalla.

Ficha técnica de Gorrión rojo

Título original: Red Sparrow

Estreno en España: 3 de marzo

Año: 2018

Duración: 139 minutos

País: Estados Unidos

Director: Francis Lawrence

Guion: Justin Haythe (basado en una novela de Jason Matthews)

Música: James Newton Howard

Fotografía: Jo Williems

Reparto: Jennifer Lawrence, Joel Edgerton, Jeremy Irons, Charlotte Rampling, Mary-Louise Parker, Matthias Schoenaerts, Joely Richardson, Nicole O’Neill, Sergej Onopko, Sergei Polunin, Kristof Konrad, Simon Szabó, Ciarán Hinds, Thekla Reuten, Joel de la Fuente, Sakina Jaffrey y Douglas Hodge

Género: Thriller

Sinopsis: “Dominika Egorova (Jennifer Lawrence) es reclutada contra su voluntad para ser un “gorrión”, una seductora adiestrada del servicio de seguridad ruso. Dominika aprende a utilizar su cuerpo como arma, pero lucha por conservar su sentido de la identidad durante el deshumanizador proceso de entrenamiento. Hallando su fuerza en un sistema injusto, se revela como uno de los activos más sólidos del programa. Su primer objetivo es Nate Nash (Joel Edgerton), un funcionario de la CIA que dirige la infiltración más confidencial de la agencia en la inteligencia rusa. Los dos jóvenes agentes caen en una espiral de atracción y engaño que amenaza sus carreras, sus lealtades y la seguridad de sus respectivos países.”

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