Lois Patiño (Vigo, 1983) es uno de los máximos exponentes del denominado "Novo Cinema Galego". Forma parte de una generación brillante. Han conquistado el reconocimiento internacional junto a nombres como el de Oliver Laxe, Diana Toucedo o Eloy Enciso. Play-Doc le ha devuelto estos días a su Galicia natal. El director de "Costa da Morte" y referente del cine contemplativo participó en la nueva edición del festival tudense para participar en "Tres procesos", un diálogo con el público para mostrar el proceso de creación de una películas. Horas antes de que dejase Tui, el cineasta gallego conversó con Metropolitano.gal.
¿Cómo llevas que se te denomine como “chico de oro” del “Novo Cinema Galego” cuando formas parte de una generación ya de por si extraordinaria con Andrés Goteira, Diana Toucedo u Oliver Laxe?
Fue el titular de una entrevista tras la película de Costa da Morte. Con ella, el recorrido fue muy bueno y, por un momento, surgió casi como una broma interna del grupo, pero lo cierto es que el momento que estamos viviendo ahora en el cine es brillante. Todos los que has mencionado estamos viviendo una etapa muy efervescente, con un montón de nombres y nuevas incorporaciones. Vivimos un momento que no sabemos hasta dónde puede llegar. En mi generación, con Oliver [Laxe] o Eloy Enciso, estamos con nuestras segundas películas, viendo un poco qué dirección tomamos cada uno, creando nuestro propio universo...es muy bonito. Además, hay una relación de amistad fuerte y a la vez somos muy abiertos a que vayan apareciendo nuevos nombres. Es un poco como ir construyendo nuestra trayectoria pasito a pasito.
¿Cómo os conocéis? ¿Cómo surge esa amistad?
Un punto importante de encuentro son los festivales como este. Aquí, en Play-Doc yo conocí a Eloy Enciso por primera vez en persona o a Pela del Álamo. Es lo importante de los festivales, no solo importan las películas que se muestran y el apoyo a cineastas emergentes, sino que crean puntos de encuentro y debate que nos permiten conocernos y crear fusiones y sinergias, de ahí sale la amistad.
¿Cuál es la receta para tus trabajos?
Yo creo que como siempre, como todo en la vida, es el conócete a ti mismo, tratar de encontrar tu propia voz y ser honesto contigo mismo. A partir de ahí, buscar, avanzar y tratar de conocer el cine que se hace. Lo difícil es la búsqueda constante de nuestra propia voz que nos permita realizarnos es lo realmente importante.
Una parte de tu obra bebe de mostrar el paisaje, como en Costa da Morte. ¿Galicia es fuente infinita de inspiración?
Sí, eso es infinito. En Galicia el paisaje no está vacío, está cargado de toda la historia y las leyendas. Si eres de Galicia tienes que sumar un paisaje sociológico y cultural, en cambio, si vas a otros lugares de los que desconoces su cultura, es más importante lo físico, pero están muy vinculados. Todos los mitos y leyendas que surgen de la cultura gallega –o cualquier otra- derivan de esa experiencia física del mundo. Que haya estos bosques en Galicia -o que hubiera, porque lamentablemente se están perdiendo-, es los que propicia que se creen las leyendas. No es lo mismo las creencias que se despiertan en la imaginación de alguien que viven en el desierto de quien vive en la montaña.
¿Cuándo nació tu deseo por el cine contemplativo?
Yo creo que vino antes mi manera de sentir y de ser en el mundo, en la que hay una pulsión transcendente o espiritual de tratar de buscar una conexión con el todo, con el aquí, con el ahora, y a partir de ahí fue entrando lo contemplativo. No soy muy consciente de cómo partió.
¿Haber nacido en un ambiente creativo, hijo de pintores abstractos, hace que se despierte en ti de una forma más natural la pasión por el arte?
Desde siempre quise expresarme o valoraba la creación artística como algo donde la realización personal podía llegar a un punto muy fuerte para mí. El hecho de que mis padres fueran pintores influyó profundamente en esto, claro. Que derivara en cine yo creo que era más una cuestión de los tiempos. Con la pintura veía toda la tradición que hay y era algo que de primeras me abrumaba. En cambio, el cine, que es un medio con muchas más posibilidades expresivas que la pintura y tan inexplorado todavía, tan verde como arte, lo hacía muy fértil y amplio para explorar.