Nuria Quintana: "Algún día escribiré la historia que rinda homenaje a todo lo que es Vigo"

Publicidad

Después del éxito de su ‘ópera prima’ “La casa de las Magnolias”, Nuria Quintana (Madrid, 1995) presenta, tan solo un año después, su segundo obra literaria “El jardín de Olavide”, donde despliega una vez más su detallada narrativa para indagar en las incógnitas que despiertan el misterio, la traición y la reconciliación entre miembros de una misma familia. Viguesa de crecimiento, ya que pasó su infancia y adolescencia en la ciudad olívica, Quintana asegura que "pese a la auto-presión, algún día llegará la historia que rinda homenaje a todo lo que es Vigo".

Pregunta (P): ¿Cómo se afronta la promoción de un segundo libro tras el éxito que supuso "La casa de las Magnolias"?

Respuesta (R): La verdad, con mucha intensidad y con algo más de tranquilidad. Con el primer libro fue muy rápido todo, es verdad que lo intentaba disfrutar al máximo, pero con este, como lo tengo más afianzado, voy con más tranquilidad. Aquí, en Vigo, lo estoy viviendo de otra forma, de manera intensa también, pero saboreando los instantes, porque en mi primer viaje fue todo muy rápido y con esta estoy intentando disfrutarlo lentamente.

P: ¿Qué elementos de unión encontrará el lector entre ambas novelas?

R: De nuevo hay dos líneas temporales, un secreto familiar y las protagonistas son mujeres. Esto no surge de manera consciente, sino más bien lo contrario. Visualizo la historia que quiero crear y, si me encajan dos líneas temporales, pues voy a por ello. Si veo que las voces femeninas pueden narrar mejor lo que quiero contar, pues las protagonistas son mujeres.

P: Las figuras femeninas son las grandes protagonistas en tus novelas.

R: Surge de manera inconsciente, no lo elijo yo, sino la historia. Visualizo toda la historia y luego encuentro que, expresar determinados mensajes o sentimientos, son más factibles con las mujeres. En esta novela en concreto sentía que, al documentarme acerca de finales del siglo XIX y ver cuál era la situación de las mujeres, quería rendir homenaje a todas aquellas que, dentro del contexto que les tocó vivir -el aislamiento doméstico- supieron visualizar un futuro que no les tocó vivir pero que finalmente ha llegado. Era mi manera de rendirles homenaje a todas esas mujeres adelantadas a la época que fueron abriendo camino para que a día de hoy estemos como estemos.

P: Analizando superficialmente los dos libros, una se da cuenta que cobra protagonismo los saltos temporales. ¿Qué tiene este este recurso para que sea clave en tus novelas?

R: Creo que va ligado a la trama y a los nudos. Cuando estás muy enganchado al pasado, siempre intento cortar en un momento álgido de la acción, ir al presente y, de nuevo, cuando corto en el presente, seguir el mismo método. Funciona en el sentido de que te engancha una vez lo estás leyendo. Luego, desde el punto de vista de la escritura, a mi me sirve para plasmar dos épocas totalmente diferentes que se van uniendo y en las que finalmente te das cuenta que, si bien hay cosas que han cambiado, algunas cosas aplicables a finales del siglo XIX, por desgracia, se pueden seguir aplicando ahora mismo. Son épocas diferentes, pero no son tan distintas al final.

P: No sé si me podrías decir dos razones breves por las que deberíamos leer “El jardín de Olavide”

R: En primer lugar, si quieres emocionarte. Al final intento es que mis descripciones sean detalladas para hacer llegar los sentimientos y emociones de los personajes. Y eso es lo que espero, que al leerlo, te emociones conmigo al igual que lo hice yo escribiéndolo.

El otro motivo es para descubrir el mensaje que hay detrás de el jardín de Olavide, que está inspirado en el Jardín del Capricho, que existe y está en Madrid. Para descubrir la historia de este jardín y la figura de su fundadora, María Josefa Pimentel, una mujer bastante desconocida que ha caído en el olvido de la historia, como muchas otras, pero he querido rescatar a través del personaje de Victoria.

P: Eres de Madrid, pero Vigo ha marcado también tu vida. ¿Qué significa Vigo para ti?

R: Muchísimas cosas. Viví desde los tres años hasta que me marché a estudiar a Madrid. Más de la mitad de mi vida he vivido aquí. Cuando me preguntan, automáticamente respondo que me considero gallega. Sí que es verdad que ahora ya llevo nueve o diez años en Madrid, lo que hace que esté con el corazón dividido, pero es volver aquí y me siento en casa. Todo está plagado de recuerdos y creo que la mejor infancia que pude haber tenido era porque transcurrió aquí, en Vigo. No podría haber sido en otro sitio.

Nuria Quintana.

P: ¿Algún rincón de Vigo al que le guardes especial cariño?

R: Todo el Casco Vello en general. Fuera de la ciudad, si que tengo gran admiración a los pazos. Me encantan, creo que dan un montón de posibilidades. De hecho, mañana mismo -por este viernes- voy a ir a visitar el Pazo de Lourizán porque, nunca se sabe, si será el escenario de la siguiente novela.

P: Entonces, ¿Cuándo llegará una novela ambientada en Vigo o en Galicia?

R: La novela en Galicia sí que llegará, lo que pasa es que quiero hacerla tan bien y saborearla tanto. El hacer una novela aquí es algo que me impone cierta presión, porque me gustaría rendir homenaje a todo lo que es esta ciudad para mi. Entonces, creo que tiene que llegar el momento. Ahora mismo no le he puesto fecha, pero sí que llegará, en algún momento se encenderá la bombillita y me adentraré en esa historia.

P: Se sabe que estás trabajando en la tercera obra, entiendo por tus palabras que no está ambientada en Vigo o Galicia.

R: Por ahora no. Tampoco está localizada en ningún sitio. Visualizo un bosque, pero es lo único. Esta historia tampoco la localizaría exactamente en algún sitio, sí que he ido a la Selva de Irati para inspirarme, pero no tengo pensado que sea exactamente en un punto, solo quiero que sea un bosque y la aldea de los habitantes, un poco deslocalizada.

P: ¿Seguirás con el formato de narrar en diferentes épocas?

R: Tal y como la tengo planteada sí, porque esta historia me lo pedía. Además, ya tengo planteado el posible secreto familiar, bueno, no va a ser familiar del todo, pero el posible secreto que se plantearía en la historia. Pero esto no quiere decir que todas mis historias vayan a ser así. De hecho, tengo un proyecto de relatos cortos en marcha que también me gustaría seguir desarrollando. Depende un poco de lo que me vayan pidiendo las historias.

P: Puede sonar romántico, ¿Pero es posible vivir siendo escritora?

R: Se puede, pero no puedes escribir un libro pensando en vivir de ello. Tiene que ser una pasión que corra por dentro y que pase lo que pase, independientemente de si publicas o no, de si va bien o no, esa pasión sigua ahí y te haga seguir escribiendo, casi como una necesidad.

P: ¿Y cómo es la rutina de una escritora que se dedica exclusivamente a ello? ¿Tienes horarios establecidos o esperas a que te llegue la inspiración?

R: Me fuerzo a tener una rutina. En ese sentido no soy como los bohemios que escribían de noche según les viniera la inspiración. Yo soy más bien de levantarme todos los días, ponerme a escribir por las mañanas, es verdad que, si te aparece una idea y estás metida en cama, pues no lo vas a perder, salgo corriendo y lo apunto en la libreta. Pero es súper importante para mí marcarme la rutina. De hecho, cuando estamos en promoción, lo noto mucho, luego me cuesta volver a adquirir el ritmo porque al final es un esfuerzo mental bastante grande, son muchas horas escribiendo y me cuesta volver a adaptarme al ritmo.

P: ¿Qué libro has leído que te hubiese gustado escribir?

R: Muchos. Pero de los últimos que me he leído, que me pareció muy entrañable. La historia, autobiográfica, de un niño bastante cruda pero contada de una manera tan dulce y tierna que es “Las cenizas de Ángela” de Frank McCourt. Me habría encantado escribir ese libro, pero obviamente yo no he tenido esa vida.

P: ¿Hay algún otro título que te haya marcado?  

R: Los libros que me hayan marcado y sin los cuales creo que a día de hoy no escribiría como escribo, además del que acabo de mencionar, son “El último adiós” de Kate Morton y “El dios de las pequeñas cosas” de Arundhati Roy.

Salir de la versión móvil