Las mujeres han parado el mundo. Vigo no podía ser menos. La ciudad que ha acogido manifestaciones históricas también lidera un cambio que es imparable. Más de 100.000 personas, 105.000 según la Policía Local, abarrotaron este viernes las calles del centro de la urbe gallega para dejar claro que las proclamas de hace un año no eran cosa de un día. El feminismo es imparable. No habrá pasos atrás. Solo hacia adelante, en un camino para alcanzar la plena igualdad de derechos y el fin de la lacra de la violencia machista.
El 8 de marzo de este 2019 en Vigo no fue una manifestación. Fue mucho más. Es el nuevo capítulo de una revolución que arrancó en 2018 y al que, desgraciadamente, le quedan muchos episodios que escribir y batallas por luchar hacia esa igualdad real. La movilización arrancó a las 20:00 horas en una Praza de España totalmente colapsa. Cánticos y pancartas consolidaban el golpe de efecto propinado hace un año. "No es no", "Non queremos flores, queremos os teus dereitos" o "Mamá, tranquila, hoxe non vou soa pola rúa" eran algunos de los mensajes que las manifestantes compartían.
Sistema patriarcal, techo de cristal, violencia machista, la polémica de la gestación subrogada o casos impunes como el de "La manada" o el reciente asesinado a Laura Luelmo provocan que el 8M desencadene este grito unánime, este "basta ya" que han entonado millones de mujeres en Vigo y en el resto del mundo.
La movilización feminista de Vigo demostró también su carácter transversal. Es lo que tienen las revoluciones. Atañen a todos los ámbitos. Son inclusivas. Diferentes edades, diferentes ideologías, como las monjas de Vigo que denunciaron el sistema patriarcal de la Iglesia, secundaron esta protesta masiva que consolida el punto de inflexión del pasado 8 de marzo. Vigo se tiñó de morado. Las mujeres tomaron el corazón de la urbe gallega para lanzar un mensaje claro y unánime, un mensaje esperanzador en una sociedad en la que asomar los extremismos. El feminismo es imparable. Sin ellas, no hay progreso.