CARTA AL DIRECTOR
Brais - Abonado histórico del Celta, socio de Marcador y accionista
No es sencillo a pocos días de la dramática última jornada de la temporada, dejar de lado la situación deportiva que vive el Real Club Celta de Vigo jugándose la permanencia en Primera División ante el flamante Campeón de Liga, para, como aficionado, abstraerse de lo puramente deportivo y centrarse un poco más en otros aspectos que afectan al aficionado celeste. Como diría Carlos Mouriño, vamos a dejar lo deportivo a un lado.
Si en algo es experto el Celta es en desestabilizarse a sí mismo. Lo hemos visto en incontables ocasiones. Por refrescar la memoria de los más olvidadizos recordemos: el traslado del equipo a Oviedo, el "Caso Denis", el caso de todos aquellos jugadores apartados en su último año de contrato para forzar su salida ya que no iban a renovar y sobre todo las guerras interminables con el Concello, un duelo que hace que la Guerra de los 335 años entre Países Bajos y las Islas Sorlingas parezcan una fracción de segundo. En la guerra entre neerlandeses y británicos, por suerte, no hubo bajas, no se realizó ni tan siquiera un solo disparo, pero en la guerra entre Carlos Mouriño y Abel Caballero sí ha habido bajas: los aficionados del Celta; y si que ha habido disparos, aunque no ha llovido la pólvora y el plomo si que han volado los cuchillos y los dardos.
Antes de continuar me gustaría aclarar una cosa. Prefiero utilizar la palabra aficionado que la de abonado porque creo que no debe haber distinción entre aquel que se paga el abono con aquel que, por el motivo que sea, no lo hace. Todos sentimos al Celta a nuestra manera, no existe una mejor que otra. Es tan celtista la persona que puede pagarse una entrada una vez por temporada, la que puede ir a tres partidos por motivos laborales, de salud etc y la que paga su abono y no se pierde un partido.
Pero volvamos a las bajas causadas por esta guerra entre Concello y la Presidencia del Real Club Celta. Como decía hace un momento, somos nosotros los que hemos pagado los platos rotos. Vamos a centrarnos en la última polémica y batalla a pecho descubierto que han librado dos de los mayores pesos pesados de la ciudad. No pretendo aburrir al lector enumerando la cantidad de agravios sufridos por los aficionados celestes desde hace más de un lustro, este es un tema que podemos tratar en otro momento si me dan la oportunidad, hablemos de la nueva grada de Marcador. La nueva grada de Marcador, Marcador Centenario, A Batea, Bancada Celeste, Esmorga... porque sí, el nombre de dicha grada también ha sido motivo de pelea entre Alcaldía y Presidencia. Comentaba Raúl Rivas - antiguo empleado del club encargado de ser el canal de comunicación entre el Celta y sus afcionados- a principio de temporada que, y cito, "nuestra intención es ubicar a los abonados de Marcador en la nueva grada en cuanto esté disponible". Pues muy bien, este día ha llegado tras varios meses de espera para poder estrenarla. Durante este tiempo la guerra entre Caballero y Mouriño no ha cesado y el carrusel de excusas para no abrir la grada han sido de lo más variopintas y han quedado totalmente desacreditadas en las últimas horas. "Es que los exteriores estan sin humanizar", "es que los baños huelen a pintura", "es que La Liga exige unas medidas de seguridad que tardan semanas en tramitarse" y hasta hace pocos días "es que ningún ingeniero nos firmaría la autorización" y un largo etcétera. Personalmente no he tenido la suerte de poder pasearme por la nueva grada en las visitas organizadas para comprobar el estado de las obras, pero siendo honestos la mayoría de opiniones de aquellos que si han podido asistir es que al principio sí estaba un poco "cogida con pinzas" pero que desde hace al menos tres partido sí se podría haber utilizado. Vamos a aceptar pulpo como se suele decir en estos casos y aceptar que los plazos que dio el Concello en su momento no eran realistas. En este caso tú tienes, como Club, la obligación de hacer todas las gestiones pertinentes para poder abrir la grada en cuánto sea posible. El Celta no lo ha hecho. No lo ha hecho por simple dejadez, y porque en el fondo, que vaya más o menos gente al estadio le da igual. Ahora se han visto con el agua al cuello y por arte de magia pueden abrir la grada en dos días y todo aquello que estaba mal estaba bien, y todos aquellos trámites que te exigía la Liga y que tardaban semanas en solucionarse en dos días ya están arreglados. No quiero ser mal pensado, pero nada ayuda tanto a agilizar las cosas como un posible descenso y que el calendario, esclavo del paso del tiempo, haya dejado unas elecciones municipales como una muesca más en nuestra memoria.
Y aquí viene, la que para este humilde aficionado que escribe estas palabras, es el mayor agravio que ha vivido en sus más de treinta años como abonado: la gestión de la apertura de la nueva Grada de Marcador. Mi grada, mi vieja curva de Balaidos, en la que he esquivado los cascotes que caían de su viejo hormigon, en la que he podido observar charlando con los colegas a la gente que pasaba por la Rúa Val Miñor a través de las grietas de su suelo. Es la grada en la que canté los goles en la histórica Europa League del equipo del Toto Berizzo, en la que me torcí un tobillo saltando sobre mi amigo Rubén celebrando un gol de Nolito contra el Deportivo. En fin, son mis vivencias y mis recuerdos, los mejores recuerdos. La alegría y sufrimiento rodeado de mis amigos, compartiendo con ellos la misma pasión. Es la grada por la que pagué 50 euros durante la pandemia para conservar mi asiento. Es la grada por la que el propio Celta apeló a mis sentimientos en un momento complicado para todo el mundo y yo no les fallé. Ellos sí me han fallado a mi ahora. Cuando sus asientos son cómodos, cuando dispongo de un ascensor con el que poder sortear unas escaleras que para cualquiera suponen un paseo pero que para mi suponen un esfuerzo enorme y no se convierten en una ratonera, cuando me puedo sentir parte de una nueva grada vertical, que me hace recordar a las gradas más ruidosas y especiales de las mejores aficiones del mundo, el Celta me lo arrebata. No me lo arrebata para siempre, o eso espero. Me lo arrebata en el día más especial, el día en que se estrena, el día en el que nace una nueva historia y el día en el que podemos acabar con una larga agonía deportiva y resetear con el comienzo oficial del Centenario. Yo no puedo acceder a mi grada, para ello tengo que pagar 5 euros, pese a haberme hecho abonado de esa grada a principio de temporada. Recalco esto, porque aunque en mi abono ponga "Gol", que es dónde me han mandado las últimas temporadas, a principio de esta, en la campaña de abonados ponía "Marcador", nadie ha podido cambiar de grada o hacer una nueva alta para la misma. La cantidad es lo de menos, no pagaría ni 5 céntimos. Sin embargo otros sí pueden estrenarla: aquellos que pertenecen a alguna Peña o a la grada de Siareiros. Abonados de primera y de segunda. No tengo nada en contra de ellos, todo lo contrario, hacen muchísimo ruído, apoyan al equipo hasta el final y empujan hasta el último aliento. Pero lo hacen igual que yo, lo hacen igual que mis amigos y lo hacen igual que cualquier otro abonado del Viejo Marcador que no va a poder estar sentado en su grada a no ser que pase por caja. Existen soluciones posibles para este agravio, por ejemplo envíar una entrada a cada abonado de Marcador con asiento libre, te sientas según vas llegando y en los huecos libres y pones a la venta a 5 euros aquellos asientos que liberan dichos abonados. Pero al Celta no le interesa, al Celta le interesa "comprar" a la mayor cantidad de aficionados posibles para que sean más tibios con la gestión del equipo. Mientras tanto a mi y a tantos otros nos duele. Nos duele el corazón. Nos duele el Celta.