Portugal es una de las opciones preferidas de vigueses y viguesas cuando se trata de elegir destino para irse de escapada. Lugares como Oporto o Braga son dos de los destinos más codiciados por los gallegos por sus indudables encantos y cercanía. Sin embargo, al país luso no le faltan rincones de los que enamorarse. Además de la conocida como la "Roma portuguesa", Aveiro también ha conseguido despertar un gran interés turístico en los últimos años. Su gran diversidad lograr atraer a los amantes de la cultura, de la historia, del arte, de la arquitectura y de la playa.
Popularmente bautizada como "la Venecia portuguesa", uno de los grandes atractivos de este encantador destino son los canales de la Ría de Aveiro. Por estas aguas, que atraviesan la ciudad, todavía navegan los históricos "moliceiros". Estas tradicionales góndolas portuguesas, típicas de la villa, son pequeñas embarcaciones que llaman la atención por sus colores. En la antigüedad se utilizaban para la recogida de algas y ahora están destinadas a paseos turísticos por la ría que permiten conocer la ciudad desde una perspectiva única. Como si de la mismísima ciudad italiana se tratara, en el paseo en "moliceiro" se puede contemplar varios puentes que unen las dos partes de la ciudad, entre lo que se destacan Ponte dos Carcavelos o Ponte Laços de Amizade.
Considerada una ciudad-museo, Aveiro sorprende por las fachadas de los edificios de estilo modernista que se alzan a la orilla del canal. Después de un paseo por sus calles, descubriendo las numerosas obras arquitectónicas y sus encantos, no dudes en hacer una parada para probar los "ovo moles", el dulce típico de Aveiro y perderte por su Casco Histórico, desde la Praça do Peixe hasta Beira Mar, un antiguo barrio de tradición marinera que destaca por sus casas de colores.
Otras paradas obligatorias si visitas Aveiro son la Catedral de Aveiro, la Iglesia de la Misericordia, los museos de la ciudad, las Marinhas de Sal, el edificio de la antigua fábrica de Cerámica Jeronymo Pereira Campo o el parque Dom Pedro Infante.
A unos minutos del centro de la ciudad en coche, en Ílhavo, se encuentra la playa de Costa Nova. Se trata de uno de los arenales portugueses más reconocidos por sus llamativos "palheiros", unas pequeñas casas de madera pintadas a rallas de colores que antiguamente se utilizaban para que los marineros guardaran sus herramientas de pesca y posteriormente se convirtieron en viviendas.
Estas pequeñas casas de colores, protagonistas de muchos selfies, dan paso a la playa de Costa Nova, un largo arenal muy característico por sus dunas y por su potente olaje. A través de una pasarela de madera esta playa conecta con la de Barra, otra de similares características y que alberga el imponente Faro de Aveiro, el más alto de Portugal y el segundo más alto de la Península Ibérica con 62 metros.