Ciudad fortaleza, ciudad frontera, ciudad natural, ciudad medieval, ciudad histórica.... Tui es una de esas villas perfectamente poliédricas que tienen algo que ofrecer a cada visitante, sean cuales sean sus inquietudes y sensibilidades. El municipio cuenta con una enorme riqueza cultural, con algunos de los eventos más importantes de Galicia, como el festival de cine documental Play-Doc, pero además permite realizar una excursión o escapada exprés que nos dejará con ganas de más porque Tui engancha al visitante.
Si decidimos visitarla rápidamente entenderemos por qué fue capital de una de las siete provincias del antiguo Reino de Galicia, título que ostentó hasta 1833. Ese carácter señorial todavía se nota en sus calles, que combinan los aciertos y desatinos de su historia. Un casco vello impresionante -es el segundo de mayor importancia de Galicia-, una catedral-fortaleza que recuerda que la amistad con Portugal no siempre fue tal o un Miño que la rodea y abraza otorgándole unas panorámicas únicas. Tui es una ciudad que valora su historia y nos recibe con los brazos abiertos.
1. Volver al pasado en la Catedral de Tui
Los órganos barrocos, la sillería del coro, el retablo de la Expectación o la capilla de las Reliquias son algunos de los elementos más destacados, pero tanto para los religiosos como para los que no lo sean, su claustro es una visita obligada. Se trata del claustro más antiguo de Galicia y destaca por su belleza y armonía. Data de la primera mitad del siglo XIII y sus galerías están formadas por grandes arcos apuntados de descarga que cobijan en su interior a otros de dimensiones más reducidos sostenidos por columnas de capiteles florales dobles.
La visita también permite conocer sus torres, cubiertas y jardines, con unas impresionantes vistas del río Miño.
2. Disfrutar a orillas del Miño
El “Pai Miño” es otra de las joyas de Tui, que no se podría entender sin su relación con el río. La ciudad cuenta con un bonito y agradable paseo fluvial que nos permite desconectar de nuestra rutina y simplemente disfrutar de la naturaleza y el fluir del agua que se encuentra ya muy cerca de abrazarse con el Atlántico. El paseo también sirve de escenario al aire libre para algunos de los eventos de la ciudad, como el Play Doc, que realiza conciertos si el buen tiempo lo permite.
Si tenemos suerte, podremos ver a los deportistas en sus kayaks y piraguas, que han convertido al municipio en un referente en estos deportes. Una placa en la calle Olímpicos Tudenses recuerda que siete deportistas del municipio han participado en las olimpiadas entre el 1984 y el 2016.
3. Una foto en su rincón más romántico
Si nos decantamos por pasear por orillas del Miño y vamos en pareja, no podemos dejar pasar la oportunidad de hacernos nuestro selfi más romántico. El Concello ha instalado una enorme pérgola con un columpio en su interior que apuesta por la belleza de lo sencillo.
4. Subir al Monte Aloia
El Parque Natural del Monte Aloia fue el primer parque natural de Galicia y destaca por sus 629 metros de altura desde donde gozaremos de unas vistas impresionantes. Si optamos por dejar atrás el coche y subir a pie al Alto de San Xiao podremos disfrutar de un entorno único en el que se ha trabajado para reforestar el monte con vegetación autóctona y otras especies como ciprés, abetos o cedros del Líbano.
El Aloia alberga restos de las poblaciones celtas, como el castro de Alto dos Cubos, y hasta seis miradores desde los que disfrutar de bellas panorámicas. Un buen plan es comenzar la visita desde el Centro de Interpretación y Recepción de Visitantes.
Como curiosidad, el monte cuenta con una enigmática muralla ciclópea de algo más de 3 kilómetros que protege unas 30 hectáreas de territorio. Por término medio presenta una anchura comprendida entre los 2,50 y los 3,50 metros, llegando a alcanzar los 3 metros de altura en el espacio mejor conservado. Algunos estudiosos han llegado a identificar esta fortaleza del Aloia con el Monte Medulio, citado por los historiadores romanos como el último reducto donde se defendieron los pueblos del noroeste hispánico de las tropas romanas, aunque esta identificación está muy discutida.
5. Perderse en su Casco Vello
El Conjunto Histórico de Tui, declarado Bien de Interés Cultural en 1967, es uno de los principales atractivos turísticos, no ya de la ciudad, sino de Galicia. El conjunto histórico es el segundo en importancia y extensión de Galicia, solo después del de Santiago. Pasear por sus calles empedradas es sinónimo de adentrarse en la historia y en nuestro recorrido debemos visitar la Praza de San Fernando, la antigua cárcel (Cárcere Vello), las capillas de San Telmo y de A Misericordia o el Convento de clausura de las Madres Clarisas, famosas por pececillos de almendra.
Rodean parcialmente el conjunto las antiguas murallas medievales que formaban un amplio recinto irregular con varias torres defensivas. Se conservan de sus antiguos accesos la Porta da Pía, con sus póstigos visibles, la base de la torre y diversos tramos de la misma. En los siglos XVII y XVIII, con ocasión de las guerras con Portugal, se edificó un nuevo sistema amurallado, más amplio, cuyos principales restos se pueden contemplar desde el paseo fluvial
6. Descubrir el pasado judío
Tui es, con toda probabilidad, uno de los municipios con mayor patrimonio histórico relacionado con la comunidad judía. En el siglo XVI la ciudad contaba con numerosos judíos conversos. Gracias a ellos, sus calles esconden un riquísimo patrimonio de esta comunidad como el patio de la Sinagoga o la casa de Salomón, un modelo de vivienda muy escaso en Galicia. También conserva los “sambenitos”, piezas únicas en España que reflejan el castigo público que la Inquisición imponía a los herejes, en este caso judaizante. Se pueden ver el en Museo Diocesano.
Existe una web, turismotui.mobi que, a través de diferentes códigos QR incluidos en la señalización del conjunto monumental, permite la realización de las rutas autoguiadas, así como ampliar la información sobre cada punto de interés.
7. Cruzar hasta Valença
Tui conforma junto a Valença una de las Eurocidades gallegas que han permitido dejar atrás siglos de lucha y enfrentamientos para abrazarse en hermandad. Ambas ciudades viven una intensa relación y se constituyen con un continúo urbano conectado por el icónico puente internacional, por el que transcurre el tráfico rodado y ferroviario y que también cuenta con pasarelas peatonales. Aunque muchos atribuyen su diseño a Gustave Eiffel, en realidad fue diseñado por el ingeniero Pelayo Mancebo. Una vez lo crucemos y atravesemos la frontera invisible, podremos acercarnos hasta la interesante Fortaleza de Valença, otro ejemplo que nos recuerda los conflictos del pasado.
8. Pasear por A Corredoira
Si lo que queremos es simplemente rodearnos de la vida cotidiana y fundirnos con sus habitantes lo más recomendable es pasear por su arteria principal, parcialmente peatonalizada. Conocida popularmente como A Corredoira, alberga numerosas cafeterías en las que poder hacer una pausa para un café, y en su recorrido nos encontraremos elementos como la plaza del Cantón de Diómedes, donde se encuentra el Palco da Música recientemente restaurado y de gran belleza al anochecer gracias a su iluminación, o la Glorieta de Vigo, una plaza donde encontraremos una escultura del tudense Juan Oliveira que rinde homenaje a la Rapa das Bestas. A un paso tenemos la Alameda, un espacio con estanques, flores, árboles y un magnífico mirador. En realidad, todo Tui es un increíble mirador al Miño.
9. Sentir la magia del camino de Santiago
Tui es la entrada en Galicia del Camino Portugués de Santiago, que arranca en la capital lusa. Es la segunda ruta más transitada y es uno de los ejemplo de la dimensión internacional del Camino, que sitúa a Tui como una de sus capitales. Si nos decidimos a visitar el municipio podemos disfrutar de un aperitivo de la ruta y vivir la experiencia xacobea en pequeño formato. La avenida de Portugal, el barrio de A Barca y el Arrabal de Freanxo, son los primeros puntos por los que pasan los peregrinos tras atravesar A Vella Ponte Internacional desde Valença.
Si nos alejamos del centro urbano y nos aproximamos a la iglesia de San Bartolomeu podemos iniciar un recorrido guiados por la naturaleza para llegar al puente románico de A Veiga do Louro. A partir de ahí el camino nos llevará a otro punto icónico: la Ponte das Febres. En ese punto el patrón de la ciudad, San Telmo, se encontró mal cuando peregrinaba a Santiago debido a una alta fiebre. Si llegamos allí estaremos a 108 kilómetros de la capital gallega.
10. Disfrutar de un atardecer con magia
El cauce fluvial y los reflejos dorados del sol, las barcas de pescadores balanceándose al ritmo de la marea... poco más podemos decir que lo que transmite la imagen sobre estas líneas. Hay que vivirlo.