Leyendas, creencias y desgracias. Esto es lo que rodea a un rincón de la localidad ourensana de O Bolo: el Santuario das Ermidas. Se trata de una edificación religiosa que, por su belleza arquitectónica, ya que es un considerada un "ejemplo del Barroco gallego" y parte de ésta fue esculpida de una enorme roca, y su espectacular entorno natural, merece ser visitada al menos una vez en la vida.
En el municipio de la comarca de Valdeorras, O Bolo, con poco más de 91 kilómetros cuadrados de superficie y menos de 1.000 habitantes, se encuentra el Santuario das Ermidas, cuya historia, según indican desde el Concello, se remonta a las leyendas.
Cuenta la tradición que, después de notar como sus animales siempre tenían comportamientos extraños al llegar a cierto punto de la villa, unos pastores hallaron la imagen de la Virgen de As Ermidas con el Niño en una cueva y decidieron crear en ese sitio una pequeña ermita para venerarla. Sería en el 1624 cuando, en agradecimiento de una curación milagrosa realizada por esta virgen, el obispo de Astorga llamado D. Alonso Mejía de Tovar, manda construir lo que hoy en día conocemos como el Santuario das Ermidas en la ribera del río Bibei.
Su fachada es considerada como “una de las mejores obras del Barroco gallego”, según indican desde Turismo de Galicia y de ella se destacan las columnas salomónicas, decoradas con vid y otros motivos vegetales y sus dos torres, de cinco tramos con diferente decoración.
Barco de más de 300 años
En su interior se puede apreciar las imágenes religiosas y grandes pinturas del siglo XVIII de Francisco Consuelo de Villar que lucen en el techo junto a un pequeño barco que lleva colgado de esa bóveda más de 300 años. Según el guía del Santuario, José Vega, se trata de la representación del navío en el que casi pierde la vida el almirante Pedro Centeno y fue colgado de lo alto de la iglesia el 28 de septiembre de 1702.
El inmueble tiene una planta de cruz latina y tres navales, que, para añadir dos de estas, hubo que excavar parte de la montaña y asegurar el terreno en la zona de caída de la ladera. Si lo vemos desde el exterior, podemos apreciar como la parte trasera del Santuario se funde con la enorme roca que lo rodea.
Grave desprendimiento
Pero vivir en una ladera tiene sus consecuencias. El 22 de diciembre de 1909, tras tres días de intensas lluvias, la localidad sufrió un gran desprendimiento de tierra y rocas que arrasó con numerosas casas y dejó decenas de desaparecidos y muertos. Aunque no hay registro exacto de los daños, desde la página del Santuario indican que fueron “en torno a veintisiete casas y más de treinta personas desaparecidas” como consecuencia de la catástrofe. El guía del Santuario, José Vega, incluso asegura que "algún vecino ha hallado algún hueso humano", debido a que no se pudieron rescatar todos los cadáveres.
Además de las pérdidas personales, según indica la página del Santuario, el río Bibei quedó cortado durante varios días por la avalancha de escombros, que se amontonaron en el cauce, formando una presa que, cuando reventó, se llevó por delante el antiguo puente de As Ermitas, del siglo XVII. El actual fue construido en 1924.
Torre de 18 metros
Además de disfrutar de la belleza arquitectónica del Santuario, el entorno de As Ermidas cuenta con un paseo fluvial en el que puedes disfrutar de los molinos de agua que todavía se mantienen junto al río Bibei. Dentro de la localidad de O Bolo, en lo alto de su colina, a solo cinco kilómetros del Santuario, se puede visitar el recientemente restaurado Castillo donde se encuentra una torre de 18 metros de altura que ofrece unas espectaculares vistas.