En el concello do Rosal encontramos uno de los miradores más sorprendentes de O Baixo Miño, pues nos ofrece una panorámica llena de contrastes donde los paisajes fluviales y valles conviven con entornos montañosos. En el Niño do Corvo podemos disfrutar de unas vistas de 360 grados que combinan la ribera del Miño, las montañas de Portugal y buena parte de los territorios que conforman la comarca baixomiñota.
A algo más de 300 metros de altitud, asomándonos a este balcón de privilegiadas vistas y donde es habitual sentir el soplo de una refrescante brisa, podremos distinguir algunos de los principales atractivos de esta comarca del sur de Galicia: el río Miño en su tramo final y desembocadura, el valle del Tamuxe en O Rosal y las cadenas montañosas que, tanto en la orilla gallega como en la portuguesa, delimitan este amplio espacio.
En la orilla gallega del Miño distinguiremos el río a su paso por Goián (Tomiño) y, justo enfrente, la localidad lusa de Vilanova de Cerveira. Siguiendo hacia la desembocadura tendremos O Rosal y A Guarda y, frente a ellas, Caminha. En este paisaje fluvial destacan especialmente las pequeñas islas que salpican el tramo final del Miño y, sobre todo, la singular y fácilmente reconocible silueta del monte Trega.
Desde la desembocadura hacia el norte contemplaremos el monte Torroso y, si continuamos trazando nuestra panorámica y nos fijamos con detalle, incluso podremos distinguir algunos de los molinos que forman el conjunto de los Muíños do Folón e do Picón, muy cerca de la gran cascada que forma el río de la Cal. Ya orientados totalmente hacia el interior, dándole la espalda al Trega, aparecerán ante nuestros ojos zonas montañosas del concello de Oia.
Un entorno donde domina el esquisto
El Niño do Corvo está situado en la serra do Argallo, muy cerca de los límites con los concellos de Tomiño y Oia y dominando un paisaje donde abunda el esquisto (de hecho, ese lugar se sitúa dentro de una estrecha franja de rocas metasedimentarias denominada banda esquistosa Monteferro-O Rosal).
Además de disfrutar de las impresionantes vistas que nos ofrecen los altos del Cabezo Gordo y del Niño do Corvo, todo este entorno natural se presta a dar un paseo por las distintas pistas que se abren en el camino. Realizando un pequeño recorrido a pie por este lugar descubriremos algunas de estas formaciones esquistosas, normalmente en afloramientos con peculiares formas crestadas.
Cómo llegar
Podemos llegar a las inmediaciones de este lugar en coche, aprovechando la pista asfaltada que da servicio a una instalación de antenas. Desde O Rosal, podemos tomar varios accesos desde la Estrada do Morán (el corredor CG-4.2), subir por el estrecho vial asfaltado (algo menos de 4km) y, al llegar a la cima, continuar a pie unos 200 metros por la pista de tierra hasta llegar al punto acotado como mirador.
La zona es habitualmente frecuentada por los amantes de la bicicleta, así que no es raro encontrarse con ciclistas en algún tramo del camino o disfrutando de las vistas y aprovechando para descansar en la zona del mirador. Hay que tener en cuenta que se trata de una subida bastante exigente debido al fuerte desnivel.