Ruta del curro da Valga y tres sorprendentes lugares que descubrir en sus alrededores

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El curro de A Valga (Oia) se encuentra en la Serra da Groba, una cordillera que se eleva cerca de la costa suroeste de Galicia dejando un paisaje de contrastes entre mar y montaña, así como una multitud de miradores con impresionantes vistas a un horizonte que parece infinito. Una pequeña y cómoda ruta de senderismo señalizada (4,5km y dificultad fácil) nos invita a pasear por este lugar, conocer la tradición de la rapa das bestas y disfrutar de su singular paisaje, protagonizado por zonas de brañas y regatos, extensiones de pino y la existencia de caballos salvajes.

La presencia de caballos en estos montes es milenaria: de hecho, son numerosos los petroglifos de la Edad de Bronce (hace unos 4.000 años) que atestiguan la existencia de este animal. Algunos de ellos representan ejemplares aislados o escenas con équidos montados por jinetes, mientras que en otros casos las composiciones son la fiel representación de una manada.

Caballos durante la celebración del curro de A Valga.

Sin duda, contemplar a los caballos libres en la montaña es algo verdaderamente hermoso. No es de extrañar que esta visión cautivase a los primeros romanos que pisaron las tierras galaicas y que inspirasen a autores como Silio Itálico, quien dedicó a al caballo gallego elogios como estos: “Todo Lampón callaico sale antes volando y huye con raudo carro por el aire y atraviesa inmensidades. Exultante deja atrás espacios y vientos.”

Adaptado a un ambiente montañoso, el caballo autóctono es más bien de pequeño porte, su cabeza es grande y posee gruesos labios y bigote que le permiten alimentarse del monte bajo (especialmente del tojo) que crece con abundancia en toda la zona. Diversos estudios defienden la pureza del caballo de A Groba, considerada la única población de caballos salvajes que queda, tratándose el resto de reintroducciones.

Cada año, en diferentes puntos de A Groba se celebran los curros, donde los animales son reunidos para su control, el corte de las crines, el marcado y el desparasitado. Una vez concluidas estas labores, los caballos (salvajes pero con propietario) quedan nuevamente en libertad.

En A Valga, el curro suele tener lugar el segundo domingo de mayo y supone toda una celebración que congrega a multitud de personas: familias propietarias de los animales (es una tradición que se transmite de generación en generación), aficionados, curiosos y visitantes llegados de otros lugares. Ya en verano se organiza un segundo curro, llamado “das moscas”, en el que se vuelve a reunir a los animales para reforzar la desparasitación.

Además de caballos, en la Groba también podemos encontrar vacas en libertad. Estas, pastando en el curro da Valga.

Partiendo de los recintos pétreos donde se centralizan estas labores, la denominada Ruta del Curro da Valga nos llevará por un recorrido de dificultad muy baja, prácticamente exento de pendientes, y que transcurre en su mayoría por pistas forestales. Con un poco de suerte, precaución y manteniéndonos en silencio, en nuestro paseo conseguiremos ver alguna de las manadas de équidos que suelen moverse por la zona, las denominadas greas. Aprovechando la primavera, podremos distinguir algunas yeguas preñadas así como potrillos recién nacidos.

Esta estación es el momento ideal para disfrutar al máximo de esta ruta, que nos recibirá con una explosión de vida y color. Llamarán nuestra atención las vistosas flores de brezos, tojos y olorosas retamas y, al acercarnos con cuidado a las brañas y regatos, detectaremos la presencia de numerosos anfibios, reptiles y libélulas que abundan en las charcas. Estas zonas de braña o turbera son lugares especialmente sensibles, por lo que deberemos ir con especial cautela.

Hacer esta ruta en primavera nos permite disfrutar de una explosión de vida y color.

Hacia el final de la primavera, en estas zonas húmedas crecen ejemplares de algunas plantas insectívoras, especialmente la drosera intermedia. A fin de no dañar el frágil equilibrio que permite el mantenimiento de este singular ecosistema, es importante extremar las precauciones y no generar alteraciones en estos lugares (visitas masivas y tránsito de tráfico rodado fuera de las pistas habilitadas, pisoteo de las turberas, abandono de desperdicios en la naturaleza, arrancar plantas, molestar a los animales, etc.).

En las zonas de braña podemos encontrar las frágiles droseras, plantas insectívoras.

Tres sorprendentes lugares en los alrededores del curro

Además de un agradable paseo, esta pequeña ruta nos ofrece algunas opciones para desviarnos, ampliar nuestro recorrido y descubrir otras propuestas que nos ofrece la zona: paredes de escalada, espacios de mirador, tesoros patrimoniales y otras muchas sorpresas. A continuación, te descubrimos 3 propuestas que no te puedes perder:

1. Mirador del castro de Chavella

Vistas desde el mirador de Chavella.

Muy cerca del recinto del curro se encuentra la zona de Chavella, un enclave donde se conservan los restos de una recia muralla de la Edad de Hierro (los tiempos de la cultura castrexa) y un impresionante mirador natural al Atlántico.

Desde este punto, muy conocido por las personas aficionadas al parapente, podemos contemplar la rasa litoral, con vistas hasta Cabo Silleiro, y las sorprendentes visitas al Monasterio y puerto de Santa María Oia.

Desde este lugar podemos acceder directamente a la zona del curro o acercarnos hasta la Casa Forestal de Oia, actualmente en obras para su recuperación y donde también encontraremos un área de recreo con merenderos de piedra, zona de arbolado y vistas al mar.

2. Río da Cal y sus molinos

La "Pontella de Tras dos Muños", en entorno de los molinos del río de la Cal.

Tomando el que desde la Ruta del Curro lleva hasta la ruta denominada Muíños do Calán, a ambas orillas del río da Cal encontremos la “Pontella de Tras dos Muños”, un hermoso paso de piedra con una curiosa forma abovedada.

A continuación, distinguiremos entre la vegetación los restos de varios molinos antiguos. Son los conocidos como Muíños do río Estripeiro (o Espiñeiro). Si seguimos el río, ya cerca del límite entre los municipios de Oia y O Rosal llegremos a los conocidos como Muíños do Calán, que se encuentran a pocos kilómetros de distancia de la zona alta de los conocidos Muíños do Folón e do Picón.

3. Molinos rupestres de A Cruciña

A poca distancia de los molinos do Calán, en el lugar de A Cruciña encontraremos otro tipo de unidades de molienda, en este caso unas estructuras mucho más antiguas y rudimentarias que las hidráulicas que pueblan las dos orillas del río da Cal.

En una gran roca al borde de la pista podemos ver un interesante conjunto de molinos rupestres, de época prehistórica. Se trata de elementos excavados en la roca donde se realizaban labores de triturado. De este conjunto llama poderosamente la atención su peculiar disposición en batería.

Este lugar, además de descubrirnos un singular patrimonio arqueológico, nos ofrece unas hermosas vistas de las montañas de Portugal.

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