Cinco kilómetros separan la antigua fábrica de Massó de la playa de Liméns, en el concello de Cangas. Serpenteando la costa, un sendero une estos dos puntos, uno de gran interés histórico para la villa y toda la península de O Morrazo; el otro de una enorme riqueza paisajística. Su dificultad es baja y puede acometerse en una hora, dos si se tiene en cuenta la ida y vuelta.
La ruta litoral de Massó-Limens comienza en la antigua fábrica conservera y ballenera de Massó, en el Paseo Marítimo do Salgueirón, donde se puede dejar el coche con comodidad. El origen de esta gran construcción industrial se encuentra en el vecino Concello de Bueu. Allí Salvador Massó Palau instaló su primera fábrica de salazón en 1816, dando comienzo a un negocio que se expandió durante varias generaciones.
La Fábrica de Conservas en Cangas se inauguró en 1942 y fue una de las más avanzadas de su tiempo, no solo porque contaba con los últimos avances técnicos de la época, como las cámaras frigoríficas, un taller mecánico para la reparación de la maquinaría o su propia área de producción de aceites de pescado, sino porque proporcionaba servicios sociales a sus trabajadores, como una guardería, zonas de comedor o viviendas.
La familia Massó se lanzó a la captura de ballenas en 1955, pues era un negocio muy lucrativo. Del cetáceo se aprovechaba casi todo: la grasa se usaba para hacer aceite, las barbas para paraguas o fustas... Aunque está documentado que ya en el siglo XII los vascos introdujeron esta práctica en Galicia, no existía ningún puerto ballenero en Pontevedra hasta que la familia Massó lo levantó.
La pesca de estos cetáceos se popularizó entre el siglo XIX y el XX y se mantuvo hasta los años 80. Tan solo una década después, la fábrica de Cangas se clausuró. Los negocios de la familia Massó habían sobrevivido a dos guerras mundiales y a la Guerra Civil española, pero no pudieron con la crisis del aceite de colza y los cambios en los sistemas de pago.
Tras contemplar este monumental testimonio histórico, la ruta se inicia en busca de la boca de la ría de Vigo. En este primer tramo hasta la playa de Area Milla (también escrita Areamilla) no se pierde el mar en ningún momento y siempre se mantiene a mano izquierda. El trayecto está salpicado de construcciones secundarias industriales, también abandonadas y asociadas a la fábrica de Massó, en las que es fácil imaginar a los marineros arrastrando los 40.000 kilos que pesa una ballena.
No se puede llegar hasta la playa de Area Milla sin ver la laguna de A Congorza. La encontramos a mano derecha tan solo a un kilómetro de la fábrica, unos 12 minutos después de empezar el camino, junto a la playa Ribeira do medio. En su entorno están catalogadas hasta 400 especies de animales y plantas, desde reptiles y anfibios, hasta mamíferos y aves. A toda esta área, que forma un pequeño cabo, se le conoce como Punta Balea.
Tan solo un par de minutos después, la playa de Area Milla advierte de las vistas que acompañarán el resto del camino: las Islas Cíes. Este arenal tienen apenas 200 metros, pero es de gran belleza y sus aguas son tranquilas, aunque enseguida ganan profundidad, así que no hay que confiarse durante el baño.
Desde aquí comienza la ruta oficial: Senda costera de Area Milla. Nada más dejar la playa, hay que subir una pendiente y atravesar un pequeño túnel que no está iluminado, por lo que se recomienda llevar algún tipo de linterna. La del móvil será suficiente.
Aquí el sendero discurre sobre el margen natural de la tierra. A los dos kilómetros de ruta, un par de bancos advierten de que allí se encuentra el mirador do Anguieiro. Desde este punto se contemplan las Cíes al completo y la pequeña cala que da nombre al mirador. Siguiendo ruta aparecerán dos salientes más desde los que se pueden capturar buenas imágenes de la ría, así como dos pequeños arenales.
Casi en la meta, aparece la playa de Santa Marta, separada de manera natural de la de Liméns por unas grandes rocas. Atravesando el arenal o siguiendo el sendero que la bordea, la ruta finaliza en el complejo dunar de Liméns. La playa cuenta con 310 metros de enorme belleza y unas dunas de hasta 8,7 hectáreas. Es habitual encontrar a bañistas que suben a refugiarse del sol bajo los pinos, sobre todo a la hora de comer.
Aunque la ruta puede terminar aquí, si se continúa camino se llega a las playas de Nerga, Viñó y Barra, esta dos últimas seminudista y nudista, respectivamente.