Galicia puede presumir de muchas cosas. De su gastronomía, de su historia, de sus fiestas populares... y desde luego de sus playas. Hay para todos los públicos y gustos, playas más salvajes y abiertas en las Rías Altas, playas más turísticas en las Rías Baixas, playas grandes, pequeñas, playas nudistas, de arena fina, de piedras... pero además, y es algo que no todo el mundo sabe, en Galicia contamos con una playa muy peculiar y exclusiva, la de Teixidelo, en la provincia de A Coruña.
La playa de Teixidelo se diferencia del resto por ser, posiblemente, la única playa del mundo de arena negra de origen no volcánico. Esto se explica por las difíciles condiciones que reúne este arenal, en la base de los acantilados de Vixía Herbeira. Las rocas de peridotita de estos acantilados suelen encontrarse en entornos volcánicos, pero es complicado encontrarlas en otras localizaciones, y más aún en primera linea de costa. Pero además, su arena negra no contiene ni rastro de las arenas blancas y doradas que caracterizan Galicia, y esto se debe a su apertura mar abierto y la lejanía de cualquier otra playa.
Para conocerla debe realizarse una ruta complicada, a través de senderos que no están todo lo marcados y señalizados que cabría esperar. Por ello es muy recomendable realizarla en compañía de un guía experimentado, como los que facilita el Concello de Cedeira, para mayores de 16 años y en grupos de máximo 15 personas. Si pese a las recomendaciones se decide emprender la ruta en solitario, es importante consultar el estado de las mareas pues, cuando esta está alta la playa desaparece casi por completo.
¿Cómo llegar?
La ruta comienza junto al Cruceiro de Teixidelo, en un cruce antes de llegar al propio pueblo. De aquí parte una carretera asfaltada hasta unas casitas, donde el camino se vuelve de tierra y se mete entre la vegetación hasta el momento de llegar a la playa. Aunque el primer tramo es sencillo, la cosa se complica a medida que avanza el descenso, con rocas y barro que pueden provocar caídas, por lo que es importante extremar las precauciones y solo acceder si uno tiene la agilidad necesaria.
El paseo, de aproximadamente cinco kilómetros de extensión, permite ver las formaciones rocosas y el rastro de lo que en su día fue un valle glaciar. Es aquí mismo donde puede apreciarse la falla de Teixidelo, una grieta que corta en dos A Capelada desde hace 300 millones de años y de la que emergen las formaciones rocosas del medio del valle. Una vez en el arenal, entre las enormes rocas que protagonizan la playa se aprecian también los restos de un barco, Don Segundo Sombra, naufragado en la costa en los años 80, que hoy constituye un amasijo de hierro.
Recorriendo el arenal cuando las condiciones lo permiten, en su extremo izquierdo se encuentra la cascada de Teixidelo, una espectacular caída de agua que da al mar pero que en verano suele estar seca y merece la pena visitarla en otra época del año.
Para el camino de vuelta, que completa una ruta de seis horas de duración, puede optarse por cruzar la playa y bordear los acantilados si la marea deja espacio o bien repetir el trazado de bajada. Sea como sea, una vez en la cima nadie debe irse sin antes haber descubierto todo lo que Vixía Herbeira tiene que ofrecer.