Una ruta donde poder disfrutar del patrimonio etnográfico y la naturaleza de Galicia. Tenemos en nuestro territorio múltiples opciones para realizar una caminata donde los molinos son los protagonistas, como la senda del río Tripes en Tui, el paseo fluvial de Catoria o la ruta del Riomaior en Vilaboa; también cruzando el Miño podemos maravillarnos con estas estructuras en la ruta hasta la Cascata do Fojo o en la ciudad de Viana do Castelo de Portugal, pero en Vilasantar encontraremos una joya histórica que, se dice, podría ser una de las más antiguas de la península.
El “refugio natural” de Vilasantar, como así se denominan desde el propio Concello, ofrece una caminata con una gran riqueza etnológica y natural, que en sus seis kilómetros de recorrido se puede admirar 22 molinos hidráulicos en diferentes estados de conservación. Pero las joyas de la corona de esta caminata son el batán ubicado junto a una cascada de 15 metros de altura y “Os pasos da vella”, unas grandes rocas que antiguamente permitían el paso de una ribera a otra.
La Ruta dos Muíños en el río de As Gándaras, que cuenta con señalización que indica el recorrido, comienza en la parroquia de Barbeito con el Muíño da Maquía de Ferreiro y discurre por este afluente del río Tambre hasta Ponte do Sapo. Pensado para toda la familia y con una dificultad baja, la caminata te llevará a un viaje al pasado a través de los más de 20 molinos, una cascada de 15 metros y viejos pasos naturales.
Así, uno de los grandes reclamos de esta ruta es el Batán de Mezonzo. Un batán es un aparato de madera construido en el curso del río que, a través de mazos movidos por la fuerza del agua, bate los tejidos fabricados en los telares para desengrasarlos y volverlos más densos. En el caso de Vilasantar esta estructura rehabilitada, que estuvo en funcionamiento hasta 1954, se encuentra en la parroquia de Santa de Mezonzo, frente a un gran salto de agua que forma el río As Gándaras, muy próximo a la desembocadura del Tambre, y se dice que podría ser uno de los más antiguos de la península ya que se cree que fue construido por los monjes del monasterio de Mezonzo en el siglo XII, según destaca el Concello.
Además, a lo largo del trayecto que recorre el río de As Gándaras podremos encontrar “Os pasos da vella”, unas rochas gigantes en el medio del agua que antiguamente permitía cruzar de una ribera a otra a los vecinos de la zona.