Vixía Herbeira, los acantilados más altos de Europa continental están en tierras gallegas

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En un encuentro abrupto entre el Atlántico y el Viejo continente se levanta la Sierra de Capelada, en A Coruña. Parece que en este lugar tierra y mar libran desde hace siglos una batalla: la fuerza del océano contra la dureza de la costa. Sin un aparente ganador, la lucha deriva en los espectaculares acantilados de Vixía Herbeira, que desde luego sobrecogen a cualquiera que se acerque a conocerlos. Estamos ante los acantilados más altos de la Europa continental, elevados más de 600 metros sobre el nivel del mar, que se ve francamente lejano desde este punto.

Con una pendiente de en torno al 80%, asomarse a ellos semeja sobrevolar las olas rompiendo contra las rocas. Parecen pequeñas por la distancia, y la imagen no va acompañada del habitual estruendo del choque. No se alcanza a ver el final de la escena, que se extiende a lo largo de más de 11 kilómetros y que se pierde en un horizonte donde cielo y mar se fusionan impidiendo marcar un límite.

Vixía Herbeira, más allá del acantilado

A más de 600 metros de altitud se respira calma, en campos infinitos de pasto por los que se dejan ver grupos de ganado, caballos y vacas que disfrutan las hojas verdes. Las hierbas son bajas, pero aun así dejan notar el viento propio de las zonas costeras. Unas rachas de viento que son aprovechadas por unas cuantos hileras de turbinas eólicas esparcidas por el territorio, siendo lo único que desentona en un paraje completamente natural.

Las carreteras marcan líneas divisorias entre los prados. La más larga bordea toda la costa y de ella emergen caminos de tierra que dirigen a los aerogeneradores para los más curiosos. En dirección contraria, hacia el borde del acantilado, un pequeño camino conduce a una antigua construcción. Se trata de la Garita de Herbeira, una pequeña casita de piedra de tan solo 15 metros cuadrados, ordenada en 1805 por la Corona y construida por los vecinos, por su localización estratégica para la vigilancia marítima. Años después entró en desuso y fue abandonada hasta su posterior recuperación en 2003.

En el entorno de la garita, marcando el límite con el escarpado final del acantilado, hay un pequeño muro que permite apoyarse a disfrutar de las vistas con una sensación agradecida de seguridad ante lo que es una imagen que evoca el infinito. El sitio es ideal para perder la vista siguiendo la línea de la costa, que se difumina en la lejanía.

En los días más cubiertos se pueden ver nubes desde arriba, y su correspondiente sombra en el mar, y dejarse hipnotizar por su paseo entre las olas. En los días despejados se obtiene una visión única del atardecer, con un sol que se sumerge en las aguas, allá donde Atlántico y Cantábrico se hacen uno y, hacia la derecha, se distingue la punta de Estaca de Bares.

¿Cómo llegar a Vixía Herbeira?

Los acantilados de Vixía Herbeira se encuentran en A Coruña, en el límite entre los municipios de Cariño y Cedeira. Desde Vigo la ruta en coche tiene una duración de dos horas y media y cruza ciudades como Santiago de Compostela, Betanzos o Ferrol, donde puede hacerse una parada para retomar fuerzas. También cruza el municipio de Cedeira (a 15 kilómetros de los acantilados), desde donde debe tomarse la carretera de San Andrés de Teixido y, a la entrada de este pueblo desviarse a la derecha hacia el mirador. En la propia carretera AC-2205, junto a los parques eólicos, puede dejarse el coche estacionado.

Para aprovechar este viaje, otros lugares de interés cercanos son Cabo Ortegal, a tan solo 20 minutos o Estaca de Bares, a menos de una hora en coche. Además, por supuesto, no debes perderte los pueblos mencionados. En San Andrés de Teixido se encuentra un santuario de obligada visita para todos los gallegos y gallegas (irás de muerto si no vas de vivo, según cuenta la historia). También Cedeira o Cariño tienen mucho que ofrecer, como la única playa de arena negra no volcánica en el mundo, visitar castros, caminar las calles de las villas o disfrutar de la gastronomía local que, como todos sabemos, en Galicia no tiene pérdida.

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