El párroco de Ribarteme prohíbe la procesión de ataúdes y pone fin a la curiosa tradición

TURISMO RÍAS BAIXAS

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La peculiar y llamativa imagen de la procesión de ataúdes de Santa Marta de Ribarteme, en As Neves, que llevó a esta celebración a ser declarada fiesta de interés turístico, no se repetirá. Si en los dos últimos años no se celebró debido a las restricciones impuestas por la Covid-19, esta vez no tendrá lugar por decisión propia del cura. De esta forma, la procesión de 2019 podría ser la última con ataúdes. “Habrá gente que estará en contra, pero yo soy el que decide aquí” asegura el actual párroco, Francisco Javier de Ramiro Crespo, en declaraciones a La Voz de Galicia para asegurar que “me dedico a evangelizar y no a fomentar supersticiones, folclores o brujerías”. Las fiestas se celebran entre este viernes 29 de julio y el domingo 31.

La decisión del cura sentó como un jarro de agua fría tanto para devotos como para aquellos que, más allá del significado religioso, se acercaban para contemplar la particular escena. También se muestra contrario a la opinión del párroco el alcalde de As Neves, Xosé Manuel Rodríguez, que lamenta la decisión “unilateral” y recuerda que la fiesta es un gran atractivo tanto “social como religioso”. En cualquier caso, el regidor local considera que es una decisión que se debe tomar desde el aspecto estrictamente religioso y que, por tanto, no corresponde directamente al Gobierno local.

La tradición en Santa Marta de Ribarteme establece que los “ofrecidos” pueden desfilar introducidos en ataúdes, que van completamente abiertos. Sin embargo, lo extraño de esta imagen ha convertido a la fiesta en un atractivo turístico que sobrepasa a lo religioso. La polémica fue incrementándose entre los más devotos hasta que un reportero de National Geographic se introdujo en uno de los ataúdes para grabar un documental. Desde entonces, el Obispado intenta “evitar que la procesión sea un espectáculo folclórico y no devocional”.

En la procesión, los féretros se dirigen hacia el cementerio más cercano, desde donde regresarán en procesión hasta el punto de partida, mientras la gente canta las salmodias “Virxe Santa Marta, estrela do Norte, traemos-che os que viron a morte”. Esta peculiar celebración es conocida mundialmente por el extraño modo que tienen los devotos de realizar las promesas religiosas. Las personas “ofrecidas” que padecen o han padecido una enfermedad grave se encomiendan a la Santa para que los salve. Para ello, se introducen en los ataúdes y recorren el trazado de la procesión. Aunque se dirigen hacia el cementerio, finalmente dan la vuelta, simbolizando cómo logran escapar de la muerte.

 

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