No es una cuestión de resultados. Si hacemos una división entre los celtistas de ciencias o de letras, la dicotomía es clara. Las matemáticas son claras. Incluso alimentan la ilusión de los más optimistas por volver a Europa. Los sentimentales, los más románticos, se topan ante la cruda realidad de un Celta sin alma, muy lejos de aquel que se quedó a un gol de noquear al Manchester United de Mourinho meses antes de que lo hiciera en Sevilla en la Champions League.
La situación preocupa. El Celta cumple con el objetivo de mantener la categoría. Es cierto que el fracaso, la hecatombe, no está a la vuelta de la esquina, pero la meta real de un bloque con el talento de hombres como Iago Aspas, Pione Sisto o Lobotka debe ser competir por estar en Europa. Ojo, no confundir competir con conseguir. Por fútbol, conjuntos como el Betis o el Girona están haciendo más méritos, demostrando que tienen en su fútbol más ambición para acabar el curso en la zona noble de LaLiga Santander.
El cuadro celeste continuó ante el Málaga con la misma apatía que ante la UD Las Palmas. El equipo de Unzué no supo sobreponerse a las adversidades. No ha superado la ausencia de Wass y, para hurgar en la herida, perdió a Emre Mor por culpa de una gripe y a última hora a Rubén Blanco tras lesionarse en el calentamiento.
Sergio Álvarez y Pione Sisto regresaban a un once que también tenía como novedad la titularidad de Brais Méndez. El mosense veía recompensados sus buenas actuaciones en los últimos encuentros. El extremo danés fue uno de los mejores en una primera parte para olvidar del Celta, que estuvo a merced de un Málaga que llevó el control del partido a pesar de no crear peligro ante Sergio Álvarez.
En el segundo acto todo siguió por los mismos derroteros hasta el primer cuarto de hora. El Celta, que ya había recibido los primeros pitos de un sector de la grada, despertaba cuando restaban treinta minutos.
El equipo daba un paso adelante. El Celta lograba hacerse con el centro del campo. Se mostraba mucho más vertical al cobrar protagonismo Iago Aspas. El moañés tuvo dos claras. Roberto evitó el tanto del morracense con una gran mano abajo. Poco después, la más clara. El internacional español no logró disparar entre los tres palos un centro de Maxi Gómez cuando tenía toda la portería para él.
El Celta opositaba por fin hacia ese triunfo. Sorprendían las decisiones de Unzué. El navarro agitaba la pizarra con una doble sustitución. Retiraba a Pione Sisto -uno de los más participativos- y a Brais Méndez para dar entrada a Lucas Boyé y a Nemanja Radoja. El argentino y el balcánico dejaron al equipo sin la opción de los centros laterales buscando la cabeza de Maxi Gómez. La única vía era buscar las subidas de sus laterales, incorporaciones que José González supo neutralizar dando entrada a Keko y Lestienne para ayudar a los laterales.
El conjunto local insistió, pero ya era demasiado tarde. Este Celta no está habituado a remar contracorriente. Sergi Gómez tuvo una nueva ocasión. El catalán cazó en el segundo palo un balón peinado por un jugador del Málaga en una acción a balón parado, pero su potente chut se estrelló contra la madera de la portería visitante.
El choque enloqueció en la recta final. El Celta quería emular lo acontecido frente a la UD Las Palmas. Buscó el gol que alimentase sus opciones europeas. Ese resultado que anestesiase el mal juego del equipo en el último mes. Sin embargo, el Málaga estuvo a punto de aprovechar una contra para tomar Balaídos. Un remate de Lestienne al palo ya con el tiempo cumplido enmudeció por segundos a una grada que ya se temían lo peor.
El final no fue feliz. Iago Aspas se inventó otra jugada de genio. El equipo de Unzué ha vivido hasta el momento del talento del moañés y de la efectividad de Maxi Gómez. Si ellos fallan, el Celta zozobra. Se convierte en un conjunto previsible, aburrido. Con afouteza, el Celta es capaz de quedarse a centímetros de la gloria en un escenario como Old Trafford; sin ella, Europa es una quimera, una misión imposible incluso para los más optimistas.
La mala tarde en Balaídos tuvo como colofón las polémicas declaraciones de Hugo Mallo ante los compañeros de BeIN Sports. El capitán del Celta desató la polémica al denunciar que los pitos de la afición le "tocan los huevos". El marinense también señaló que son "un grupo de chavales. Somos el Celta. No somos perfectos. Si lo fuéramos estaríamos en el Bayern de Munich".
Celta: Sergio; Hugo Mallo, Roncaglia, Sergi Gómez, Jonny; Lobotka, Tucu Hernández, Brais Méndez (Radoja, 67'); Iago Aspas, Pione Sisto (Lucas Boyé, 67') y Maxi Gómez.
Málaga: Roberto; Rosales, Luis Hernández, Ignasi Miquel, Miguel Torres; Lacen (Recio, 79'), Iturra, Isaac Success (Keko, 68'), Chory Castro (Maxime Lestienne, 74'); Rolan y En-Nesyri.
Árbitro: Undiano Mallenco (comité navarro).
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