Vigo podría quitarse al fin una de sus espinitas que más tiempo llevan anquilosadas en el sentir de los ciudadanos. La eterna reforma del complejo consistorial de la ciudad, que ahora el Gobierno local quiere impulsar aprovechando los fondos europeos. Aunque se ha descartado la opción de demoler la torre por completo, como se planteó con el Plan Moneo, la lluvia de millones europeos podría hacer que el edificio adquiera un tono más amable, abierto y respetuoso con su entorno.
Aunque inicialmente se anunció la candidatura para reformar la terraza y las últimas plantas, el plan municipal será finalmente mucho más ambicioso y podría transformar para siempre el aspecto exterior del edificio. El objetivo pasa por rehabilitar de forma integral todo el complejo, haciéndolo más eficiente, integrándolo mejor con el medioambiente y el paisaje que lo rodea y generando nuevos espacios abiertos a la ciudadanía. La tarea no es sencilla, pues esta mole de cemento inaugurada en 1976 se encuentra en un espacio especialmente sensible, construida en pleno fuerte de San Sebastián, y marca el skyline completo de la ciudad.
El edificio municipal acumula importante deficiencias, problemas de aislamiento y filtración de aguas en un espacio que no se adapta a las nuevas exigencias con una estructura arcaica e ineficiente. En invierno, no resulta raro contemplar cubos en diferentes puntos ante las numerosas goteras del edificio, además de contar con estructuras que no favorecen el aislamiento, provocando un mayor consumo energético y contaminación medioambiental.
Con el objetivo de lograr una actuación de alto nivel, el Concello convocará junto al COAG -Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia- un concurso internacional de ideas para conseguir la mejor propuesta posible. El diseño final de la rehabilitación no está, por tanto, decidido, pero sí que se han fijado una serie de líneas a seguir que los estudios de arquitectura que se presenten deberán tener en cuenta.
El plan se dividirá en cuatro fases, de las que ya se han puesto en marcha las dos primeras. La fase 1 actuará en la base del edificio, es decir, las tres primeras plantas, con un presupuesto estimado de 4,6 millones de euros, de los que se espera lograr tres millones de ayudas europeas.
La transformación de la base
En la base se plantean específicamente acciones de mejora de eficiencia energética, sostenibilidad, accesibilidad y habitabilidad. En lo que al aspecto exterior se refiere, el plan pasa por mejorar la envolvente térmica en cubiertas y fachadas, proponiendo la posibilidad de crear cubiertas totalmente ajardinadas donde ahora solo hay tejados, y recuperando las soluciones bioclimáticas ya existentes en el edificio, esto es, las jardineras exteriores. Con ello, se busca no solo mejorar su eficiencia sino integrarla mejor en el paisaje. El concurso también valorará que se propongan soluciones para aprovechar esta cubierta para nuevos usos públicos. A mayores, se plantea la posibilidad de crear un sistema para reutilizar aguas pluviales e instalar captadores solares.
En el interior de la lonja, donde los ciudadanos pueden realizar la mayor parte de los trámites en su relación con la administración local, el plan contempla mejorar los techos acristalados reordenar los espacios y crear áreas de atención inclusivas para personas en sillas de ruedas.
Una piel "naturalizada" y terraza abierta
Mayor impacto visual y social tendrá la transformación de la torre, la Fase 2, que cuenta con un presupuesto de 4,7 millones de los que, de nuevo, se espera lograr 3 millones a través de los fondos PIREP -Plan de Impulso a la Rehabilitación de Edificios Públicos- con dinero llegado de Europa. La fachada exterior podría cambiar radicalmente. El Concello busca dotar a la torre de una mayor “esbeltez” mientras que se transforma su aspecto para hacerla más eficiente. Con el objetivo de reducir un 30% el consumo de energía no renovable, una de las ideas propuestas que ahora deben desarrollar los arquitectos que se presenten al concurso pasa por construir una nueva envolvente exterior, tecnológica y ambiental. El Gobierno local buscará propuestas que aporten soluciones para instalar placas solares, mejorar el aislamiento térmico o incluso construir una “piel naturalizada”, es decir, paredes de jardines verdes verticales en el exterior para absorber CO2 y mejorar la huella de carbono.
Esta fase se complementa con la transformación de la terraza del último piso, presentada a otra convocatoria de ayudas europeas. Como ya se anunció, se construirá un ascensor panorámico en una de las fachadas para permitir el acceso al último piso desde el exterior sin interferir en la actividad de los trabajadores municipales. En la parte alta se derribará la cubierta para abrir la terraza y crear un mirador privilegiado de la ciudad y la ría. Se plantea además la posibilidad de crear un espacio de hostelería. En las plantas inmediatamente inferiores, es decir, la novena, octava y séptima, se proyectan espacios polivalentes abiertos a usos sociales. Ahora mismo, infrautilizados.
Con estas bases, serán ahora los estudios de arquitectura los que propondrán cómo será el aspecto final del edificio cuyo imagen actual podría ser, pronto, algo del pasado. La reforma deberá completarse para estas dos fases en marzo de 2026. Todo ello se completará con la nueva rampa mecánica proyectada en el Paseo de Granada -la cuesta de acceso al Concello- que creará un eje desde Carral -donde se construye ya otra rampa, pasando por Porta do Sol y las escaleras mecánicas de Segunda República. Por último, toda la actuación se completará con la proyectada reforma de la plaza exterior y su unión con la reforma de la Panificadora y el nuevo Barrio do Cura.