Las olas de calor en la Península Ibérica y Baleares durante el periodo comprendido entre 1950 y 2020 han aumentado un 4 por ciento su extensión media por década, así como su intensidad, "provocando una mayor exposición humana, un aumento de la demanda de energía y diversas implicaciones en el riesgo de incendios".
Estas conclusiones están reflejadas en un estudio elaborado por los investigadores de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) Alejandro Díaz-Poso y Dominic Royé junto con Nieves Lorenzo de la Universidade de Vigo (UVigo) publicado recientemente en 'Evironmental Research'. Este ha sido el primer análisis climatológico en esta área geográfica que utiliza el índice EHF (Excess Heat Factor). En el estudio realizado por las dos universidades gallegas se ha observado que las mayores intensidades se dan el oeste peninsular y zonas montañosa, mientras que las olas de menor intensidad son las que ocupan el litoral mediterráneo.
Por otra parte, el aumento de la extensión geográfica de olas de calor es más pronunciado en el este y sureste. La extensión media que ocupan estos fenómenos ha aumentado un 4% cada década, mientras que el incremento en la extensión máxima es ligeramente mayor, un 4,1%.
El investigador de la USC y profesor de geografía, Alejandro Díaz-Poso, ha declarado a Europa Press que este estudio es una iniciativa "totalmente innovadora" y que no "tiene comparación con ningún análisis climatológico de olas de calor realizado previamente en la Península Ibérica y Baleares".
Su novedad reside en la aplicación del índice EHF (Excess Heat Factor). Este índice, "desarrollado por dos científicos australianos", incorpora directamente el aspecto de la intensidad y el proceso de aclimatación del cuerpo humano a este tipo de climas extremos.
Díaz-Poso explica que los eventos de ola de calor se pueden caracterizar en cuatro dimensiones diferentes: frecuencia, duración, intensidad y extensión espacial. En este análisis bioclimático se han abordado todos estos parámetros, "haciendo especial hincapié en la intensidad y la extensión espacial".
Los investigadores han concluido que el EHF es útil para detectar las condiciones de las olas de calor con mayor antelación que otros índices. "Es útil para contribuir a la toma de decisiones para minimizar sus efecto en el sistema sanitario o en otros sectores vulnerables como el energético o el agrícola", afirma Alejandro Díaz-Poso.
La publicación demuestra que las áreas donde se observa una mayor intensidad no coinciden con áreas donde los eventos de clima extremo tienen una mayor duración. Las olas de calor en las zonas montañosas y el oeste peninsular se caracterizan por una EHF más alto pero una duración más corta que las de la zona del litoral mediterráneo.
La "razón principal" que explica esto, según Díaz-Poso, radica en el "rápido transporte de masas de aire suaves desde el Océano Atlántico cara al oeste de la Península Ibérica".
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